tag:blogger.com,1999:blog-17319861264219033882024-03-12T21:40:11.553-03:00En el camino de vivirUn lugar de encuentro para quienes compartimos esta bella aventuraEn el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.comBlogger102125tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-73905205573051675612016-01-05T03:26:00.002-03:002016-01-05T03:51:15.152-03:00Un pequeño relato de Franz Kafka<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ3DdVBsR-rkLN7Hx5UoQzpoOvmC44r4TDTdxUfre_swa6NhspYyLPcS818Wvh3YruikgUmhz0pYwt4M-lZz5H89G0hoijBEtTaeRmT59kn60qGgWOeIFwBO8ALr2CmW3bKK4PYG3SQHo/s1600/Franz+Kafka.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ3DdVBsR-rkLN7Hx5UoQzpoOvmC44r4TDTdxUfre_swa6NhspYyLPcS818Wvh3YruikgUmhz0pYwt4M-lZz5H89G0hoijBEtTaeRmT59kn60qGgWOeIFwBO8ALr2CmW3bKK4PYG3SQHo/s320/Franz+Kafka.jpg" width="320" /></a> </div>
<blockquote class="tr_bq" style="clear: both; text-align: center;">
(*)</blockquote>
<br />
<br />
<b><span style="color: blue;">Regreso al Hogar</span></b><br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: Verdana, Geneva, sans-serif; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;">Al regresar atravieso el zaguán y miro alrededor. Es el viejo cortijo de mi padre. El charco en el medio. Entremezclados objetos viejos e inservibles cierran el paso hacia la escalera del granero. El gato acecha desde el balcón. Un trapo desgarrado, atado alguna vez a una barra, mientras alguien jugaba se agita al viento. He llegado. ¿Quién me recibirá?. ¿Quién espera tras la puerta de la cocina?. La chimenea humea, están preparando el café para la cena. ¿Sientes la intimidad? ¿Te encuentras como en tu casa?. No lo sé, no estoy seguro.</span></div>
<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: Verdana, Geneva, sans-serif; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"></span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: Verdana, Geneva, sans-serif; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"><span style="line-height: 30.8571px;">Es, la casa de mi padre, pero todos están uno junto al otro, fríamente, como si estuviesen ocupados en sus asuntos, que en parte he olvidado y en parte no he conocido jamás. ¿De qué puedo servirles, qué soy para ellos, aún siendo el hijo de mi padre, el hijo del viejo propietario rural?. Y no me atrevo a llamar a la puerta de la cocina, y sólo escucho desde lejos, sólo desde lejos, tenso sobre mis pies, pero de manera tal que no me puedan sorprender escuchando. Y porque escucho desde lejos no oigo nada, salvo una leve campanada de reloj, que quizá sólo creo oír llegándome desde los días de la infancia.</span></span></div>
<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: Verdana, Geneva, sans-serif; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;">
</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: Verdana, Geneva, sans-serif; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"><div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 30.8571px;">Lo que, además, ocurre en la cocina es un secreto que los que allí están sentados me ocultan. Cuanto más se duda ante la puerta, más extraño se siente uno. ¿Qué tal si ahora alguien la abriese y me hiciese una pregunta? ¿Acaso yo mismo no estaría entonces como alguien que quiere ocultar su secreto?</span></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: Verdana, Geneva, sans-serif; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"> - - - - - - - - - - - - - - - - </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"><span style="color: blue; font-family: Times, Times New Roman, serif;">Ha pasado un poco más de dos años y medio desde la última entrada de este blog. La tentación de considerar a esta nueva publicación, luego de tanto tiempo, como un regreso al hogar, es enorme. Más aún, considerando los afectos que solían darse cita aquí.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"><span style="color: blue; font-family: Times, Times New Roman, serif;">Elegir regresar a través de la publicación de un pequeño relato, es también un guiño a esa tentación. Muchos pequeños grandes textos pasaron por aquí, dándonos pie para, a partir de ellos, adentrarnos en caminos que probablemente sus autores no previeron. Es la maravilla del arte, de toda obra que, lanzada por su autor hacia el futuro, se ve expuesta a la interpretación, a la reinterpretación y a la recreación por parte de cada destinatario. Esperamos haber sido respetuosos con cada texto ajeno que tomamos como base de lanzamiento.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"><span style="color: blue; font-family: Times, Times New Roman, serif;">Sin embargo, toda tentación nos pone a prueba, en cuanto demanda una elección: la seguimos o no y, en uno u otro caso, sabemos cómo pueden ser hechas nuestras elecciones: de modo consciente, o inconsciente. Tentarnos con lo que fue, a su vez, tiene un componente adicional: aquello hacia lo que podemos deslizarnos es el pasado, hacia lo que ya no es, y pretender que siga siendo. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"><span style="color: blue; font-family: Times, Times New Roman, serif;">El relato que escogimos de Franz Kafka nos ilustra muy bien al respecto: el protagonista regresa a la casa de su padre, reconoce ciertos aspectos del paisaje y, sin embargo, se siente ajeno. Quizás porque siempre lo fue (recordemos que la relación de Kafka con su padre fue por lo menos ambigua, si no conflictiva), pero aún cuando así no fuese, en el presente esa ajenidad responde a que nadie puede seguir siendo quien alguna vez, en el pasado, fue. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"><span style="color: blue; font-family: Times, Times New Roman, serif;">Que el pasado ya no sea, de todos modos, no puede llevar a un aspecto innegable: hoy somos lo que somos, por muchos factores y, entre ellos, uno es nuestro pasado. La ventaja de ser seres que vamos siendo, es que podemos regenerarnos, recrearnos sin quedarnos anclados en el pasado. Pero superar el pasado, no estancarnos en él, siquiera ilusoriamente, requiere un acto consciente.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"><span style="color: blue; font-family: Times, Times New Roman, serif;">Así, volver a este lugar es un regreso al hogar, pero sabiendo que ninguno de quienes estuvimos aquí somos, hoy, idénticos a quienes en su momento fuimos. Ojalá, desde la última vez que nuestros pasos hayan andado estos caminos, hayamos crecido. Ojalá, siendo distintos a quienes fuimos, al reencontrarnos, podamos regocijarnos, y decidir elegirnos una vez más, mutuamente. Ojalá, no siendo ya quienes fuimos, nuestra renovación personal nos lleve también a encontrar nuevos compañeros y compañeras de camino. </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;"><span style="color: blue; font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: #e9edec; color: #00007f; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 14.6667px; line-height: 22px; text-indent: 47.2667px;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: Verdana, Geneva, sans-serif; font-size: 18px; line-height: 30.8571px;">(*) Imagen tomada de </span><span style="color: #222222; font-family: Verdana, Geneva, sans-serif;"><span style="font-size: 18px; line-height: 30.8571px;">http://www.biography.com/people/franz-kafka-9359401</span></span></div>
En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-18429327093650832382012-05-25T16:53:00.002-03:002012-05-25T16:53:38.983-03:00Revolución<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUzop8NXMrLHKBNeYOm7LLtazrlljGw3HLV437_mrgysOmczrJ_EpN_pxWjRPQjtGtLFLzyJioDakUEOCzmGLMOHGX3gXy9sRIzhxbSuiQbsUPwobTbwltxaTDyUjD4qNa4KkgOQ3Zl9Y/s1600/Gandhi.bmp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" qba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUzop8NXMrLHKBNeYOm7LLtazrlljGw3HLV437_mrgysOmczrJ_EpN_pxWjRPQjtGtLFLzyJioDakUEOCzmGLMOHGX3gXy9sRIzhxbSuiQbsUPwobTbwltxaTDyUjD4qNa4KkgOQ3Zl9Y/s1600/Gandhi.bmp" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Hoy, 25 de mayo de 2012, en Argentina se conmemora la Revolución de 1810, que de algún modo significó el primer gobierno local en un territorio que era colonia española, y el desarrollo de un proceso que en 1816 llevaría a la declaración de la independencia.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Quizás sea una buena oportunidad para hacer presente el auténtico sentido de qué es una revolución, e interpretarlo en clave personal.</div>
<a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
En esa línea, una caracterización de revolución señala que ella ocurre cuando cambian tanto quiénes mandan como los criterios con que lo hacen.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Cuando uno atiende a esos dos elementos, observa que es sumamente difícil y excepcional que se configure una auténtica revolución. Es mucho más frecuente, más bien, que exista una saturación discursiva respecto a estar llevando a cabo una revolución, mientras en la realidad, nada cambia.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Esto sucede en el ámbito político, cuando los gobiernos plantean como revolucionarias medidas que no son más que maquillajes de lo que ya existe. Pero también ocurre en nuestra vida, cuando decimos anhelar resultados diferentes a los ya conocidos, pero continuamos sintiendo, pensando, diciendo y haciendo lo mismo.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
En nuestra vida, el concepto de revolución implica que cambie el que manda: dejar de actuar en automático, para pasar a hacernos conscientemente responsable de nuestra actuación. E implica cambiar los criterios con que se maneja quien manda: dejar de hacerlo desde la escasez, la envidia, el resentimiento, la ira, para pasar a operar desde la confianza, la abundancia, la paz, el amor.</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
¿Qué tan dispuestos estamos a realizar una revolución en nuestras vidas?</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Tengamos presente que, para ello, no son necesarios ni la violencia ni las prisas. Pero sí una decisión contundente, persistencia y constancia en la nueva dirección que se elija.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>
<br />
<br />En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-41479572570549046862012-05-21T01:21:00.001-03:002012-05-21T01:21:01.623-03:00<div style="text-align: left;">
<strong><span style="font-size: large;">Acerca de los límites</span></strong></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpmPF0GpZDbGdPoXSRLbJZ_bOO_w1T_aZAaPh0NCnDNHE-ujSfc4f8ovtk1oXaAPNllRHvAUHG1so7NmNeQVvlaNEpcys0aZ5aNDhCZtdvMAOUgtmR9BGRG3lglEhFsH6QWQK6IKdMsiE/s1600/Crepusculo+fortuito_Tara+Miller.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="180" kba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpmPF0GpZDbGdPoXSRLbJZ_bOO_w1T_aZAaPh0NCnDNHE-ujSfc4f8ovtk1oXaAPNllRHvAUHG1so7NmNeQVvlaNEpcys0aZ5aNDhCZtdvMAOUgtmR9BGRG3lglEhFsH6QWQK6IKdMsiE/s320/Crepusculo+fortuito_Tara+Miller.jpg" width="320" /></a>(*)</div>
<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
La foto que encabeza estas palabras tiene por título “Crepúsculo fortuito”, y fue tomada por Tara Miller.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Tara Miller es una mujer canadiense que tiene glaucoma, y su visión se encuentra reducida en un 90%. Con esa foto, en <metricconverter productid="2011, a" w:st="on">2011, a</metricconverter> sus 39 años de edad, ella ganó el concurso de fotografía llamado “Eye Remember National Photography Competition”, un certamen organizado anualmente por la CNIB (Canadian National Institute for the Blind, Instituto Nacional Canadiense para los Ciegos), y destinado a personas ciegas o con serias pérdidas de visión. En <a href="http://www.eyeremember.ca/Gallery.aspx"><span style="color: purple;">http://www.eyeremember.ca/Gallery.aspx</span></a> puede verse una galería con las fotos participantes en el certamen… una más bella que otra.</div>
<a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
En la ceremonia de entrega de premios, Tara dijo: “Quiero que otros sepan que no tienen que dejar aquello por lo que se apasionan”. Y también: “Las personas con pérdida de visión pueden hacer las mismas cosas que las personas que ven perfectamente, sólo que de manera diferente”.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Creo que Tara Miller brinda un excelente mensaje respecto a la cuestión de los límites.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
En ocasiones tenemos problemas físicos que pueden constituir un límite para una actividad específica, como una disminución de la visión para tomar fotografías, la pérdida de una pierna para el atletismo, una enfermedad de las manos para dedicarse a ser cirujano… Es el caso de Tara, quien aún en una situación así, nos dice, pero no tanto con palabras como con su acción, que “se puede”.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
¿Qué decir entonces en la mayoría de nuestras situaciones de limitación? Habitualmente nos limitamos más por nuestras creencias que por un impedimento concreto. Ni siquiera decimos que no podemos luego de haberlo intentado, sino que no lo intentamos porque estamos convencidos de que no podremos.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Si una persona puede hacer aquello que físicamente no parecería posible, ¿cómo no podríamos superar todas las barreras que nos imponemos apenas en función de nuestras creencias?</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Abordar la cuestión de nuestras creencias limitantes no es, sin embargo, una cuestión que discurra por el carril de las cuestiones imaginarias. No es imaginaria nuestra limitación, ni sólo imaginariamente podemos superarla. Nuestras creencias son un cemento que otorga bases muy sólidas a lo que sobre ellas se erige, que tanto puede ser una vida de limitaciones como de realizaciones.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
La buena noticia es que nuestras creencias pueden ser cambiadas, y dar lugar a un conocimiento (esto es, a un saber, no a un mero creer) que aporte satisfacción a nuestra existencia.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Es difícil realizar el giro cuando uno se halla inmerso en un océano de creencias limitantes. Cuando a uno le dicen que eso no tiene por qué seguir siendo necesariamente de ese modo, que otra alternativa es posible, tenemos a mano un arsenal de razones para descartar esos dichos como simples consuelos bienintencionados (razones que sinceramente creemos): es fácil decirlo; es posible para otros pero no para mí; siempre ha sido así (y por tanto, siempre seguirá siendo de la misma manera, o peor); no tengo suerte; si supiera cómo…</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Quizás, en esas situaciones, lo más efectivo sea no pretender invertir radicalmente nuestras creencias de un instante para el siguiente, sino más bien encarar un proceso gradual a través del cual podamos ir experimentando cambios que nos conduzcan a un nuevo conocimiento. En ese sentido, quizás un buen primer paso no sea negar nuestras creencias actuales, sino suspender nuestra incredulidad respecto a todo lo que creemos que no podemos: asumir que, de hecho, no somos prósperos, no tenemos relaciones satisfactorias con otras personas, padecemos una enfermedad… pero dejar de dar por sentado que, cualquiera de esos aspectos, obligatoriamente habrá de permanecer inalterado de aquí en más. </div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Poder dejar de creer que nuestras limitaciones son eternas, que las padeceremos en toda nuestra existencia, tal vez parezca un detalle menor, pero puede representar un inmenso logro, y el primer paso para avanzar en una dirección diferente a la que hasta ahora sostuvimos.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Por de pronto, puede representar el enorme cambio entre sentir, con respecto a algo que deseamos experimentar, “nunca lo lograré”, y pasar a abrigar un ya más optimista “quién sabe…”.</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
Antes de abandonar esta página, me permito sugerirte que vuelvas a la foto de la parte superior. Obsérvala y admírala, su belleza es inmensa. Y recuerda las circunstancias que atraviesa la persona que la tomó. </div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
(*) Imagen extraída de <a href="http://www.eyeremember.ca/ViewEntry.aspx?guid=d95f3d9b-fc48-41e5-8bdb-9ae3fe4d0b47&finalist=true">http://www.eyeremember.ca/ViewEntry.aspx?guid=d95f3d9b-fc48-41e5-8bdb-9ae3fe4d0b47&finalist=true</a></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-31746035822568530422012-02-02T00:23:00.000-03:002012-02-02T00:23:36.114-03:00Islas de paz<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-gGU5bk20Vq25pANRO6H8BQVC4a3aB7sUcZQPxx9eJ-9tOPe0XTWDJAC4Ges09g8pabVcRVgWQCTssjZ3DfSQfk1GKfcN7fl_gs1xQpjB8NgeCqwDrEhXvC0nuHrKkBTyQO96RpK-jsk/s1600/islas+de+paz.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" sda="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-gGU5bk20Vq25pANRO6H8BQVC4a3aB7sUcZQPxx9eJ-9tOPe0XTWDJAC4Ges09g8pabVcRVgWQCTssjZ3DfSQfk1GKfcN7fl_gs1xQpjB8NgeCqwDrEhXvC0nuHrKkBTyQO96RpK-jsk/s320/islas+de+paz.jpg" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando nos proponemos ciertos cambios con el propósito de incrementar nuestra satisfacción personal, con frecuencia establecemos como prioridad construirnos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“islas de paz”</i></b>. Espacios preservados de los problemas cotidianos, tiempos y/o lugares en los cuales gozar de una pausa en la cual regenerarnos para, luego, retornar con energía renovada a las luchas habituales. Una isla de paz, un <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“spa”</i></b> para el cuerpo, la mente y/o el espíritu.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Así, hacemos de ciertos tiempos y/o lugares, santuarios a salvo de la aceleración y el agobio con que vivimos fuera de ellos. Puede ser la oración, la meditación, una caminata, el yoga, alguna sesión terapéutica, la práctica de cualquier actividad con la cual logremos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“des-enchufarnos”</i></b>, etc. Un espacio en el que logramos sentirnos bien, y del cual salimos llevando una cierta cuota de paz para proseguir nuestras rutinas diarias.</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es realmente muy positivo disponer de estas islas de paz. Cuando no contamos con ellas, el constante acoso de obligaciones nos hace vivir en un estado de tensión permanente, perjudicial para nuestra calidad de vida y que acaba produciendo síntomas físicos y mentales de insatisfacción, incluso enfermedades. En algún momento, en algún lugar, hay que parar.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Hacernos esos espacios parece ya algo bastante difícil de lograr, y cuando lo hacemos, ellos nos brindan un buen respiro.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">¿Eso es todo, o es un paso?</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sin embargo, quizás podamos preguntarnos si consideramos a estas islas de paz como un paso, una etapa, que nos permita avanzar hacia otra, extendiendo nuestra satisfacción personal o, más bien, nos contentamos con disponer de ese espacio a salvo, ese respiro entre lucha y lucha.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si nuestra respuesta pasa por esto último, tal vez podamos desplazar un poco la mirada y examinar si no hay, en la misma base de este modo de ver las cosas, algunas premisas que quizás podamos replantearnos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La lógica de la isla</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Una isla tiene ciertas características fundamentales: es un terreno separado, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“aislado”</i></b>, rodeado por agua, y normalmente de dimensiones reducidas. Por grande que pueda ser (y pensemos por ejemplo en la más grande ellas, Groenlandia), siempre será más pequeña que el agua que la circunda e, incluso, que la tierra continental. Una isla es, geográficamente hablando, un espacio minoritario.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y eso parece ocurrir también con nuestras islas de paz cuando las tomamos como un fin en sí mismas, al menos en dos sentidos:</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">a) Si tenemos en cuenta que un día tiene 24 horas, una semana 168 horas, ¿cuánto tiempo pasamos en nuestra isla? ¿Un 10% del total disponible? Probablemente menos que eso, y si bien es preferible contar aunque sea con un 5% de paz a nada, estamos dando por sentado que el espacio de paz en nuestra vida es minoritario.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">b) Cuando estamos en nuestra isla, experimentamos una sensación de plenitud que suele estar ausente cuando estamos inmersos en nuestras actividades habituales. De manera que, así como es un espacio minoritario, se halla también separado del resto, aislado.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si uno ve la vida de esta manera, la creencia básica es que ella es una lucha constante, apenas aligerada por pequeñas treguas. Si uno disfruta del minuto de descanso entre un round y otro en un combate de boxeo, es porque está participando en ese combate. Si uno no toma parte en él, no le significa nada la lógica <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“tres minutos de golpes – un minuto de descanso – tres minutos más de golpes - …”</i></b>, que en cambio es esencial para un boxeador.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Adoptar la lógica del combate no hace más que reforzar y perpetuar su realidad. Si somos boxeadores, cuando suena la campana que marca el final de ese minuto de descanso, salimos a luchar con ese otro que está en el ring, que es un oponente, no alguien a quien abrazar con cariño, no alguien a quien tratar bien, ni siquiera alguien que nos resulte indiferente. El otro es un rival con quien competimos para alzarnos con el triunfo, que es un bien escaso apenas disponible para uno de los dos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y en ocasiones participamos del combate de la vida con la mirada de que es una batalla perdida. Con lo cual ni siquiera buscamos vencer a nuestros competidores para disfrutar de un fugaz triunfo, sino que todo se vuelve una lucha por nuestra subsistencia, con lo que el gran objetivo es salir lo menos lesionados que sea posible. Reducimos expectativas, empequeñecemos proyectos, nos aferramos a todo lo que veamos como una posible tabla de salvación, celebramos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“el mal menor”</i></b> y <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“las desgracias con suerte”</i></b>, carecemos de sueños. Y sufrimos, sufrimos… y sufrimos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Otra perspectiva posible</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Una isla de paz, como espacio minoritario y aislado en relación al resto de nuestra vida, puede aportarnos indispensables descansos en el marco de un combate interminable. Si esa es nuestra perspectiva, es positivo que al menos disfrutemos de ellos. De ninguna manera conviene suprimirlos, pues si lo hacemos, ni siquiera dispondremos de un pañuelo en la vida concebida como <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“un valle de lágrimas”</i></b>.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero quizás no sea descabellado el plantearnos, aunque sólo sea como posibilidad, un cambio de perspectiva, para ver la vida con otra mirada. Que nuestra isla de paz sea el primer paso, el primer terreno firme sobre el cual hacer pie, para dejar de ver a la vida como una lucha. Que nos planteemos el ir extendiendo lo que experimentamos cuando estamos en nuestra isla, a otras porciones de nuestra existencia. Ya que si estamos habituados a mirar de cierto modo, quizás nos resulte en extremo difícil dar un giro radical instantáneo hacia otro tipo de mirada, nuestra isla puede ser una eficaz herramienta para transitar ese camino de manera gradual.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Para ello, es importante que no nos centremos en lo que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“hacemos”</i></b> en nuestra isla de paz, sino en lo que experimentamos en ella. Si identificamos a nuestro santuario con dar un paseo a la orilla de un río, hacer gimnasia o escuchar música, nos será casi imposible reproducir ese <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“hacer”</i></b> cuando estemos realizando un trámite o conduciendo un auto en pleno centro. Pero si desplazamos el foco de nuestra atención a lo que experimentamos a través de lo que hacemos en nuestra isla de paz, y nos damos cuenta (nos volvemos conscientes) de que accedemos a estados de serenidad, de alegría, de unidad con todo y con todos, y que el cimiento sobre el cual esos estados se alzan es el amor, advertiremos que lo esencial allí no es lo que hacemos, sino cómo somos, cómo se manifiesta nuestro ser en esos espacios. Y si, a través de la práctica, logramos ver que nuestro ser se manifiesta a través de lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos, en cualquier situación podremos ver la oportunidad de elegir, de manera consciente, cómo nos manifestamos. Que así como somos en nuestra isla de paz, podemos ser en cualquier otra circunstancia. Que todo lo que manifestamos en nuestra isla, es nuestra elección manifestarlo o no ante cada situación.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Como ya reflexionamos en alguna ocasión<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1731986126421903388#_ftn1" name="_ftnref1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="mso-special-character: footnote;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">[1]</span></span></span></span></a>, no se trata de plantearnos la vida como un camino de santidad, con objetivos y exigencias que nos abrumen y nos desalienten, sino más bien como uno de profunda humanidad, en el cual vamos dando nuestros pasos de acuerdo a lo que mejor sabemos y podemos momento a momento, en el cual podemos tropezar y aceptamos que así sea porque tras el tropiezo sabemos que también podemos volver a ponernos de pie y seguir nuestra marcha.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Te deseo que disfrutes de la isla de paz que ya posees, o de la que decidas crear, y que elijas hacerla crecer tanto como quieras. Y ojalá quieras tanto que, un día, te sorprendas al ver que la has hecho tan grande que ya no tienes una isla, sino que la mayor parte de tu vida es un bello continente de paz.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><br clear="all" /><hr align="left" size="1" width="33%" /><div id="ftn1" style="mso-element: footnote;"><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1731986126421903388#_ftnref1" name="_ftn1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="mso-special-character: footnote;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 10pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">[1]</span></span></span></span></a><span style="font-size: x-small;"> Puede verse por ejemplo “¿Santidad? No… ¡¡Humanidad!!”, disponible en </span><a href="http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/12/santidad-no-humanidad.html#links"><span style="color: purple; font-size: x-small;">http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/12/santidad-no-humanidad.html#links</span></a></div><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div></div></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-43875832189067705192012-01-27T02:39:00.000-03:002012-01-27T02:39:15.140-03:00Un pequeño cuento con vacas<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNQMFE7Q5Uvr55KPak832PnDdxYQttyfPfOFYyagOJS3W_ARl-1UfoladFifcvlSfxH0qVMwcy8mipdMK_QbIt9bVsm0kld_9L5mtPx7eUGFsa9K6xqJXiZfJ2cj8M00wHHb69_NXCFqs/s1600/Vacas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" gda="true" height="205" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNQMFE7Q5Uvr55KPak832PnDdxYQttyfPfOFYyagOJS3W_ARl-1UfoladFifcvlSfxH0qVMwcy8mipdMK_QbIt9bVsm0kld_9L5mtPx7eUGFsa9K6xqJXiZfJ2cj8M00wHHb69_NXCFqs/s320/Vacas.jpg" width="320" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span lang="EN-US" style="layout-grid-mode: line; mso-ansi-language: EN-US;">Las nueve vacas (anónimo)</span></b><span lang="EN-US" style="layout-grid-mode: line; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-weight: bold;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Dos amigos inseparables consiguieron trabajo como marineros en un buque carguero, con el propósito de cumplir su sueño compartido de <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>recorrer el mundo. Durante las largas travesías, aguardaban expectantes la llegada a cada puerto para bajar a tierra, encontrarse con mujeres, beber y divertirse.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"> En cierta ocasión arriban a </span><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">una isla perdida en el Pacífico, desembarcan y se van al<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>pueblo para aprovechar las pocas horas que van a permanecer en tierra.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"> </span><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en la orilla de un pequeño arroyo lavando ropa.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Uno de ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiere conocer y conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa mujer no es bonita, le dice que para qué, si en el pueblo seguramente van a encontrar chicas más lindas y divertidas que esa.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Le pregunta cómo se llama,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>qué es lo que hace, cuántos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla…</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al hombre que las costumbres de su pueblo prohíben a toda mujer soltera hablar con un hombre, salvo que éste manifieste la intención de casarse con ella. Aún en ese caso, el pretendiente debe hablar primero con su padre, que es además el jefe de la comunidad.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El hombre la mira y le dice:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme contigo.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- ¿Para qué tanto lío? Debe haber cantidad de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para qué tomarte tanto trabajo?</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El hombre le responde:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Su amigo, más sorprendido aún, insiste:</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- ¿Estás loco? ¿Qué le viste? ¿Qué te pasó? ¿Estás borracho? Quizás el sol de alta mar te hizo daño.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, sigue a la mujer hasta el encuentro con el jefe de la aldea.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El hombre le explica que había llegado recién a la isla, y que viene a manifestarle su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que en esa comunidad la costumbre es pagar una dote por la mujer que se elige para casarse.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Le explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las bondades de cada una de ellas: por las más hermosas y jóvenes se debe pagar el precio de nueve vacas; las hay no tan hermosas y jóvenes, pero excelentes cuidando niños, y esas cuestan ocho vacas. Tiene más hijas, y el valor de la dote va disminuyendo según ellas tienen menos virtudes.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El visitante le explica que entre sus hijas ya ha elegido a una que vio lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no ser agraciada ni joven, le costaría tres 3 vacas.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- Está bien –responde el hombre-, me quedo con la mujer que elegí y pago por ella el precio de nueve vacas.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El padre de la mujer, al escucharlo, le dice:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- Usted no entiende. La mujer que eligió cuesta tres vacas. Son mis hijas más bellas y jóvenes las que cuestan<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>nueve vacas.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- Entiendo muy bien –responde el hombre-, y me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un loco, acepta, y de inmediato comienzan los preparativos para la boda, que ha de realizarse lo antes posible a pedido del forastero.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El amigo de este no puede creer lo que oye al enterarse de la historia. Piensa que el hombre ha enloquecido de repente, que se ha enfermado, que se ha contagiado de alguna extraña fiebre tropical. No acepta que una amistad de tantos años se termine en unas pocas horas, pues así entiende que ocurrirá cuando él se marche en el barco y su compañero se quede en esa islita perdida.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Finalmente, la ceremonia se realiza, el hombre se casa con la mujer elegida, su amigo es testigo de la boda y a la mañana siguiente éste parte en el carguero, desde cuya cubierta saluda al borde de las lágrimas a su amigo de toda la vida, que agita su mano derecha desde la orilla.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El tiempo pasa, el hombre en el barco continúa recorriendo mares y puertos, y siempre recuerda a su amigo y se pregunta qué será de su vida.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"> </span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Un día, el itinerario de un viaje lo lleva al mismo puerto donde años atrás se ha despedido de su entrañable. Se siente ansioso por saber de él, por verlo, abrazarlo, conversar y saber de su vida.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Así, en cuanto el barco amarra, salta al muelle y comienza a caminar apurado hacia el pueblo, mientras piensa dónde estará su amigo, si seguirá en la isla, si se habrá acostumbrado a esa vida o tal vez se habrá ido en otro barco.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"> </span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Rumbo al pueblo, se cruza con un grupo numeroso de personas que viene caminando en sentido contrario a él por la playa, en un espectáculo magnífico.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Entre todos, llevan en alto, sentada en algo similar a un trono, a una mujer bellísima. Los caminantes cantan hermosas canciones y obsequian flores a la mujer, quien a su vez les arroja pétalos y guirnaldas.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El caminante se detiene y lo observa todo, admirado por la belleza del espectáculo y, sobre todo, de la mujer. Sólo reanuda su marcha cuando el cortejo se pierde de vista en la lejanía.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">A poco de andar, encuentra a su amiga. Se saludan y abrazan de modo interminable, llenos de emoción y alegría.</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El viajero comienza a hacer preguntas casi sin detenerse a respirar entre una y otra:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- ¿Cómo te fue? ¿Te acostumbraste a vivir aquí? ¿Te gusta esta vida? ¿No quieres volver?</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Hace una pausa, y al fin se atreve a preguntarle:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- ¿Y… cómo está tu esposa?</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Sonriendo, su amigo le responde:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- Muy bien, espléndida. Es más, supongo que por la dirección desde la cual te vi llegar, tienes que haberte cruzado con ella en tu camino. Era llevada en andas por la playa por un grupo de amigos que celebra su cumpleaños. ¿No viste el cortejo?</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">El visitante, al escuchar esto, recuerda a la mujer insignificante con la que años atrás se casó su amigo, y tras un silencio incómodo se atreve a preguntarle:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- ¿Te separaste? Vi el cortejo, y a la mujer, pero quizás no recuerdes que estuve en tu boda y esa no es la misma con la que te casaste.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;">Su amigo suelta una carcajada, y responde:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;">- Mi memoria es excelente, no me separé ni me casé en segundas nupcias, y sí, la que te cruzaste ahora es la misma mujer con la que me viste casarme.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- ¡No puede ser! –exclama el otro hombre, que no puede ocultar su desconcierto pese a que con sus palabras cometa una imprudencia-. Esta mujer es increíblemente hermosa, femenina, sensual, simpática… ¿Cómo va a ser la misma? ¿Ha ocurrido algún milagro para transformarla de ese modo?</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Sin dejar de reír, su amigo le dice:</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">- Algunos lo llamarían de esa manera, pero en realidad lo que sucedió es algo muy simple. Cuando solicité su mano, su padre me pidió como dote el equivalente al precio de tres vacas por ella. Hasta entonces, ella creía que eso era lo que valía: tres vacas. Pero yo pagué por ella el precio de nueve vacas, incluso tuve que insistir para que su padre lo recibiera, pues creía que yo estaba loco. Luego la traté y consideré siempre como una mujer cuyo valor era el de nueve vacas. La amé como a una mujer cuya dote era de nueve vacas. Y ella… ¡sencillamente se transformó en una mujer de valor equivalente al de nueve vacas!</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 7.0pt;"> </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Una perspectiva de género</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Desde cierto punto de vista, este relato refleja una cultura patriarcal en la cual la mujer no puede ni siquiera hablar si no media la previa intervención de su padre, cuyo poder llega al punto de fijar el precio de aquella y concertar su matrimonio.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Luego la mujer se transforma positivamente, en función de cuánto la valora su marido.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y el signo que permite advertir esa <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“evolución”</i></b> es la estética exterior de la muchacha.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás nos produzca cierto rechazo esta historia, y quizás nos imaginemos que se trata de un pueblo viviendo en un tiempo remoto o en una geografía lejana (como enfatiza el propio texto en un par de ocasiones).<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pero si avanzamos más allá de ese rechazo inicial, adoptando lo que hoy suele llamarse una <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“perspectiva de género”</i></b> es posible que advirtamos que mucho de lo que nos genera esa repulsa, se halla presente también en nuestras sociedades contemporáneas, donde no obstante los grandes avances del género femenino, aún subsisten la mayoría de las características centrales de esta narración: necesidad de permiso y aprobación masculina, énfasis en la belleza exterior, consideración como mercancía, establecimiento de un precio, etc.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Una perspectiva de especie</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero si expandimos la mirada, quizás veamos que este relato no sólo nos habla sobre la condición del género femenino, sino de toda la especie humana, sujeta a limitaciones y condicionantes presentes en nuestra vida cotidiana.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En el lugar del <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“padre”</i></b> de esta historia podemos situar a todos los mandatos y creencias que nos dicen lo que podemos o no podemos hacer, lo que está bien y lo que está mal, lo que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“deberíamos”</i></b> o <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“no deberíamos”</i></b> hacer (o sentir, pensar, o decir). Esos mandatos y creencias son los que, en definitiva, nos conceden o niegan <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“permisos”</i></b> para vivir de tal o cual manera.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En el rol del esposo que valora podemos ubicar a la mirada de los demás, cuya aprobación buscamos para sentirnos reconocidos y valiosos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y en cuanto a la belleza exterior de la muchacha, si lo que nos resulta decisivo es el juicio ajeno, es probable que nos movamos en el ámbito de lo que es más visible para los otros. Y lo que está más a la vista de los demás, suele ser más bien el continente, la fachada, que el contenido.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es así como, en vez de escuchar nuestra voz interna, que guiada por el amor apunta a manifestar en nuestras vidas paz, felicidad, serenidad, confianza, a menudo nos inclinamos a movernos en planos superficiales, en los que obedeciendo a lo que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“debemos”</i></b> hacer, nos consagramos a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“tener”</i></b> para <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“mostrar”</i></b>, como medio para obtener, en devolución, una mirada que nos apruebe.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Quizás, cuando vivimos en esos marcos, no sea extraño que la existencia sea percibida como una lucha con ganadores y perdedores, y que aún cuando recibamos la ansiada aprobación externa, lo que experimentemos sea un enorme vacío.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Tal vez estemos fuertemente condicionados a reproducir esos modos de vivir, pues la mayoría de los sistemas educativos (formales y no formales) a menudo están orientados en esa dirección. Pero no estamos determinados ni obligados de modo inexorable a que así sea, y podemos reemplazar los <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“círculos viciosos”</i></b> por otros senderos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“virtuosos”</i></b>.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Acceder a la perspectiva de que otros modos de vivir, más satisfactorios, son posibles, implica un ejercicio personal de compromiso consciente con nuestro propio cambio. Mirar más allá de los límites que solemos tomar por infranqueables, puede aportarnos la maravilla de contemplar otros paisajes, de expandir nuestros horizontes.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La perspectiva de la confianza</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En otra lectura de esta narración, que se complemente con la que acabamos de realizar, ella puede hablarnos de la importancia de la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“confianza”</i></b>.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La muchacha, al comienzo de la historia, tiene bloqueado su propio discernimiento, y a gusto o a disgusto acepta las reglas que le imponen callar, someterse a la voluntad paterna, ser <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“dada”</i></b> en matrimonio, etc.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero aparece un elemento ajeno al sistema que determina esas reglas, personificado en la figura del viajero, que aunque parece jugar de acuerdo a las normas establecidas, las lleva al límite cuando, mediante lo que paga, deja de hablar de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“precio”</i></b> para referirse al <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“valor”</i></b> de la mujer.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es allí cuando podemos ingresar a la dimensión de la “confianza”. Y es así si consideramos que este hombre no posee una mirada aprobatoria <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“constitutiva”</i></b> de la muchacha, es decir, si no se trata de que su mirada otorgue reconocimiento a quien de otro modo permanecería siendo insignificante, sino a que su mirada es simplemente <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“alentadora”</i></b>. Dicho de otro modo, él <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“apuesta”</i></b> al potencial de la joven que, liberado, puede llegar a ser todo lo que ella decida que sea. Esa apuesta es la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“confianza”</i></b>, que más que apuesta librada al azar, es una certeza, que no se desmerece ni siquiera aunque el otro en quien se confía no decida manifestar su potencial. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Veámoslo a través de tres variaciones de un mismo ejemplo:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">a) C <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“ama”</i></b> a su hijo/a M. Movido por ese <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“amor”</i></b>, quiere que M se desarrolle en cierta profesión, sea heterosexual, entable una relación afectiva con alguien que pertenezca a determinado <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“círculo social”</i></b>, tenga hijos, etc. En la medida en que M cumpla con esas expectativas, todo irá de maravillas, al menos en el sentido de que C verá satisfechas sus ilusiones y M estará haciendo lo que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“debe”</i></b>. Quizás sea mejor no preguntar demasiado acerca de cómo se siente M al realizar cada elección, o a través de cada etapa de su vida, pero eso es secundario. Pues este es el ámbito de las <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“relaciones-fachada”</i></b>: observadas desde fuera, todo luce espléndido, todo está en su lugar, todo es como debe ser.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">b) En una variante posible, M decide rebelarse y elegir distinto a lo que C espera de él/ella. En algún punto, M <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“rompe el corazón”</i></b> de C, al defraudar sus expectativas. Y esto ocurre no sólo porque C no ve satisfechas sus ilusiones, sino porque, de ese modo, C está <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“seguro/a”</i></b> de que M será infeliz. Es obvio que C no es un malvado de historieta que quiere imponer sus criterios a M para que éste lo pase mal, sino que sinceramente cree que de ese modo contribuye a su bienestar. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">M sufre, porque se ve en la encrucijada de tener que realizar una elección que o bien va en contra de lo que siente, o bien lo/a enfrenta con lo que los mandatos le dicen que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“debería”</i></b> hacer. C también sufre, porque M o bien le rompe el corazón, o acata y calla, pero aún en este supuesto la relación ya no será la misma de antes, algo se habrá rajado en ella.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">c) En otra perspectiva, C ve en M un libro con sus páginas en blanco. Sabe que M cuenta con la posibilidad de desarrollarse en cualquier sentido que elija, y hasta el grado en que así lo decida. Quizás le gustaría que ciertos aspectos vayan en determinada dirección, pero sabe que eso es decisión exclusiva de M. C apoya a M en que crea en ese potencial que posee, pero no influye deliberadamente hacia dónde <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“debe”</i></b> encaminar ese potencial. Su rol es ayudarle, guiarle, formarle como ser consciente de su capacidad de elegir, pero no conducirle a un punto prefijado de antemano. Es algo así como decirle: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Sé que puedes ser lo que quieras ser. Sé que puedes ir más allá de cualquier estado de limitación que puedas sentir temporalmente, en cualquier ámbito de tu vida. No sólo lo creo. Lo sé. Pero para que así sea, son tus propios pies los únicos que pueden dar los pasos necesarios. Si lo haces o no, es tu decisión. Cuentas con mi apoyo, tanto si eliges hacerlo como si no. Es tu vida, y si bien aspiro a que seas feliz, nadie más que tú puede vivirla. Sea del modo en que lo decidas, siempre tendrás mi amor contigo”</i></b>.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Obviamente, las tres variantes del ejemplo son, de algún modo, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“estereotipos”</i></b>. Difícilmente en nuestra realidad alguien se conduzca de una manera que encaje perfecta y exclusivamente en sólo uno de ellos. Son ejemplos demasiado puros o extremos. Pero sí pueden servirnos para ver qué tipo de mirada prevalece en nuestras vidas. Para interrogarnos acerca de cuánto confiamos en nosotros mismos y cuánto buscamos la mirada ajena que nos apruebe, y cuánto confiamos en los demás y cuánto nos comportamos como sus jueces.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás ese sea uno de los sentidos profundos de la frase que dice que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“los otros son nuestros espejos”</i></b>. Quizás ella apunte a que nuestras relaciones nos devuelven la mirada que tenemos sobre ellas; y toda mirada sobre una relación incluye al menos tres elementos: a nosotros, al otro, y al vínculo entre ambos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cada vez que posamos nuestros ojos sobre esos tres elementos, podemos elegir hacerlo desde la confianza que nace del amor, o bien buscando sustitutos que nos conducen a llenarnos de ilusiones, des-ilusiones, exigencias, reproches y culpas.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando uno confía en sí mismo, en el otro, y en el vínculo entre ambos, esa relación puede parir sueños. Cuando no es así, apenas pueden generarse ilusiones, que más tarde o más temprano, al deshacerse contra la realidad, se fragmentarán en dolorosos trozos de resignación, acostumbramiento, amargura, ira, resentimiento, etc.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-46661204114398477582012-01-14T13:05:00.000-03:002012-01-14T13:05:01.454-03:00Un pequeño cuento de Luis María Pescetti<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg62l9JZ4IRlo3qmjDRjtRV17PkwNibnYBudwXc5iIwAHf9tjV10FFmX9EHmd_xzc_MP1TF49r6YZhu1DfkO9_7yl33qnyRJluVO0S13M5mHYQTbPEPJAkmn3xzgnfKYz4cpWX-071HoKY/s1600/Luis+Maria+Pescetti.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" kba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg62l9JZ4IRlo3qmjDRjtRV17PkwNibnYBudwXc5iIwAHf9tjV10FFmX9EHmd_xzc_MP1TF49r6YZhu1DfkO9_7yl33qnyRJluVO0S13M5mHYQTbPEPJAkmn3xzgnfKYz4cpWX-071HoKY/s320/Luis+Maria+Pescetti.jpg" width="320" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span lang="EN-US" style="layout-grid-mode: line; mso-ansi-language: EN-US;">Déme otro</span></b><span lang="EN-US" style="layout-grid-mode: line; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-weight: bold;"></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">Al finalizar el horario de clases llega una madre a buscar a su hijo. La intercepta la maestra, que trae al niño de una mano.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Señora, hoy Fernando se portó fatal.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¿¡Otra vez!?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Pero fatal, fatal… no hace caso, contesta, se burla de los compañeros…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Pues, entonces, déme otro.</span></div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¿¡Cómo que "otro"!? ¿Otro niño?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Sí, porque tampoco sé qué hacer.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Pero, es que no puede ser.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Con su padre ya le dijimos (mirando al niño), pero si él no quiere hacer caso… Qué, ¿no hay más niños?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Es que no se trata de eso, la escuela está llena de niños…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Pues cámbiemelo y listo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—(Dubitativa). No, pero…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Casi mejor pruebo con una niña, estoy pensando.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Es que se me desordena todo, señora, luego vendrá la madre de la niña…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Pero yo llegué primero.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Sí, ya sé, pero luego se quejan, no se crea. Y además (señala con la cabeza al niño) es pasarle el problema a otra familia.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—No, porque así aprende, para la próxima lo va a pensar.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¿Y si no lo quiere nadie?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¿¡Pero qué dice!? ¿Cómo no lo van a querer si es un niño precioso?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Precioso sí que es, pero se porta…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Ah, ¿y qué pretende? ¿Que me lo lleve yo?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—No, si no digo eso.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Hay que hacer algo, maestra, hay que poner límites, si no van de peor en peor.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Bueno, ¿y cuál quiere?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Una niña, ¿no le digo? (mira hacia el patio). Aquélla, la que está saltando.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¡Elena! ¡Recoge tus cosas que te vas con la señora que será tu madre!</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¡Uf! (la niña con evidente fastidio), ¡estoy jugando!</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¡Ala! ¡Vamos! Sin protestar, mira qué primera impresión más fea le vas a dar a la señora.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">La niña, resoplando contrariada por la interrupción del juego, va al salón.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¿No será peor que éste, no? (la madre, preocupada).</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¡Qué va! Es un ángel, lo que ocurre es que estaba jugando; los niños son así.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">Llega la niña con su mochila.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¿Vamos a casa, Elenita?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¿Y hay tele?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—(La maestra y la madre sueltan una risa). ¡Claro que hay tele! Y un perro muy hermoso, que a Fernando le gustaba mucho, ¿verdad, Fernando?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—… (el niño, con la mirada baja, asiente).</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—¡Qué lindo! ¡Nunca tuve un perro porque mis papás no me dejaban!</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">—Pues vamos a casa, que ya tienes uno. Y tú, Fernando, pórtate bien con tu nueva familia y nos vienes a visitar cuando quieras, ¿sí?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333;">El niño asintió otra vez, sin levantar la mirada. La madre saludó amablemente a la maestra. Ésta se despidió de Elena con un beso y dio vuelta hacia el patio, con Fernando de la mano.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El escritor contemporáneo santafesino (nacido en 1958 en la localidad de San Jorge) Luis María PESCETTI nos trae, por vía del absurdo, la ironía y el humor, un pequeño cuento que refleja, a través del personaje de una madre ficticia, una actitud que a menudo, y en distintas áreas de nuestras vidas, acostumbramos adoptar.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sobre hijos y padres/madres reales</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En una primera perspectiva, este cuento nos muestra algunas facetas que en ocasiones desarrollamos cuando nos toca ser padres/madres.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por un lado, junto a todo lo maravilloso que la experiencia conlleva, y que con sinceridad disfrutamos, nuestros hijos suelen ser percibidos como una fuente inagotable de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“problemas”</i></b>. Desde que, siendo bebés, nos hacen pasar noches en vela, pasando por las peleas entre hermanos, la elección de la escuela adecuada, su energía inagotable (que perdura mucho más allá del grado en el que nosotros ya nos sentimos exhaustos), cómo entretenerlos en épocas de vacaciones, cómo llenar su agenda en la época de actividades, el ingreso y desarrollo de la adolescencia, sus dificultades como adultos… en fin, que la paternidad/maternidad es un oficio para el cual, una vez comenzado, ya no existe jubilación posible.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Esos problemas pueden ser enfocados como oportunidades en la cuales poner nuestra atención e intención, y así constituir regalos que nos permiten crecer, o bien, más comúnmente, como piedras en el camino que si no nos aplastan, al menos nos agobian, y tratamos de eliminar de nuestras vidas con la mayor rapidez posible.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando vemos a los problemas como <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“piedras”</i></b>, por lo común nos distraemos en cuestiones tales como por qué aparecieron a nuestro paso, quién nos las tiró, y quién las quitará. Dicho de otra manera, nos des-enfocamos de nosotros mismos, y nos lanzamos a toda velocidad por un tobogán de reproches, acusaciones y exigencias, dirigidos hacia otros.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En lo fundamental, queremos que alguien se haga cargo del problema y nos lo resuelva. Como la mamá del cuento, que le pide el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“cambio”</i></b> a la maestra, pretendemos que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“alguien”</i></b> nos saque el problema de encima. Sin ir demasiado lejos, ¿cuánta responsabilidad transferimos cada día a los docentes de nuestros hijos?, ¿cuánta a quienes los cuidan en nuestra obligada ausencia por razones laborales?, ¿cuánta a los aparatos como la televisión, la PC o los videojuegos?, ¿cuánta a los médicos de quienes esperamos que solucionen químicamente la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“hiperactividad”</i></b> o el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“déficit de atención”</i></b> de los niños?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por otro lado, así como transferimos responsabilidades en alguien que resuelva, también lo hacemos pretendiendo el cambio de nuestros hijos. O bien a través de la acción de ese alguien más que interviene sobre ellos (los docentes, los psicólogos, los químicos, etc.), o porque lo hagan de algún otro modo (creciendo, estabilizando sus hormonas, modificando sus amistades, etc.).<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>No asumimos ni que son en mucho nuestros frutos, ni que tienen una identidad propia: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“ellos TIENEN que cambiar”</i></b>.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sobre otros hijos y padres</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero, además de quienes son nuestros hijos, cada aspecto de nuestra vida, cada obra, cada acción que desarrollamos, en cuanto es nuestra manifestación, es también nuestra criatura.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y, en este ámbito, a menudo actuamos igual que respecto a nuestros otros hijos. Lo cual no es llamativo, sino más bien coherente.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Concebimos a los resultados de nuestras acciones como obra de la influencia de alguien ajeno a nosotros, sin ver el nexo entre unos (resultados) y otras (acciones previas). No los vemos como oportunidades de elegir de algún modo que nos aporte crecimiento, sino como enemigos a los cuales derrotar (para lo cual solemos creer que es necesario <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“luchar”</i></b>). Pretendemos que alguien (una persona, el destino, la vida) se encargue de ellos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">También, como la mamá del cuento, solemos apuntar nuestra esperanza al cambio de aquello que nos molesta. Y una de las formas en las que creemos que este cambio puede darse, es renunciando a la situación problemática. Por ejemplo, si tenemos una relación de pareja conflictiva, nos salimos de ella. Si tenemos una actividad laboral insatisfactoria, cambiamos a otra. Si estamos a disgusto con nuestra casa, nos mudamos. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Eso puede ser fantástico, o puede dejar todo igual que antes. Es que todo depende de si el cambio es expresión de una nueva forma de elegir a la que arribamos, o una huida de los problemas cuya causa solemos depositar afuera. Cambiarse de casa, de trabajo, de relación, puede implicar un crecimiento, o un escape que, más temprano que tarde, probablemente nos deposite a las puertas de la misma o similar escena reiterada. Y es que cuando cambiamos para <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“huir”</i></b>, pasamos por alto que, en la huida, podemos dejarlo todo, pero nos llevamos con nosotros a nosotros mismos. Y ése no es un detalle menor.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Asumir la paternidad/maternidad</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Tanto respecto a unos como a otros <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“hijos”</i></b>, quizás no sea desatinado desplazar un poco el foco de nuestra atención, e incluirnos a nosotros mismos en la película que nos habituamos a mirar.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando nos ponemos en ella, podemos darnos cuenta de que nuestro rol es el de padres/madres. No somos espectadores, ni ajenos, ni pares con respecto a nuestras <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“criaturas”</i></b>. Hemos elegido manifestarlos (ya sea de manera consciente o, mucho más habitualmente, de modo inconsciente, y esto dicho casi literalmente), y por ello tenemos un papel que cumplir para que, a través de su desarrollo, vayan siendo niños, adolescentes y adultos, capaces de elegir de manera consciente y satisfactoria para su propia vida.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Asumir responsabilidad no pasa por cargarse de culpas ni exigencias, y mucho menos por repartirlas hacia otros. Implica hacerse cargo de las elecciones que vamos formulando de la mejor forma que podemos y sabemos, disculpándonos los errores, reparando lo reparable, ejercitando el amor y la atención consciente.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Puestos a ser padres/madres sin manuales de instrucciones infalibles, atravesamos procesos de aprendizajes en los que podemos ir creciendo o no, según los pasos que elijamos dar. Cuanta mayor atención consciente y amor seamos capaces de poner en nuestro cotidiano caminar, más y mejor sabremos respecto a nuestras posibilidades. Cuanto más sepamos acerca de nuestro potencial, más podremos ponerlo en acto, y menos limitaciones experimentaremos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuantas menos limitaciones experimentemos en ser padres/madres responsables, es probable que ello también se refleje en las criaturas que demos a luz.</div><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-60257574464816910262012-01-07T01:06:00.001-03:002012-01-07T02:08:52.057-03:00Un pequeño cuento de Henry Van Dyke<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKaRuEPxSKhWN-sc-bYvF3KVgex8Hk55TPNzAZDKkkitos-Wvk88Z-BjqHEW6ZUUtEGlgn_GNelNj4aJzfBqWwlxfQrwBg2b2fi_WavZfduAgyK92YXSma_exgXf8WpMAHNfu7Cpdl3yc/s1600/cuarto+rey+mago.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" rea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKaRuEPxSKhWN-sc-bYvF3KVgex8Hk55TPNzAZDKkkitos-Wvk88Z-BjqHEW6ZUUtEGlgn_GNelNj4aJzfBqWwlxfQrwBg2b2fi_WavZfduAgyK92YXSma_exgXf8WpMAHNfu7Cpdl3yc/s1600/cuarto+rey+mago.jpg" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span lang="EN-US" style="layout-grid-mode: line; mso-ansi-language: EN-US;">El otro rey mago (“The other wise man”)</span></b><span lang="EN-US" style="layout-grid-mode: line; mso-ansi-language: EN-US; mso-bidi-font-weight: bold;"></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 21.0pt;">1. Prefacio</span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">El lector ya conoce la historia de los Tres Reyes Magos que viajaron desde remotas tierras para presentar sus ofrendas en el pesebre de Belén. Pero, ¿ha oído la historia del cuarto Rey Mago, que también vio la estrella y la siguió, aunque no pudo llegar a tiempo? Aquí he de relatar las andanzas de aquel peregrino que, a pesar de haberle sido negado la realización de su mayor anhelo, encontró el éxito en esa negativa.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Contaré la historia guiándome por los fragmentos que oí en el Vestíbulo de los Sueños, en el Palacio del Corazón del Hombre.</span></div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Por los días en que César Augusto, era señor de muchos reyes y Herodes reinaba en Jerusalén, un tal Artabán El Medo vivía en la ciudad de Ecbatana, entre las montañas de Persia. Desde la azotea de su casa alcanzaba a ver, sobre las elevadas almenas de las siete murallas que rodeaban el tesoro real, la montaña donde el palacio de verano de los emperadores partos lucía como una joya en una corona.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">En torno a la morada de Artabán se extendía un hermoso jardín bañado por arroyos que descendían de las faldas del monte Orontes y donde las aves, innumerables, hacían oír su canto. Pero en la dulce y aromática oscuridad de esta noche de septiembre, sólo se oía el sonido de las aguas saltarinas. Por encima de los árboles, una luz débil brillaba a través de los arcos encortinados de la cámara superior, donde el señor de la casa celebraba consejo con sus amigos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán contaba unos 40 años, su pelo era negro, su mirada brillante y sus labios delgados y de líneas firmes. Tenía el rostro de un soñador y la boca de un soldado, indicios de su gran sensibilidad y de la firmeza de su carácter.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Vestía túnica de seda, manta de lana blanca y gorra del mismo color. Tal era el hábito de la antigua hermandad de los magos, denominados los Adoradores del Fuego.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">-¡Bienvenidos! –exclamaba a medida que sus amigos entraban en la habitación–. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Sed bienvenidos y que el placer de vuestra presencia ilumine esta casa.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Los reunidos eran nueve, de diferentes edades, pero iguales en la riqueza de su vestimenta. Llevaban un grueso collar de oro que los distinguía como partos de la nobleza, y un medallón del mismo metal, emblema de los sectarios de Zoroastro. Se ubicaron en torno de un pequeño altar negro donde ardía una llama diminuta. Artabán, de pie junto al ara, alimentaba el fuego con ramitas de abeto seco y aceites fragantes. Luego, al iniciar el arcaico canto, se unió a su voz la de sus compañeros entonando el hermoso himno a Ahura Mazda:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt; mso-bidi-font-style: italic;">“Adoramos al Espíritu Divino, poseedor de toda bondad y sabiduría…”</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">El himno parecía avivar el fuego, que llego a iluminar toda la habitación…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Como cumple a la residencia de un hombre, el salón ofrecía una exuberante ornamentación oriental que expresaba el carácter y el espíritu de su señor.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Al terminar el himno, Artabán invito a sus amigos a tomar asiento y comentó:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Habéis acudido a mi llamado, como fieles discípulos de Zoroastro, a fin de renovar vuestra devoción y fe en el Dios de la Pureza, de igual modo que este fuego se ha avivado en el altar. Porque el fuego es la más pura de todas las cosas creadas lo hemos elegido como el símbolo de Aquel. Este fuego nos habla de quien es la Luz y la Verdad. ¿No es así, padre mío?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">-Has dicho bien, hijo mío –repuso el Venerable Abgarus–. Los ilustrados jamás son idolatras, pues descorren el velo de las formas para penetrar en el santuario de la verdad.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">-Oídme, pues padre mío, y vosotros, amigos. Juntos hemos estudiado los secretos de la naturaleza y las virtudes ocultas del agua, del fuego y de las plantas. También hemos leído los libros de las profecías. Pero la más elevada de las ciencias es el conocimiento de las estrellas, y seguir su curso equivale a descifrar los misterios de la vida. Pero, ¿nuestro conocimiento de ellas no es aún incompleto? ¿No hay todavía muchas más estrellas más allá de nuestro horizonte? ¿Luces conocidas sólo por los habitantes de las lejanas tierras del Sur?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Se alzó en la sala un murmullo de asentimiento.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Las estrellas constituyen los pensamientos del Eterno –observó Tigranes–. Son incontables. La máxima sabiduría en la Tierra es la de los Magos porque están conscientes de su ignorancia. Y allí reside el secreto de su poder. Mantenemos a los hombres en constante busca de un nuevo amanecer, pero nosotros sabemos que las tinieblas son iguales a la Luz y que el conflicto entre esta y aquellas jamás terminará.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Esa teoría no me satisface -replico Artabán-, porque si la espera es eterna, el mirar y aguardar no sería muestra de sabiduría. El nuevo amanecer sin duda llegará en el tiempo señalado. ¿No afirman nuestros libros que los hombres verán el resplandor de una nueva luz?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Es verdad –terció Abgarus–, todo fiel discípulo de Zoroastro conoce la profecía: <span style="mso-bidi-font-style: italic;">“Ese día, Sosioh el Victorioso se alzará de entre los profetas y a su alrededor brillará un gran resplandor. Él convertirá la vida en eterna, incorruptible e inmortal, y los muertos volverán a levantarse.”</span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Padre mío –dijo entonces Artabán, con el rostro iluminado–, yo he llevado esta profecía en mi corazón. La religión que no abriga una gran esperanza es como un altar donde no arde un fuego vivo. Y ahora os diré que, a la luz de su llama, he leído otras palabras que hablan de esto aun con más claridad –mostró dos rollos de lino que tenían algo escrito–. Mucho tiempo antes de que nuestros ancestros llegaran a las tierras de Babilonia, ya existían sabios en Caldea, de los cuales los primeros magos aprendieron el secreto de los cielos. Y de ellos, Balaam fue uno de los más poderosos. Atended a las palabras de su vaticinio: <span style="mso-bidi-font-style: italic;">“De Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel”</span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Judá vivió cautivo a orillas de los ríos de Babilonia –repuso Tigranes con desdén– y los hijos de Jacob eran esclavos de nuestros reyes. Las tribus de Israel se hallan esparcidas entre las montañas, como otras tantas ovejas extraviadas. Del resto, que vive en Judea bajo el yugo de Roma, no se alzará estrella ni cetro alguno.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Aun así –replico Artabán–, fue el hebreo Daniel, el gran estudioso de los sueños, el sabio Beltsassar, el hombre más honrado y querido de nuestro gran rey Ciro. Profeta infalible y lector de los pensamientos del Todopoderoso, Daniel demostró su valía ante nuestro pueblo y escribió: <span style="mso-bidi-font-style: italic;">“Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas”</span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Pero, hijo mío –objetó Abgarus–, esos son números místicos. ¿Quién será capaz de desentrañar su sentido? </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán contestó: </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Con mis compañeros magos Gaspar, Melchor y Baltasar he examinado las antiguas tablas de Caldea y calculado el tiempo. El día llegará este año. Hemos observado el firmamento, y durante esta primavera vimos que dos de las estrellas mayores se acercaban para formar la señal del pez, que representa a la tribu de los hebreos. Vimos también una nueva estrella, que brilló durante una noche y se desvaneció. Ahora, los dos grandes planetas se están aproximando de nuevo. Esta noche es la de su conjunción. En el antiguo Templo de las Siete Esferas, en Borsippa, en Babilonia, mis tres compañeros se encuentran observando y yo estoy haciendo lo mismo, pero aquí. Si la estrella vuelve a brillar, dentro de diez días emprenderemos juntos el camino a Jerusalén para ver y adorar al ungido que vendrá al mundo como Rey de Israel. Estoy seguro de que el signo llegará y tengo todo dispuesto para mi viaje. He vendido mi casa y mis propiedades y comprado estas tres joyas: un zafiro, un rubí y una perla para entregársela al rey como tributo. Os invito a que me acompañéis en este peregrinaje para que recibamos al Príncipe todos juntos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán les mostró las tres grandes gemas: una azul como el cielo; otra, más roja que el rayo del alba; y la última, tan pura como la nieve.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Pero sus amigos lo miraban con indiferencia y extrañados, como quien ha oído relatos increíbles, o alguna propuesta para realizar una empresa imposible. Por fin Tigranes habló:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Tu sueño es vano, es el resultado de haber pasado demasiado tiempo contemplando las estrellas y cultivando pensamientos elevados. Ningún rey surgirá de la desmembrada raza de Israel y nadie podrá incorporarse jamás a la eterna batalla entre las tinieblas y la luz. Quien espere tal cosa, no hace sino perseguir una sombra. Adiós.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Así, cada uno de los presentes rehusó participar en la búsqueda y desearon a su anfitrión, buena suerte. Sin embargo, Abgarus, el más anciano, permaneció hasta que los demás se hubiesen marchado, y comentó: </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Hijo mío, quizás la luz de la verdad resplandezca en este signo aparecido en los cielos; o tal vez no sea sino la sombra que dijo Tigranes. Pero más vale ir tras la sombra de algo mejor que darse satisfecho con lo peor. Quienes anhelan ver prodigios, deben estar prontos a viajar solos. Estoy demasiado viejo para emprender una jornada semejante, pero mi corazón os acompañará en vuestro peregrinaje día y noche. Id en paz.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Así pues, Artabán quedó a solas en la habitación cuya bóveda aparecía cuajada de estrellas. Durante largo rato estuvo contemplando la llama que se consumía en el altar y luego se dirigió a la terraza.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">El temblor de la tierra antes de que esta despierte de su sueño nocturno había comenzado, y la fresca brisa que anuncia el amanecer bajaba desde el monte Orontes. Se oía el trino de las aves que empezaban a despertar, y de los emparrados subía el aroma de la vid ya madura.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">A lo lejos, la neblina cubría la pradera oriental, y en el horizonte occidental zigzagueaban los picos de la sierra de Zagros. El cielo estaba limpio. Júpiter y Saturno giraban juntos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">De pronto, Artabán descubrió en la oscuridad una luz celeste que cambió su color a rojo y tomó la forma de una esfera. Luego, dicha luz se elevó en espiral y tornóse en un punto de albo resplandor que, diminuto y muy remoto, rutilaba en la bóveda del firmamento.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán inclino la cabeza… <span style="mso-bidi-font-style: italic;">“Esta es la señal”</span>, pensó. <span style="mso-bidi-font-style: italic;">“… Ya viene el Rey, y yo partiré a su encuentro”</span>.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 21.0pt;">2. En las aguas de Babilonia</span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Vazda, la yegua más veloz de Artabán, estaba esperando, ensillada y aparejada en la caballeriza, piafando con impaciencia. Antes que los pájaros se hubiesen despertado por completo para dar principio a su agudo y jubiloso cantar matutino, antes que la neblina hubiese comenzado a levantarse perezosamente de la pradera, el mago se montaba sobre la silla y cabalgaba hacia el Oeste por el camino que recorría las faldas del monte Orentes.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">¡Cuán estrecha e intima es la camarería que en toda larga jornada une a un hombre con su caballo predilecto!</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Hombre y bestia beben de la misma fuente a la vera del camino, duermen al amparo de las mismas estrellas, el amo comparte su comida con su hambriento compañero y siente que acarician la palma de su mano los belfos suaves del animal. Al amanecer despierta gracias al soplo de una cálida y dulce respiración sobre su faz soñolienta, y al abrir los ojos, ve los de su fiel compañero de viaje, que se muestra preparado para iniciar el trabajo del día.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Así, los ligeros cascos van tocando su animosa música a lo largo de la senda, al ritmo de los agitados corazones.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán, debía cabalgar hábil y prudentemente para reunirse con los otros tres magos a la hora señalada. La ruta medía 150 parasangas, y 15 era la mayor distancia que podía cubrir en un día. Pero el jinete avanzaba sin inquietud, salvando la distancia fijada para cada día, si bien había de viajar hasta entrada la noche y reanudar su marcha antes que apareciera el Sol.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Pasó a lo largo de las oscuras faldas del monte Orontes, surcadas por el camino pedregoso de un centenar de torrentes. Atravesó Campos Niseamos, donde sus famosas manadas de caballos, que estaban pastando en los anchurosos prados, sacudían la cabeza al sentir aproximarse a Vazda y se alejaban al galope. Las bandadas de aves silvestres levantaban el vuelo desde las cenagosas praderas revoloteando en grandes círculos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán cruzó los campos fértiles de Concabar. La trilla del grano arrojaba al aire una dorada neblina que ocultaba a medias el vasto Templo de Astarté de 400 pilares.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">En Bagistán, entre los esplendidos jardines, el peregrino alzó su mirada hacia el escarpado pico de la montaña. Creía ver la figura del rey Darío, pisoteando a sus enemigos vencidos, y tallada en la elevada faz del eterno farallón, la orgullosa lista de sus guerras y conquistas.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Recorriendo desfiladeros fríos y desolados, arrastrándose dificultosamente por entre las montañas, bajando un buen número de oscuras cañadas, donde el río corría frente a él; cruzando valles con terrazas de calizas amarillas cargadas de vides y árboles frutales; pasando a través de los bosques de encina de Carina y los oscuros portales de Zagros; salvando anchos arrozales donde los vapores otoñales esparcían sus mortíferas neblinas; siguiendo el río Gindes, bajo las trémulas sombras de álamos y tamarindos, y saliendo a la meseta llana donde él corría derecho, por entre los campos de rastrojos y praderas resecas, a través de las corrientes ondulantes del Tigris y de los muchos canales del Eufrates, Artabán siguió adelante hasta llegar, al anochecer del décimo día, al pie de las destrozadas murallas de Babilonia.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Hubiera entrado en la ciudad, en busca de descanso y refrigerio para él y su bestia, pero le quedaban tres horas de camino hasta el Templo de las Siete Esferas, a donde debía llegar a la media noche para encontrar a sus tres compañeros.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Así pues, continuó la marcha.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">La yegua disminuyó su paso al llegar a la sombra que echaba un bosquecillo de datileras sobre un campo de rastrojos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">El huerto resultaba tan cerrado y silencioso como una tumba; allí no se agitaba una hoja ni se oía el trino de un pájaro. Vazda presentía algún peligro o dificultad. Dejó escapar al fin un rápido relincho de ansiedad y desaliento, y se quedó inmóvil delante de una masa oscura que yacía a la sombra de la última palmera.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán desmontó. La luz tenue dejaba ver a un hombre tendido en medio del camino, uno de los muchos exiliados hebreos que todavía habitaban la región. Por su piel, seca y amarilla, se adivinaba que padecía la fiebre mortífera que por otoño hacía estragos en las ciénagas. Su mano denunciaba el frío de la muerte.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán se volvió a otro lado invadido de tristeza, consignando el cadáver al entierro que los magos juzgan más digno: el funeral del desierto, tras del cual los milanos y los buitres se levantan agitando sus negras alas y se alejan sin dejar más que una pila de huesos entre la arena. Mas al volverse, oyó un suspiro mortal que escapaba del desdichado, mientras sus huesudos dedos se aferraban al borde del manto del viajero.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Sintió que su espíritu se estremecía y vacilaba. ¿Qué derecho asistía a aquel desconocido para esperar algún servicio de Artabán?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Si no llegaba a Borsippa a la hora convenida, sus compañeros partirían sin él. ¿Debía hacer a un lado su propósito de seguir en pos de la estrella y arriesgar la recompensa que obtendría su fe divina, solo por unos sorbos de agua a aquel moribundo?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt; mso-bidi-font-style: italic;">“Oh, Dios de la verdad y la pureza, indícame el camino sagrado, la senda de la sabiduría que solo Tú conoces”</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Enseguida se acercó al enfermo y lo llevó hasta el pie de la palmera. De uno de los canales cercanos, trajo un poco de agua para humedecer la frente y los labios del desdichado. Mezcló en el líquido unas gotas de esos sencillos y eficientes remedios que llevaba en el cíngulo (pues los magos eran tan hábiles médicos como astrólogos) y le dio la medicina al moribundo. Hora tras hora, estuvo luchando por ayudarlo a recobrarse y, por fin, cuando el hombre se sintió mejor, se incorporó y miró a su alrededor.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- ¿Quién eres? –inquirió.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Soy el Mago Artabán. Me dirijo a Jerusalén, en busca de quien habrá de venir al mundo para ser el Salvador de toda la humanidad. El tiempo me apremia, ya no puedo demorarme más, aquí tienes todo lo que me resta de pan y vino, además una poción de hierbas medicinales. Cuando recuperes las energías, podrás encontrar las viviendas de los hebreos entre las casas de Babilonia.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Quiera el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, bendecir y dar éxito al viaje de quien tiene misericordia. Nada tengo que darte a cambio aparte de este conocimiento: nuestros profetas afirman que el Mesías nacerá en Belén de Judá, y no en Jerusalén. Que el Señor te lleve hasta ese lugar a salvo y en paz.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Pasada ya la media noche y recobradas las energías, Vazda volaba sobre el suelo como una gacela. Cuando llegaba a la última etapa de su jornada y el primer rayo del Sol tendía la sombra de la yegua, que se adelantaba en la carrera, Artabán recorrió con su mirada el monte de Nimrod y el Templo de las Siete Esferas sin descubrir a sus amigos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Al galope, el peregrino rodeó el monte cuyas terrazas de ladrillos multicolores se hallaban en ruinas. Se apeó luego y trepo hasta lo más alto de los terrazgos dirigiendo su vista hacia el oeste. La desolación de las ciénagas se extendía hasta el horizonte. Los avetoros se posaban a orillas de las charcas estancadas y los chacales se escurrían acechando; pero no se divisaba la caravana de los tres reyes magos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán encontró bajo un montecillo de ladrillos rotos un jirón de pergamino que decía <span style="mso-bidi-font-style: italic;">“No podemos demorarnos más. Partimos al encuentro del Rey. Síguenos a través del desierto”</span>.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Se sentó entonces en el suelo y se tomó la cabeza desesperado. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt; mso-bidi-font-style: italic;">“¿Cómo podré atravesar el desierto sin comestibles y con un caballo agotado? Debo regresar a Babilonia, vender mi zafiro y comprar camellos y provisiones para el viaje. Solo Dios misericordioso puede decir si no veré al Rey por haberme atrasado con el fin de hacer una merced”.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 21.0pt;">3. Por amor a un niño</span></b><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 21.0pt; mso-bidi-font-weight: bold;"></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Se había hecho el silencio en el Vestíbulo de los Sueños. Y en este silencio yo veía la figura del otro rey mago cruzar el desierto sobre su camello que, avanzando y avanzando, se mecía con regularidad como un barco sobre las olas.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">La región de la muerte extendía su red de crueldad en torno al viajero. Las pedregosas soledades no brindaban más fruto que zarzas y espinas. Ante Artabán se alzaban las sierras áridas e inhóspitas, surcadas por los canales resecos. A lo largo del horizonte aparecían colinas de arena traicioneras cual otras tantas tumbas. Durante el día, el calor abrasador hacía sentir su peso intolerable sobre el aire trémulo y ninguna criatura viviente se movía, salvo diminutos jerbos que se escurrían por entre los marchitos matorrales, o lagartijas que desaparecían entre los resquicios de las piedras. Por la noche, los chacales rondaban, aullando a lo lejos mientras un frío penetrante y agotador seguía a la fiebre del día.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">A pesar de las temperaturas extremas, el mago continuaba adelante.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Avisté luego los jardines y huertos de Damasco, irrigados por los ríos de Abana y Farpar, y sus extensiones de césped con botones en flor. Vi la extensa y nevada loma del monte Hermón, los oscuros bosquecillos de cedros, el valle del Jordán, las azules aguas del lago de Galilea y, más allá, las tierras altas de Judá.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">La figura del mago avanzaba sin descanso a través de todo aquello. Por fin llegó a Belén, fatigado pero henchido de esperanzas, con sus dos joyas para ofrecérselas al Rey.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt; mso-bidi-font-style: italic;">“Ahora -</span><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">se decía- <span style="mso-bidi-font-style: italic;">lo encontraré. No importa que sea solo y después que mis hermanos”.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Las calles de la aldea parecían estar desiertas. Por la puerta abierta de una casucha de piedra, Artabán alcanzaba a oír el canto suave de una mujer.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Entró en la vivienda y halló a una joven madre arrullando a su hijo. Ella le relató sobre los forasteros que llegaron al villorrio tres días antes. Estos peregrinos, según dijeron, venían desde Oriente guiados por una estrella que los llevó al sitio donde José de Nazaret se alojaba con María, su esposa, y con su hijo recién nacido, Jesús. Allí le rindieron homenaje al niño depositando ante sus pies ofrendas de oro, incienso y mirra.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Pero los viajeros –agregó la mujer– desaparecieron repentinamente. Lo extraño de su visita nos infundió temor. La familia de Nazaret huyó en secreto aquella misma noche, y se murmuraba que iba hasta Egipto. Desde entonces, una influencia maligna se cierne sobre la aldea. Se comenta que vendrán soldados romanos con el fin de imponernos un nuevo tributo. Los hombres se han ido a ocultar con sus rebaños a las montañas.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">El pequeño que la mujer sostenía en brazos alzó los ojos al rostro de Artabán y le sonrió mientras alargaba hacia él sus manitas. Al tocarlas, el mago se sintió reconfortado “<span style="mso-bidi-font-style: italic;">¿No podría este niño haber sido el Príncipe prometido?”, </span>se preguntaba acariciando la mejilla suave del niño<span style="mso-bidi-font-weight: bold;">. </span>“<span style="mso-bidi-font-style: italic;">Ha habido Reyes que nacieron en viviendas más humildes que ésta; el favorito de las estrellas podría incluso nacer en una choza. Pero, el Dios de la Sabiduría no ha querido satisfacer mi pesquisa tan fácilmente. El que busco ya ha partido y ahora tendré que seguirlo hasta Egipto”.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">La joven madre acostó al niño en su cuna y le sirvió de comer al singular huésped que el destino habría traído a su casa. Le brindó de buen agrado su sencilla comida que era rica en alivio para el alma y el cuerpo. Mientras Artabán comía, el niño cayó en un apacible sueño. De pronto, el ruido de una violenta confusión en las calles llegó hasta ellos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Entre los llantos de las mujeres y el estruendo de unas trompetas, se oyó un grito desesperado:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- ¡Vienen soldados! ¡Son los soldados de Herodes! Están matando a nuestros hijos!</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Pálida de terror, la joven madre se agazapó en el rincón más oscuro de la pieza y envolvió a su hijo en los pliegues de su manto. Artabán se dirigió al umbral de la casucha y allí se quedó. Sus anchos hombros cubrían totalmente el hueco de la entrada.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Los soldados con sus manos y espadas ensangrentadas se detuvieron vacilantes frente a aquel desconocido de imponente vestiduras. El capitán se adelantó con el propósito de apartar al intruso que se mostraba tan tranquilo como si estuviera contemplando las estrellas. Artabán detuvo con suave firmeza al soldado y declaró con voz baja:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Estoy solo en esta casa, esperando entregar esta joya al prudente capitán que me deje en paz. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Y le mostró el rubí, que brillaba en la palma de su mano como una enorme gota de sangre. El capitán, maravillado ante el esplendor de la joya y con las pupilas dilatadas por la codicia, tomó el rubí.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- ¡Seguid adelante! –ordenó a sus soldados– ¡Aquí no hay ningún niño!</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Mientras el clamor y el fragor de las armas se alejaban calle abajo, Artabán volvió el rostro hacia el Oriente y oró<span style="mso-bidi-font-style: italic;">: “Dios de la Verdad, ¡Perdona mi pecado! He mentido para salvar la vida de este niño, y me he desprendido de otra de mis ofrendas. He gastado a favor del hombre lo que estaba destinado a Dios. ¿Seré digno de contemplar el rostro del Rey?”</span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">La mujer, que lloraba de gozo en las sombras, le dijo dulcemente:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Yahvé te bendiga y te guarde; ilumine Yahvé su rostro sobre ti y te sea propicio; Yahvé te muestre su rostro y te conceda la paz.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 21.0pt;">4. La senda del dolor</span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">En el Vestíbulo de los Sueños reinaba nuevamente el silencio, y comprendí que, bajo aquella honda y misteriosa quietud, los años de vida de Artabán corrían con bastante rapidez.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">De vez en cuando lograba divisarlo entre las multitudes del Egipto populoso buscando indicios de la familia que había venido desde Belén, descubriendo trazas bajo los frondosos sicomoros de Heliópolis y al pie de de las murallas de la fortaleza romana de la Nueva Babilonia, que se alzaba a orillas del Nilo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Pero eran rastros tan tenues y vagos que se desvanecían continuamente, como las pisadas que por un momento dejan huellas en las duras arenas de los ríos y desaparecen luego.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Lo volví a ver al pie de las pirámides. Lo vi levantar la mirada hacia la enorme faz de la esfinge agazapada y tratar de descifrar el sentido de aquella sonrisa.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">¿Significaba, realmente, que la esfinge hacía mofa de todo esfuerzo y aspiración de una búsqueda que jamás se verá satisfecha? ¿O acaso mostraba una nota de aliento, una promesa de que hasta el vencido alcanzará la victoria, el ciego la vista y el caminante refugio?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Una vez más lo vi en una oscura morada de Alejandría, solicitando el consejo de un rabino hebreo. El venerable anciano, inclinado sobre los rollos de pergamino, leía en voz alta las profecías que vaticinaban los sufrimientos del Mesías prometido: despreciable y desecho de hombres, varón de dolores.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Y recuerda, hijo mío, vaticino que al Rey a quien buscas no lo hallarás en un palacio rodeado de riquezas. La Luz que el mundo espera es una Luz nueva, es la gloria que se alzará de un paciente y victorioso sufrimiento. Es un nuevo reino con la realeza de un amor perfecto e invencible. Ignoro cómo será y cómo los soberanos y pueblos de la Tierra reconocerán al Mesías. Pero si sé que quienes lo buscan harán bien en indagar entre los humildes y los pobres, entre los que sufren y los oprimidos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Así divisé repetidas veces al otro rey mago, viajando y buscando por entre el pueblo de la dispersión, con el cual la familia de Belén quizás hubiese encontrado refugio.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Atravesó países donde reinaba el hambre y los pobres lloraban por falta de pan. Moraba en ciudades víctimas de la peste, en las que los enfermos languidecían en la miseria. Iba a visitar a los oprimidos en las prisiones subterráneas, en los mercados de esclavos, en las galeras donde trabajaban hasta el agotamiento. En todo aquel populoso e intrincado mundo de angustias, Artabán no halló a quien rendir adoración, pero encontró a muchos a quien ayudar. Le daba de comer al hambriento, curaba a los enfermos y consolaba a los cautivos. Así sus años corrían veloces. Parecía que había olvidado su pesquisa. Pero en cierta ocasión lo vi por un momento, a solas a la hora del alba, esperando a la puerta de una prisión romana. Sacó la última de sus joyas que le quedaba. Mientras la miraba, una luz tenue e iridiscente, rica en cambiantes haces de celeste y rosa, temblaba en la superficie de la perla. Parecía haber absorbido los colores del zafiro y del rubí.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">De este modo, el propósito secreto de una noble existencia atrae los recuerdos de alegrías y aflicciones pasadas y se torna más brillante y valioso cuando mayor es el tiempo que se guarda. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Luego, yo pensaba en aquella perla, y oí por fin la conclusión de la historia del Otro Rey Mago.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 21.0pt;">5. Una perla de incalculable valor</span></b><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 21.0pt; mso-bidi-font-weight: bold;"></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Habían transcurrido 33 años desde el día en que Artabán inició su búsqueda. Su cabello cano y sus ojos, que antes resplandecían como el fuego, eran rescoldos entre cenizas. Fatigado y pronto a morir, había venido por última vez a Jerusalén en busca del Rey. Había visitado a menudo la Ciudad Santa, registrado sus callejas, sus tugurios y cárceles sin descubrir rastro de la familia que había huido de Belén tiempo atrás. Pero ahora le parecía que era su deber hacer un nuevo esfuerzo. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Los hijos de Israel, diseminados por las tierras más lejanas del mundo, habían regresado al Templo para asistir a la solemne Fiesta de Pascua. Los forasteros atestaban la ciudad y en este día se observaba una singular agitación. El firmamento se mostraba velado por una lobreguez portentosa, y una corriente de emoción parecía sacudir a la muchedumbre. El rumor suave y denso de millares de pies al arrastrarse por el suelo de piedra, iba y venía sin cesar a lo largo de la calle que conduce a la puerta de Damasco.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Al ver Artabán a un grupo de judíos partos, les preguntó a dónde se dirigían.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Al Gólgota, a extramuros de la ciudad –le contestaron–. ¿No te has enterado? Van a crucificar a dos ladrones, y con ellos a un hombre llamado Jesús de Nazaret, quien ha obrado muchos prodigios entre el pueblo. Pero los sacerdotes y los mayores dicen que él también debe morir por haberse hecho pasar por el Hijo de Dios. Y Pilatos ha ordenado que lo crucifiquen porque dice ser el <span style="mso-bidi-font-style: italic;">Rey de los Judíos</span>.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">¡Qué extraño efecto hicieron estas palabras en el fatigado corazón de Artabán! Había recorrido mar y tierra durante toda una vida. ¿Sería posible que se tratara de la misma persona cuyo nacimiento se anunciara con la aparición de una estrella? ¿El mismo del que habían hablado los profetas? </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">El corazón de Artabán latía agitado por las emociones. “<span style="mso-bidi-font-style: italic;">Los caminos de Dios son más singulares que los pensamientos de los hombres”, </span>pensó<span style="mso-bidi-font-style: italic;">. “Tal vez, por fin, daré con el Rey, aunque sea en manos de sus enemigos. Y quizá llegue a tiempo para ofrecer mi perla por su rescate antes de que El muera”.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Así pues, el anciano peregrino fue detrás de la multitud hacia la puerta de Damasco. Pero al llegar a la entrada del cuartel, vio cómo un grupo de soldados macedonios arrastraba a una joven. La muchacha distinguió su gorra blanca y el medallón que lucía en el pecho y escapándose de las manos de sus verdugos se arrojó a los pies del otro rey mago.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- ¡Apiádate de mí! –clamó la joven–. ¡Sálvame por el amor del Dios de la Pureza! Mi padre era mercader en Partía, pero ha muerto, y me han prendido para venderme como esclava en pago de sus deudas. ¡Sálvame! </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán se estremeció. En su alma se desataba el mismo viejo conflicto entre la esperanza de su fe y el impulso que dictaba el amor.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Por dos veces, la ofrenda que consagrara a la religión la había dado en servicio de la humanidad: en el palmar, cerca de Babilonia, y en la choza de Belén. Esta era la tercera vez que se le ponía a prueba.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">¿Sería esta su gloriosa oportunidad o su ultima tentación? No podía decirlo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Solo de una cosa estaba seguro: El salvar a la muchacha sería un verdadero acto de amor. ¿Y no es acaso el amor la luz del alma? Sacó la perla que llevaba junto a su pecho; nunca le había parecido tan luminosa y la puso en la mano de la joven esclava.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">- Toma, hija mía, aquí tienes tu rescate, el ultimo de mis tesoros que guardaba para el Rey...</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Mientras Artabán hablaba, la oscuridad se había hecho más densa y fuertes temblores sacudían la Tierra. Las paredes de las casas vacilaban, sus piedras caían destrozadas y nubes de polvo henchían el aire.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Los soldados aterrorizados, huyeron. Pero el mago y la muchacha permanecían, agazapados e impotentes, al pie de los muros del Pretorio.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">¿Qué tenía él ya que perder? ¿Qué razón le quedaba para vivir? Se había desprendido de su postrera esperanza de encontrar al Rey. Su búsqueda había terminado, y había terminado en fracaso. Pero aún este pensamiento, que aceptaba y acogía, le traía paz. No era resignación.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Sentía que todo estaba bien, porque día a día había sido fiel a la Luz que se le había otorgado y si el fracaso era cuanto había alcanzado, sin duda era por ser éste lo mejor. Si pudiera volver a hacer su vida, no podría ser de otra suerte.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Una nueva y prolongada sacudida de la Tierra arrancó una pesada losa del techo, que golpeó al anciano en la sien. Quedó tendido y la sangre manaba de su herida. La joven se inclinó sobre él, temerosa de que hubiera muerto.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Se oyó una voz que llegó a través del crepúsculo, pero la muchacha no alcanzó a entender lo que decía.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Los labios del anciano se movieron como respondiendo, y la joven esclava le oyó decir en la lengua de Partia: </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt; mso-bidi-font-style: italic;">“Pero Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer?, ¿o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte? ¡Durante treinta y tres años te busqué, pero jamás he llegado a contemplar tu rostro, ni venido en tu auxilio, Rey Mío!”.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt;">Artabán calló y aquella dulce voz se hizo oír de nuevo, muy tenue y a lo lejos. Pero, al parecer esta vez, la joven también comprendió sus palabras:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 13.0pt; mso-bidi-font-style: italic;">“En verdad os digo, que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; mso-layout-grid-align: none; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Una expresión de radiante calma, gozo y maravilla, iluminó el semblante de Artabán. Escapó de sus labios un largo y último suspiro de alivio. Su peregrinaje había concluido y sus ofrendas habían sido aceptadas. El Otro Rey Mago había encontrado al Rey.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si tuviésemos que reducir este relato de 1896 del escritor estadounidense Henry Van Dyke a sólo un par de líneas de desarrollo esenciales, bien podríamos decir que es la historia de una prolongada búsqueda aparentemente infructuosa, a la par que de una sucesión de continuos encuentros.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Artabán, el cuarto rey mago del que nos habla esta narración, pasa más de tres décadas de su vida buscando un “rey” al cual presentar sus ofrendas. En su camino encuentra situaciones y personas que lo sitúan en posición de elegir si proseguir su búsqueda o, en cambio, demorarla para ayudar a alguien. Al final de su vida, a la vez que experimenta una profunda sensación de paz, recibe la revelación de que aquél a quien tanto buscó, fue encontrado por él en cada una de aquellas oportunidades.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿No nos ocurre algo similar muy a menudo, en numerosos aspectos de nuestra vida?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Con frecuencia sostenemos una creencia puramente intelectual en la existencia de una divinidad, y confinamos la posibilidad de nuestro encuentro con ella en una ceremonia ritual, en la reiteración más bien mecánica de ciertas oraciones, o en un futuro más allá. Mientras tanto, desviamos la mirada ante las incontables oportunidades prácticas y cotidianas que quizás podríamos tener para producir ese encuentro a través de nuestra relación con nosotros mismos, con otros seres, e incluso con objetos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y no sólo adoptamos esta actitud con respecto a la divinidad, sino con frecuencia a otras manifestaciones de nuestra existencia. Cuando posponemos el disfrute de experiencias satisfactorias hasta el cumplimiento de ciertas expectativas, actuamos según el mismo patrón. Cada vez que sacrificamos el presente por el futuro, eso es lo que hacemos. Experimentaremos amor, paz, felicidad, compasión, alegría, cuando… y el problema, más allá de que ese <strong><em>“cuándo”</em></strong> pueda no llegar nunca, es qué ocurre en el <strong><em>“mientras tanto”</em></strong>. No prestamos atención a nuestra pareja y/o a nuestros hijos porque estamos absorbidos por el trabajo, trabajo que en realidad no disfrutamos sino que es una carga hasta tanto recibamos un aumento de salario, o un ascenso, o… Podemos tomar innumerables ejemplos, y en definitiva de lo que se trata es de aquello que tan clara y sencillamente definiera John LENNON cuando dijo: <strong><em>“La vida es eso que pasa mientras estamos ocupados haciendo otra cosa”</em></strong>.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando nos convertimos en buscadores casi compulsivos, en eternos insatisfechos, nos ausentamos de cada momento presente, sin darnos cuenta (en otras palabras, siendo in-conscientes) de que no podemos estar en otro <strong><em>“lugar”</em></strong> que no sea ese presente. De modo que estamos sin estar o, dicho de otro modo, nuestra vida sucede mientras no la vivimos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es interesante notar, en la historia de Artabán, cómo él, en cada oportunidad, se da cuenta que tiene en sus manos la decisión, que no son cosas que <strong><em>“le ocurren”</em></strong>, y si bien duda, o más bien se interroga respecto a la mejor elección, elige y, tras ello, experimenta paz. Trasciende la tentación de culpar. No se culpa a sí mismo, ni al destino, ni a los demás. No llega a ver las implicancias totales de su elección, no advierte que a través de ella concreta su anhelado encuentro, si bien puede decirse que a un nivel más profundo, en el de su Ser interior, así es, y de allí deriva aquella experiencia pacífica. Es esa experiencia de paz la que lo confirma en su elección y, al fin de su vida, puede decir que volvería a vivir del mismo modo en que lo hizo. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Esa afirmación no tiene que ver con la necedad de no haber aprendido nada, sino con haber basado sus decisiones, momento a momento, en la guía del amor.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La vida nos es regalada sin manual de instrucciones, y con frecuencia aprendemos a los tumbos, del mejor modo que podemos y sabemos, tropezando una y otra vez ante los mismos obstáculos. Quizás una buena ayuda para experimentar menos tropiezos sea asumir ese hecho inevitable, que no hay una receta única de cómo vivir, sino que se trata de estar presente en la mayor cantidad posible de momentos a lo largo del proceso.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-9432120051693325382011-12-28T01:00:00.000-03:002011-12-28T01:00:28.797-03:00¿Santidad? No... ¡¡Humanidad!!<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/-AIHWI6HUQiA/TvqUBBjOtTI/AAAAAAAAAJc/8_NgaMYQ77M/s1600/humanidad.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" rea="true" src="http://3.bp.blogspot.com/-AIHWI6HUQiA/TvqUBBjOtTI/AAAAAAAAAJc/8_NgaMYQ77M/s1600/humanidad.jpg" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando nos planteamos introducir cambios en nuestra vida, y que el modo más satisfactorio para ello puede ser emprender el camino hacia nuestro propio Ser (desde donde podremos, luego, aportar-nos a la coexistencia y a la convivencia con los demás), nos situamos en esa dirección, podemos llegar a abrazar intelectualmente esa decisión, pero aún no la convertimos en una práctica.</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Más allá de los miedos de todo tipo que pueden asaltarnos en esos momentos, hay uno muy común que, sin presentarse exactamente como tal, suele influir para que nos estanquemos y no avancemos en el sentido en que pensamos que queremos hacerlo. Ese temor tiene que ver con que el desafío de implementar cambios que aporten satisfacción a nuestra vida, a menudo se nos presenta como un dificultoso camino que, casi paralelamente, conduce a la santidad: si nos abstenemos de culparnos y de culpar a otros; de criticar; de quejarnos; si actuamos de manera inocente (no nociva, es decir, sin generar daño ni a nosotros ni a los demás); si aunque no aportemos a la solución que busquen otras personas relacionadas con nosotros, al menos dejamos de ser parte de sus problemas; si vivimos sin envidias ni egoísmos; si la alegría se vuelve una presencia cotidiana… si todos y cada uno de esos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“si”</i></b> estuviesen activamente manifestados en nuestra vida, sin dudas experimentaríamos una mejor calidad de vida que la que solemos experimentar. Pero… el pequeño detalle es que, cuando nos imaginamos estos cambios, con frecuencia los vemos como un objetivo casi imposible de cumplir o, en todo caso, que si pudiésemos cumplirlos, estaríamos, al mismo tiempo, accediendo a la calidad de santos, bodhisattvas o el nombre que prefiramos darle a esa condición.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y, por cierto, no vemos en nuestra situación presente muchas características de las que acostumbramos creer que pueblan las vidas de seres iluminados que merecen esa denominación.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Puede que, pese a ello, plenos de entusiasmo comencemos a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“intentar”</i></b> algunos cambios. Quizás podamos practicarlos sin volver a incurrir en viejos hábitos pero, más probablemente, antes o después nos veamos inmersos en situaciones que creíamos superadas. Cuando ese momento sobreviene, nos vemos ante la tentación de renunciar. Ya tenemos la excusa de que lo “intentamos”, y no funcionó. Lo cual prueba que, como suponíamos, era una empresa demasiado exigente, más propia de santos que de personas comunes y corrientes como nosotros. Y volvemos al punto de partida, sólo que, ahora, con una nueva sensación de frustración en nuestra vida.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Otro punto de vista</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás un buen punto de partida sea advertir que, a quienes tomamos por <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“santos”</i></b>, son declarados tales por otros seres humanos. En ningún caso surge entre las nubes el dedo de la divinidad (cualquiera sea) señalando a alguien públicamente como tal. Con lo cual, también lo que sabemos de sus vidas suele ser lo que corrobora su santidad, y no los detalles que puedan marchar en una dirección diferente (salvo aquellos previos que puedan ser útiles para marcar el contraste entre el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“antes”</i></b> y el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“después”</i></b>). Son francamente excepcionales aquellos casos en que la iluminación surge indudable a la vista de cualquiera.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por otra parte, quizás nos ayude advertir que, si bien siempre estamos a tiempo de cambiar para vivir de un modo más satisfactorio, y, en ese sentido, siempre estamos a tiempo de partir <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“desde cero”</i></b> (pues que no hayamos logrado algo ayer, no implica que hoy no lo podamos lograr), en otro sentido nunca partimos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“desde cero”</i></b>, sino desde una situación existencial determinada, que cuando acumulamos insatisfacción suele ser más bien de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“menos cien”</i></b>. En este segundo sentido, para evaluar nuestros logros quizás no sea conveniente tanto mirar adónde queremos llegar, sino desde dónde hemos partido. Por ejemplo, si comenzamos desde una situación en que todos los días experimentamos episodios de ira, que logremos estar dos días sin pasar por ella bien puede constituir un avance. Si nos quejamos cincuenta veces al día, lo ideal puede ser que no nos quejemos para nada, pero bien puede ser un logro realista si advertimos que un día sólo nos quejamos diez veces. Todo avance o retroceso es relativo, y ello se determina según el parámetro con el cual establezcamos la relación.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si logramos adoptar este segundo punto de vista, nos aproximaremos a una perspectiva en la que el cambio personal no es una cuestión de santidad sino, más bien, de profunda humanidad.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es un camino absolutamente humano el aceptarnos falibles a la vez que capaces de realizar progresos. Que nos permitamos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“resbalar”</i></b>, pues tenemos el potencial de volver a ponernos de pie. Que nos felicitemos por cada avance, y que nos comprendamos en cada <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“recaída”</i></b>. Que entendamos amorosamente que, cuando volvemos a viejos hábitos, no es por falta de sinceridad en nuestra decisión de ir más allá de ellos, sino por lo profundamente arraigados que pueden estar aquellos. </div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Algunas “claves”</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Hablar de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“claves”</i></b> puede conducir a la errónea idea de que existen <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“recetas”</i></b> cuyos resultados están garantizados y, en la vida humana, casi nada ocurre de ese modo.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero bien puede usarse esa palabra para referirse a aspectos que, cuando los tenemos en cuenta, con mucha probabilidad irán en cierta dirección más que en otra opuesta. Algo así como sostener que, si sembramos semillas de trigo, difícilmente cultivemos uvas.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">* Así, una clave es no proponernos objetivos pequeños, pues cuando nos ponemos metas bajas, solemos lograrlas y conformarnos en una zona cómoda aún lejana a las decisiones de nuestro Ser. Podemos plantearnos objetivos realistas, atendiendo a nuestra situación presente, y ponerlos en el contexto de un cierto sentido que nos propongamos, de manera que a medida que vayamos realizando aquellos, podamos avanzar hacia otros sin salirnos de ese contexto global.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">* Otra clave, coherente con la anterior, es tener claro que el cambio personal es un proceso, y no algo instantáneo que se juega a suerte o verdad en una sola ocasión (como si de patear un tiro penal se tratase). De manera que el camino puede tener altos y bajos, avances y retrocesos, pero en la medida en que persistamos en él y no lo abandonemos, más tarde o más temprano nos descubriremos situados en un lugar existencial distinto a aquél desde el cual emprendimos la marcha.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">* Otra clave que se halla en la misma dirección es que, cuando persistimos en el proceso, podemos ser comprensivos con nosotros mismos con respecto a los detalles. Pues podemos abordar los sucesos con una perspectiva más amplia, y advertir que cuando estemos llevando a cabo algún viejo hábito, quizás sea así, pero también será verdad que estas <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“recaídas”</i></b> serán, paulatinamente, más espaciadas en el tiempo y de menor intensidad.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">* Y otra clave básica es que, en tanto podamos participar del proceso desde la base de manifestar nuestro Ser con Amor, en cada momento podremos tener presente que lo que expresamos es lo que mejor sabemos y podemos en ese preciso momento. Que en otro momento podrá ser distinto, pero en este se manifiesta así, y por tanto es digno de recibir nuestra entera aceptación (que no es resignación).</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Notas relacionadas: Si te gustó esta nota, quizás te agrade leer “De la idea al sentido”, disponible en <a href="http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/03/de-la-idea-al-sentido.html"><span style="color: purple;">http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/03/de-la-idea-al-sentido.html</span></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-37845809340696000682011-12-21T02:10:00.000-03:002011-12-21T02:10:40.114-03:00Una interesante perspectiva sobre Jesús<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgch208FP8bXIChl8EmlOZUFfi5tNeHkUfErsYdcVMkPBgyavOEP7O4pmIjlqW60KTvsTyJpRhNL_HY7yZKVOk5N3apO4qwobQZi1sOUDN_HtHgR8IlulFtv6ngqyWDKq5cCNw9lKpLlDU/s1600/jacques+duquesne.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="218" oda="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgch208FP8bXIChl8EmlOZUFfi5tNeHkUfErsYdcVMkPBgyavOEP7O4pmIjlqW60KTvsTyJpRhNL_HY7yZKVOk5N3apO4qwobQZi1sOUDN_HtHgR8IlulFtv6ngqyWDKq5cCNw9lKpLlDU/s320/jacques+duquesne.jpg" width="320" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En su libro <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Jesús”</i></b>, el escritor francés Jacques Duquesne (la versión en español con que cuento es de Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, junio de 1997), se propone hacer un relato cronológico de la vida de Jesús, con el objetivo de establecer lo histórico, indicar lo posteriormente agregado y apuntar al centro del mensaje que el personaje estudiado transmitió.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si bien la totalidad del libro es una lectura muy recomendable, hay dos fragmentos (ambos del Capítulo 9, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“El mensaje”</i></b>) que me parecen particularmente dignos de ser compartidos, por ser generadores de reflexiones muy vinculadas a este tiempo cercano a la celebración de Navidad. Los reproduzco textualmente, y luego señalo algunos puntos que para mi lectura resultan intensos.</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">a) Fragmento Nro. 1</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">“Pasemos a hora a lo esencial. ¿Qué dice Jesús por medio de parábolas o en discursos como el sermón de la montaña (las bienaventuranzas)?</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Anuncia una nueva sociedad. Y más aún: un mundo nuevo.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">… Y hete aquí que Jesús anunciaba: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca. ¡Convertíos!” (Marcos 1, 15). Se trata, por cierto, de una fórmula que, dicho sea de paso, generaciones de predicadores iban a aprovechar para culpabilizar a sus ovejas, sin saber que “convertirse”, según la verdadera traducción de la palabra griega del Evangelio, no es “cubrirse de cenizas la cabeza”, sino cambiar de idea, de actitud, para adoptar un nuevo tipo de vida. Y Jesús va aún más lejos: afirma que el reino de Dios ya está allí.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Cómo que está allí? ¡Pero si continúa reinando la injusticia, los pobres siguen oprimidos, los humildes sin apoyo, y resuenan las botas del ocupante romano en las calles de Jerusalén y en los caminos de Judea! Es comprensible que los auditores de Jesús se sintieran desorientados, molestos. Un reino es, para ellos, como lo es para la mayoría de nuestros contemporáneos, un territorio o un Estado gobernado por un rey. Y en este caso no por cualquier rey: por Dios. Pero Jesús precisa: “El reino de Dios viene sin dejarse sentir (…) Ya está entre vosotros” (Lucas 17, 20-21). Y también: “El que no recibe el reino de Dios como niño no entrará en él” (Marcos 10, 15). Esas afirmaciones no se pueden aplicar, es obvio, a un Estado o a un territorio. No tienen relación alguna con la política o el poder; tampoco con un rey de Israel cuyo dominio se extendería “de uno a otro mar” y ante el cual se prosternarían los demás soberanos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Y entonces? Primer elemento, fundamental, de respuesta: el reino de Dios está allí porque Jesús ha venido. “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo conquistan”, dice Jesús, según Mateo (Mateo 11, 12). Esta alusión a los “violentos” ha suscitado diversas interpretaciones y traducciones, pero manifiesta, en cualquier caso, la presencia del Reino.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Segundo elemento de respuesta: el Reino de Dios, la nueva sociedad, existe, pero no está terminado. Es una historia en desarrollo. “El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo” (Mateo 13, 33). O también “Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y puso en su huerto, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas” (Lucas 13, 18-19). La nueva sociedad debe formarse entre los hombres y crecer entre los hombres. Por esto, cuando sus compañeros le piden “enséñanos a orar” y él les enseña el Padre Nuestro –en dos versiones ligeramente distintas en Mateo y Lucas, los dos que lo evocan (Mateo 6, 7-14 y Lucas 11, 1-4)-, les hace pedir a Dios, al Padre, “que venga tu reino”. El comenzó el trabajo, inauguró el tiempo de la salvación, pero los hombres deben continuar, con él, la construcción del Reino. Con este fin reclutó Jesús a los Doce y a otros discípulos, con este fin puso en marcha su movimiento y pide “convertirse”, es decir, no golpearse el pecho ni azotarse ni considerarse siempre culpable, sino cambiar el modo de vida.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Cómo? Jugándose por el corazón, siempre. En esta nueva sociedad hay que entregarse por completo. Hacerlo todo por amor. Verdaderamente todo, sin límites. Esto se exige de los hijos de Dios. Y si lo hacen sólo habrán cumplido el mínimo, sencillamente el deber: “De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lucas 17, 10).</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y aún más: no basta compartir el amor entre los miembros de la nueva sociedad; se le debe a todos, incluso a los que la ignoran, no quieren ingresar en ella y hasta la rechazan. El doctor Freud ha observado que en grupos humanos en que reina una verdadera armonía, en que cada uno ama a todos los demás, se descarga al exterior el exceso de agresividad que no consigue expresarse en el interior: “No es posible”, escribe, “suscitar sentimientos de amor recíproco en un grupo humano de alguna importancia, a menos que queden otros grupos en el exterior y permitan que se exprese la agresividad”. La ley de la nueva sociedad va mucho más allá. Hay que amar a todo el mundo. El habitante de Judea debe amar al samaritano, su enemigo de siempre, inveterado. Y el de Samaría, amar al de Judea. Y no sólo abrigando buenos y amables sentimientos: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os maltraten” (Lucas 6, 27-28).</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Duro programa. Otros habían dicho antes que Jesús que los hombres se deben amar; los rabinos lo repetían. El mismo, interrogado por fariseos hambrientos de aclaraciones y que querían conocer el mayor de los mandamientos, citó en primer lugar el Deuteronomio: “Amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (Deuteronomio6, 5). Y luego otro texto bíblico, el Levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19, 18). Pero nadie iba tan lejos. “El mandamiento del amor a los enemigos es propiedad exclusiva de Jesús”, ha escrito David Flusser, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Y, más adelante: “Jesús estaba (…) sin duda muy cerca de esos fariseos de la escuela de Hillel que, más que temer a Dios, le amaban. Pero Jesús iba más lejos en el camino que ellos habían preparado. Únicamente él predicó el amor sin condiciones, especialmente el amor al enemigo y al pecador. Y no se trataba de un amor sentimental””. (Páginas <metricconverter productid="158 a" w:st="on">158 a</metricconverter> 162)</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">b) Fragmento Nro. 2</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">“Atención: Dios no está sobre todos los césares y todos los reyes porque sea más César que ellos, porque tenga los mismos poderes que ellos pero en mayor cantidad. Jesús, precisamente, quiso denunciar esta visión de un Dios más poderoso que los poderosos en tanto dotado de poderes mágicos. Pero esta visión florece y vuelve a florecer constantemente en el curso de los siglos, incluso entre quienes se consideran sus discípulos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El Dios verdadero que Jesús anuncia es, por el contrario, el Padre de la parábola del hijo pródigo Lucas 15, 11-32). Uno de sus hijos se marcha, aprovechando su libertad. Esto es comprensible si Dios exige –como pretendían entonces algunos de sus intérpretes (que hoy tienen herederos)- que se respeten centenares de prescripciones y mandamientos y centenares de comentarios y deducciones de esas prescripciones y mandamientos. Ser hombre es escapar de tal padre. Pero el hijo, cuando regresa, desengañado y sin dinero, sigue sin comprender quién es verdaderamente su Padre: sigue creyendo que hay que apaciguar su resentimiento convirtiéndose en su sirviente. El otro hijo tampoco ha comprendido: piensa que su Padre debería recompensarle y castigar al infiel. Y el Padre abraza al primero y consuela al segundo; hagamos una fiesta, le dice, porque tu hermano ha vuelto…</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Este Dios no tiene relación alguna con la presentación que de él hace determinado cristianismo y que se puede resumir de este modo: en un comienzo, Dios había confiado en los hombres; pero los primeros abusaron de esta confianza y ése fue el pecado original; Dios, furioso, les castigó y también a su descendencia; hacía falta un sacrificio para reconciliar a la humanidad con El; como era muy bueno, Dios decidió sacrificar a su propio hijo, es decir a otro El mismo; Jesús vino entonces a “borrar la mancha original” y a apaciguar con su sacrificio la cólera de su Padre; así lo repiten, con variantes, infinidad de manuales y sermones.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La enseñanza de Jesús se sitúa exactamente en el costado opuesto. En ningún momento habló de pecado original. Todo lo que dijo es contrario a la idea de una culpabilidad colectiva que caería en cascada de generación en generación.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En ningún momento presenta la expiación de los pecados como la condición para entrar en la nueva sociedad, en el Reino. Por el contrario, porque se entra en el Reino se lavan los pecados. Lo que no significa que Jesús subestime su importancia: las normas de la nueva sociedad, lo hemos visto, son muy exigentes.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En ningún momento Jesús presentó a Dios como un contador que inscribiría en un gran registro o en la memoria de un supercomputador las faltas de cada uno, considerándolas como una serie de deudas ante la Ley. A los ojos de Dios importa, como lo muestran todas las parábolas, que cada uno <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">es</i></b> lo que ha hecho de sí mismo.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En ningún momento dijo Jesús que debía morir para “rescatar” los pecados de los hombres. Eso significaría que un Dios que exige, por boca de su hijo, perdonar “setenta veces siete”, es decir siempre, sería, El mismo, incapaz de hacer otro tanto. Significaría, también, que el Padre del hijo pródigo desearía la muerte de un hijo inocente, o a ello se resignaría en virtud de no sé qué norma o fatalidad. Lo que carecería por completo de sentido.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Jesús, en cambio, llamó a la alegría y a la renovación de la Alianza entre Dios y los hombres.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Los llamados a la alegría son múltiples en el Evangelio: “El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo” (Mateo 22, 2). “Para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino” (Lucas 22, 30). “Regocijaos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido” (Lucas 15, 9). “El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel” (Mateo 13, 44). Y así.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En el texto de Mateo se encuentra, por cierto, esta frase de Jesús: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. Pero esta frase se encuentra en un conjunto en que Jesús anuncia su Pasión, “comienza a manifestar a sus discípulos” que debe ir a Jerusalén, sufrir mucho allí, ser condenado a muerte y “resucitar al tercer día” (Mateo 16, 21-24). Muchos especialistas estiman que una predicción tan precisa es un agregado. La alusión al tercer día y la mención de la cruz habrían sido puestas en boca de Jesús con posterioridad, por alguien que conocía la continuación de su historia. Cuesta imaginar, por otra parte, que Jesús, que no sintió la cruz sobre sus hombros hasta el día de su muerte, haya pedido a sus futuros discípulos que la cargaran voluntariamente antes de que sobrevinieran las pruebas.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es verdad que Jesús dice, en el mismo Evangelio de Mateo, “tomad sobre vosotros mi yugo”, pero agrega de inmediato: “mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mateo 11, 30). Y Jean-Paul Roux, historiador, explica: “Ese instrumento se convirtió en símbolo de servidumbre (el ‘yugo romano’), pero, en su origen, sólo expresaba la reintegración a la sociedad”.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El yugo sería entonces otra señal de la renovada Alianza, una alianza de la que Jesús volverá a hablar en la Última Cena: “Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre” (Lucas 22, 20), alianza entre Dios y los hombres para completar la Creación. Porque el mundo no fue creado de una vez para siempre. El Génesis, a su modo, relata la historia de la Creación como una serie de intervenciones divinas para reducir el caos inicial y establecer un mundo habitable por el hombre. Después, dice el Génesis, Dios cesó de crear. El “séptimo día”. Desde la “víspera” tiene un socio, el hombre. Con él prosigue el trabajo, la lucha contra el mal. Es la primera Alianza, la del creador y toda la humanidad para terminar este mundo, alianza que Jesús vino a renovar, según los Evangelios, después que los hombres –por tontería, afán de dinero o de poder y también por egoísmo- la denunciaron.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Con ojos de creyentes, seguimos estando en el séptimo día”. (Páginas <metricconverter productid="166 a" w:st="on">166 a</metricconverter> 169)</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">c) Algunos puntos</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">c1.- Creo que no es necesario adscribir a una determinada visión religiosa para apreciar lo central del mensaje de Jesús. De hecho, creo que mantiene su valor inalterado desde una perspectiva absolutamente laica, incluso desde una visión política democrática e igualitaria. Es un mensaje susceptible de ser interpretado en clave universal.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">c2.- Es muy interesante plantearse lo que se llama “el reino de Dios” (que, visto laicamente, podemos llamar “mundo de convivencia”) como tarea en construcción, con el hombre como protagonista. Somos seres que vamos siendo y haciendo.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">c3.- Es desafiante plantear la “conversión”, el “cambio”, como empresa accesible a cualquiera que se comprometa a ello, asentada no sobre la culpabilidad, sino sobre la responsabilidad de poner en acto ese compromiso.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">c4.- El amor, llevado al grado de incluir a los “enemigos”, es el paradigma del amor incondicional, que lejos de la visión romántica y simplista, requiere un nivel elevadísimo de compromiso personal. Y es, a la vez, una bella manera de describir el volvernos “conscientes” y ejercitar la responsabilidad y el poder en nuestras vidas. Cuando logramos amar a nuestros “enemigos”, es porque, desde nuestra perspectiva, dejan de serlo. Amamos a quienes se consideran nuestros enemigos, no a quienes son nuestros enemigos, porque si amamos, no son tales. Logramos ver más allá de la apariencia, y logramos actuar no desde la pura reacción a la acción del “otro”, sino desde nuestra decisión de poner en práctica el amor. Abandonamos el “piloto automático” y nos hacemos cargo de los comandos de nuestras acciones. </div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">c5.- La visión de un ser superior que es Padre y no Rey, desde que se vincula en función del amor y no del poder, desafía la concepción puramente intelectual y bastante antropomórfica que solemos tener al respecto. Solemos creer en dioses pequeños, incluso mezquinos, con muchas de nuestras propias características sólo que aumentadas cuantitativamente. </div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">c6.- Es coherente con esa visión de un ser superior que es Padre que el acento no esté puesto en la culpa y en el castigo, sino en el amor. Vemos así que, más allá de las etiquetas que acostumbramos poner, una visión religiosa no necesariamente tiene que ser una mirada estrecha e inquisitoria. Por el contrario, hay visiones que pretenden ser muy avanzadas, y que hablan de nuestro mundo como uno de “expiación y prueba”, lo que en muchas ocasiones da pie a desarrollos teóricos fundados, se quiera o no, en el temor y el castigo. Es interesante que, más allá de nociones como las de “pecado original” o “expiación”, podamos plantearnos la posibilidad de que, quizás, de lo que se trate al fin sea de qué hacemos ante las innumerables oportunidades con que contamos para actuar desde el amor o el temor, desde la conciencia o la inconsciencia. </div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-56209786398678079892011-11-28T06:04:00.000-03:002011-11-28T06:04:22.103-03:00Dos pequeños cuentos sobre Diógenes de Sinope y Aristipo de Cirene<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQgChIcSImZIdzRzWn3_D1iHVYEULDO3rzmzyUlyxEcgDq3knPdpBK2oHtiHzphe8bvplUPonyPBiyLcMJhyphenhyphenAxrnyqiCZWyzJYcokt55YxHwwROO8SfqLJK-BY_S83XnAAnGJYQfz6tCQ/s1600/Diogenes+de+Sinope.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" dda="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQgChIcSImZIdzRzWn3_D1iHVYEULDO3rzmzyUlyxEcgDq3knPdpBK2oHtiHzphe8bvplUPonyPBiyLcMJhyphenhyphenAxrnyqiCZWyzJYcokt55YxHwwROO8SfqLJK-BY_S83XnAAnGJYQfz6tCQ/s1600/Diogenes+de+Sinope.jpg" /></a></div><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7tzyp5NRk9HtxTbu4ms9Fxw2P9UlE_6lpeH5D8ZK9Qmh6AiOjbUffnIHjNgXs3plLR5MAJdRcW_qCUiTWmAK0Ht9i08WHGoFg9dwZJ1HEPWGrF9ust8UyZUCICGjLaOoq_supUvgUo1A/s1600/Aristipo+de+Cirene.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" dda="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7tzyp5NRk9HtxTbu4ms9Fxw2P9UlE_6lpeH5D8ZK9Qmh6AiOjbUffnIHjNgXs3plLR5MAJdRcW_qCUiTWmAK0Ht9i08WHGoFg9dwZJ1HEPWGrF9ust8UyZUCICGjLaOoq_supUvgUo1A/s1600/Aristipo+de+Cirene.jpg" /></a></div><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cuento I (“Diógenes”, de Anthony de Mello, en “El canto del pájaro”)</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Estaba el filósofo Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo, que vivía confortablemente a base de adular al rey. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Aristipo le dijo:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">A lo que replicó Diógenes:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey.</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cuento II (Versión de Diógenes Laercio, en “Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres”)</b></div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Aristipo pasaba en cierta ocasión por donde Diógenes estaba lavando unas hierbas, y le dijo éste:</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Si hubieses aprendido a prepararte esta comida, no solicitarías los palacios de los tiranos.</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">A lo que respondió Aristipo:</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Y si tú supieras tratar con los hombres, no estarías lavando hierbas.</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cuento II (Versión de Horacio, en la Epístola XVII del Libro I de sus “Epístolas”)</b></div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En la versión que da el historiador griego Diógenes Laercio, cita expresamente a esta Epístola del romano Horacio.</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En ella (Epístola a Esceva), Horacio introduce el siguiente texto:</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">“Si supiese Aristipo comer yerbas</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">(decíale Diógenes un día)</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">nunca la corte a príncipes hiciera.</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y si supiese, respondió Aristipo, </div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">hacer la corte el hombre que me observa,</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">ya las yerbas mirara con hastío”:</div><div style="line-height: 200%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y Horacio, preguntando a Esceva cuál de esos dos dictámenes aprobaría, da su opinión en favor del de Aristipo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En una primera lectura, ambos relatos aparecen como por completo opuestos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Simplificando los términos, podría decirse que el primero ensalza la actitud de quien, anclado en su dignidad, puede conformarse con lo sencillo y prescindir de los bienes que se obtienen a cambio de perder aquella. Mientras que, por el contrario, el segundo señala que esa supuesta dignidad no es más que incapacidad para vivir de otro modo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Básicamente, podría decirse que sí, que por allí pasa la línea divisoria y que entonces lo que resta es la elección personal de cuál es el lado en el que se prefiere estar. Sin embargo, ya algo sabemos de los riesgos que las simplificaciones excesivas encierran, así que intentemos ir un poco más allá de ellas.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Lo que nos cuentan</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La primera cuestión acerca de lo que podría prevenirnos la existencia de estos dos relatos es precisamente de que se trata de dos versiones distintas. Entonces, algunas buenas preguntas podrían ser ¿quién cuenta, desde dónde lo hace, cómo y para qué? Si nadie puede escapar de su propia subjetividad, quizás sea conveniente que, cuando “nos cuentan” algo, tengamos cuenta que lo está haciendo desde ella, y no transmitiendo una verdad absoluta, “LA VERDAD”.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Cuántas veces nos ocurre esto de guiarnos por lo que otro nos relata? ¿Cuántas veces creemos cuando alguien nos dice que “fulanito es un mentiroso”, “menganita tiene diez amantes”, “zutano tiene ese empleo porque su padre es amigo del político tal”, “perengano es un ladrón”, etc.? ¿Cuántas veces creemos en algo porque la tele lo dice, porque el periódico lo cuenta, porque está en Internet, porque lo asegura un vidente, porque a un “contactado” se lo ha soplado un extraterrestre al oído, porque lo garantiza alguien que “recuerda” su existencia en otra dimensión?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Cuántas de esas tantas veces somos crédulos, cuántas perezosos, cuántas cómodos, cuántas prejuiciosos, cuántas dispuestos a dar oídos a lo que condena a un tercero?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">No se trata de suponer la mala fe en quien nos cuenta (y tampoco la inocencia de creer que ella nunca está presente, aunque sea disfrazada bajo la apariencia de intereses comerciales, etc.), sino de tener claro que, lo que nos cuentan, no es más que la experiencia de quien lo cuenta. Y que ese relator nos habla, aún la mejor de las buenas intenciones, desde su propia historia, desde sus creencias, desde lo que espera y cree de los demás, y desde lo que le ocurrió con tal persona o suceso sobre quienes ahora nos informa a nosotros. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">No es necesario remarcar demasiado que, la experiencia de otro, no tiene por qué ser nuestra experiencia, al menos puesto así, en trazo grueso. Claro que no necesitamos introducir nuestros dedos en un enchufe o arrojarnos desde un quinto piso para experimentar personalmente lo que nos ocurrirá. No toda “experiencia” ajena es prescindible, aunque sí lo es casi toda “creencia” ajena, y muchas experiencias, más que el carácter de verdades absolutas, tienen el carácter de ser verdades relativas al caso concreto o bien de no ser más que creencias. Juan es para Pedro un sujeto odioso y malintencionado, mientras que para Ana es alguien considerado y atento. ¿Hablan del mismo Juan? ¿Ven los mismos aspectos de Juan? Y nosotros, ¿nos abrimos a conocer a Juan a ver cómo nos va con él, o decidimos de antemano en función de lo que Pedro o Ana nos dijeron?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sobre esta cuestión, podríamos sentar al menos dos aproximaciones respecto a lo que “nos cuentan”:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Casi toda generalización corre el riesgo de ser inexacta, porque se le escapa la inagotable riqueza de los infinitos casos concretos. Las expresiones del tipo “todos los hombres o mujeres son…”, “todos los que tienen tal (raza, preferencia sexual, edad, nacionalidad, situación económica, profesión, etc.) son …”, son perfectos ejemplos de estas generalizaciones.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Todo lo que conduzca a “etiquetar” a alguien, pretendiendo definirlo unívoca e irreversiblemente, es una generalización en pequeño (referida a una persona), pero generalización al fin. Pues lo juzga en uno de los muchos aspectos que esa persona puede presentar en diversos campos de su vida, y en base a esa pequeña porción, lo condena como un todo. Por otra parte, lo cristaliza en función del pasado, pues nos dice que esa persona es de tal o cual manera por algo que hizo (o no hizo), cerrándole la puerta a la posibilidad de que, en otro momento, con otra persona, en otro contexto, etc., pueda actuar (o no actuar) de modo diferente.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los valores</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Gran parte de la contraposición entre ambos relatos corre en torno a la cuestión de los valores en juego. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En realidad, podría decirse que más que un claro enfrentamiento entre valores, hay distintas escalas de valores en juego, es como si uno hablara del clima y el otro de deportes. No es tanto un entrecruzamiento en un terreno común, sino la existencia de dos terrenos distintos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y cuando así sucede, uno elige el terreno en el que desea moverse, el camino que quiere recorrer, y entonces respecto a aquellas cosas que parece que “se las pierde”, lo que más bien ocurre es que no compitió por ellas.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cada quien puede tener sus preferencias y simpatías, pero pretender hacer de ellas máximas universales, suena un tanto autoritario. Son muy pocas las pautas que uno podría establecer con tal carácter, y difícilmente pueda irse más allá de aquello que tiende a posibilitar la coexistencia, a fomentar la convivencia, a asegurar la tolerancia. Ni la tiranía de unos pocos sobre muchos, ni la dictadura de muchos sobre unos pocos, parecen ser caminos propicios para respaldar ninguno de esos parámetros.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">A menudo nos cuesta habituarnos a no pensar, no sentir, no hablar y no actuar como si nos creyésemos con derecho a ser legisladores universales.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Las situaciones concretas</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y donde más se aprecia cómo la cuestión parece ser más de escalas de valores distintos, que de preferencias dentro de una misma escala, es en la conducta concreta que adoptamos día a día. Es allí donde las generalizaciones, las abstracciones, las creencias falsas o hipócritas, suelen estrellarse de cara contra las contingencias que nos hacen modificar lo que creíamos inmodificable.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Podemos ver esto mismo a través de los relatos sobre Diógenes de Sinope y Aristipo de Cirene.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pues, en el fondo, ambos son como caras de una misma moneda.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si sólo nos quedamos con el primer texto, parece que Diógenes defiende sus principios personales, que posee ciertas certezas a las cuales no renuncia por seductora que pueda parecer la recompensa. Visto así, podría decir que Diógenes es un “principista”, y Aristipo un “oportunista”, a quien los principios lo tienen sin cuidado, y que se inclina por una visión utilitaria de la vida en la que si no todo, casi todo es negociable.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero en el segundo relato, se introduce algún elemento que parece cuestionar esa apariencia. Pues la respuesta de Aristipo no pasa aquí por la cuestión utilitaria, sino que le apunta a Diógenes el hecho de aislarse de los demás. Y, ciertamente, cuando uno se aísla, pretendiéndose autosuficiente, está negando el gran desafío de la vida humana que es <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>desarrollarla en coexistencia o, mejor aún, en convivencia. Y cuando alguien procede de esa manera, quizás sus motivaciones no pasen tanto por el lado de una elevada autoestima o autoconocimiento, sino por miedo o desprecio hacia los demás. No es una cuestión que pueda dilucidarse de una vez y para todos los casos, sino que cada cual tiene su propia respuesta.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En ocasiones juzgamos a los demás no tanto porque nos parezca mal lo que hacen, sino por no sentirnos capaces de hacerlo nosotros… es decir, lo que nos parece mal es que disfruten de algo de lo cual nosotros no disfrutamos. Algo que suena bastante parecido a la envidia, ¿verdad?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y en ocasiones abrazamos el anhelo de lo que vemos que los demás persiguen, consumiendo nuestra vida en seguir los dictados de lo que “conviene” hacer, y no de lo que nuestro corazón nos indica. Algo bastante parecido a la inconsciencia, ¿no es así?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La elección personal</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Estos dos relatos, iluminando aspectos como que el paso de la creencia al saber se da en gran medida por la experiencia, que esta es esencialmente de tipo personal, que somos seres que nacemos para vivir junto con otros seres, y que cada persona ante cada situación concreta se ve desafiada a poner en juego su facultad de decidir de manera consciente o inconsciente, pueden ser un excelente recordatorio de la importancia de la flexibilidad.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Flexibilidad para ser tolerantes respecto a cada elección personal, y para detenernos un instante, antes de prejuzgar a alguien. Para aprovechar esa pausa y, durante lo que ella dure, calzarnos en los zapatos del otro, a ver qué tal nos sientan.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Flexibilidad también para abrazar convicciones personales, si es que ellas surgen de nuestro propio camino, y no caer en la rigidez del estereotipo que alguien ajeno a nosotros pretende imponer como única receta válida de vida.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Entre un extremo y otro, la delgada (y ardua de transitar) línea del equilibrio.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 11pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"> Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-25745061235801527122011-11-21T02:49:00.000-03:002011-11-21T02:49:26.880-03:00Un pequeño cuento de William W. JACOBS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjowD_mnpm6hIWc8YpwHKdVjMzCHbncQwKXRLVM1EcBqA7eo1AHdbzsXvTdtyTZkALc7CcrboiQhAaZ_o-FKgD3QdjDws73HdFOa3CpiohoRv6cFfzazzdqvUyrLreJckR1D5tLM6r-OdA/s1600/W+W+JACOBS.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" hda="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjowD_mnpm6hIWc8YpwHKdVjMzCHbncQwKXRLVM1EcBqA7eo1AHdbzsXvTdtyTZkALc7CcrboiQhAaZ_o-FKgD3QdjDws73HdFOa3CpiohoRv6cFfzazzdqvUyrLreJckR1D5tLM6r-OdA/s1600/W+W+JACOBS.jpg" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="layout-grid-mode: line;">La pata de mono</span></b><span style="layout-grid-mode: line; mso-bidi-font-weight: bold;"></span></div><div align="center" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">I</b></div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La noche era fría y húmeda, pero en la pequeña sala de Laburnum Villa los postigos estaban cerrados y el fuego ardía vivamente. Padre e hijo jugaban al ajedrez. El primero tenía ideas personales sobre el juego y ponía al rey en tan desesperados e inútiles peligros que provocaba el comentario de la vieja señora que tejía plácidamente junto a la chimenea. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Oigan el viento -dijo el señor White; había cometido un error fatal y trataba de que su hijo no lo advirtiera. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Lo oigo -dijo éste moviendo implacablemente la reina-. Jaque. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-No creo que venga esta noche -dijo el padre con la mano sobre el tablero. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Mate -contestó el hijo. </div><a name='more'></a><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Esto es lo malo de vivir tan lejos -vociferó el señor White con imprevista y repentina violencia-. De todos los suburbios, este es el peor. El camino es un pantano. No se qué piensa la gente. Como hay sólo dos casas alquiladas, no les importa. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-No te aflijas, querido -dijo suavemente su mujer-, ganarás la próxima vez. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El señor White alzó la vista y sorprendió una mirada de complicidad entre madre e hijo. Las palabras murieron en sus labios y disimuló un gesto de fastidio. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Ahí viene -dijo Herbert White al oír el golpe del portón y unos pasos que se acercaban. Su padre se levantó con apresurada hospitalidad y abrió la puerta; le oyeron condolerse con el recién venido. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Luego, entraron. El forastero era un hombre fornido, con los ojos salientes y la cara rojiza. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-El sargento mayor Morris -dijo el señor White, presentándolo. El sargento les dio la mano, aceptó la silla que le ofrecieron y observó con satisfacción que el dueño de casa traía whisky y unos vasos y ponía una pequeña pava de cobre sobre el fuego. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Al tercer vaso, le brillaron los ojos y empezó a hablar. La familia miraba con interés a ese forastero que hablaba de guerras, de epidemias y de pueblos extraños. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Hace veintiún años -dijo el señor White sonriendo a su mujer y a su hijo-. Cuando se fue era apenas un muchacho. Mírenlo ahora. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-No parece haberle sentado tan mal -dijo la señora White amablemente. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Me gustaría ir a la India -dijo el señor White-. Sólo para dar un vistazo. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Mejor quedarse aquí -replicó el sargento moviendo la cabeza. Dejó el vaso y, suspirando levemente, volvió a sacudir la cabeza. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Me gustaría ver los viejos templos y faquires y malabaristas -dijo el señor White-. ¿Qué fue, Morris, lo que usted empezó a contarme los otros días, de una pata de mono o algo por el estilo? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Nada -contestó el soldado apresuradamente-. Nada que valga la pena oír. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Una pata de mono? -preguntó la señora White. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Bueno, es lo que se llama magia, tal vez -dijo con desgana el militar. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sus tres interlocutores lo miraron con avidez. Distraídamente, el forastero llevó la copa vacía a los labios: volvió a dejarla. El dueño de casa la llenó. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-A primera vista, es una patita momificada que no tiene nada de particular -dijo el sargento mostrando algo que sacó del bolsillo. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La señora retrocedió, con una mueca. El hijo tomó la pata de mono y la examinó atentamente. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Y qué tiene de extraordinario? -preguntó el señor White quitándosela a su hijo, para mirarla. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Un viejo faquir le dio poderes mágicos -dijo el sargento mayor-. Un hombre muy santo... Quería demostrar que el destino gobierna la vida de los hombres y que nadie puede oponérsele impunemente. Le dio este poder: Tres hombres pueden pedirle tres deseos. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Habló tan seriamente que los otros sintieron que sus risas desentonaban. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Y usted, ¿por qué no pide las tres cosas? -preguntó Herbert White. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El sargento lo miró con tolerancia. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Las he pedido -dijo, y su rostro curtido palideció. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Realmente se cumplieron los tres deseos? -preguntó la señora White. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Se cumplieron -dijo el sargento. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Y nadie más pidió? -insistió la señora. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Sí, un hombre. No sé cuáles fueron las dos primeras cosas que pidió; la tercera fue la muerte. Por eso entré en posesión de la pata de mono. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Habló con tanta gravedad que produjo silencio. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Morris, si obtuvo sus tres deseos, ya no le sirve el talismán -dijo, finalmente, el señor White-. ¿Para qué lo guarda? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El sargento sacudió la cabeza: </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Probablemente he tenido, alguna vez, la idea de venderlo; pero creo que no lo haré. Ya ha causado bastantes desgracias. Además, la gente no quiere comprarlo. Algunos sospechan que es un cuento de hadas; otros quieren probarlo primero y pagarme después. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Y si a usted le concedieran tres deseos más -dijo el señor White-, ¿los pediría? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-No sé -contestó el otro-. No sé. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Tomó la pata de mono, la agitó entre el pulgar y el índice y la tiró al fuego. White la recogió. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Mejor que se queme -dijo con solemnidad el sargento. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Si usted no la quiere, Morris, démela. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-No quiero -respondió terminantemente-. La tiré al fuego; si la guarda, no me eche la culpa de lo que pueda suceder. Sea razonable, tírela. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El otro sacudió la cabeza y examinó su nueva adquisición. Preguntó: </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Cómo se hace? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Hay que tenerla en la mano derecha y pedir los deseos en voz alta. Pero le prevengo que debe temer las consecuencias. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Parece de <span style="mso-bidi-font-style: italic;">Las mil y una noches</span> -dijo la señora White. Se levantó a preparar la mesa-. ¿No le parece que podrían pedir para mí otro par de manos? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El señor White sacó del bolsillo el talismán; los tres se rieron al ver la expresión de alarma del sargento. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Si está resuelto a pedir algo -dijo agarrando el brazo de White- pida algo razonable. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El señor White guardó en el bolsillo la pata de mono. Invitó a Morris a sentarse a la mesa. Durante la comida el talismán fue, en cierto modo, olvidado. Atraídos, escucharon nuevos relatos de la vida del sargento en la India. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Si en el cuento de la pata de mono hay tanta verdad como en los otros -dijo Herbert cuando el forastero cerró la puerta y se alejó con prisa, para alcanzar el último tren-, no conseguiremos gran cosa. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Le diste algo? -preguntó la señora mirando atentamente a su marido. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Una bagatela -contestó el señor White, ruborizándose levemente-. No quería aceptarlo, pero lo obligué. Insistió en que tirara el talismán. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Sin duda -dijo Herbert, con fingido horror-, seremos felices, ricos y famosos. Para empezar tienes que pedir un imperio, así no estarás dominado por tu mujer. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El señor White sacó del bolsillo el talismán y lo examinó con perplejidad. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-No se me ocurre nada para pedirle -dijo con lentitud-. Me parece que tengo todo lo que deseo. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Si pagaras la hipoteca de la casa serías feliz, ¿no es cierto? -dijo Herbert poniéndole la mano sobre el hombro-. Bastará con que pidas doscientas libras. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El padre sonrió avergonzado de su propia credulidad y levantó el talismán; Herbert puso una cara solemne, hizo un guiño a su madre y tocó en el piano unos acordes graves. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Quiero doscientas libras -pronunció el señor White. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Un gran estrépito del piano contestó a sus palabras. El señor White dio un grito. Su mujer y su hijo corrieron hacia él. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Se movió -dijo, mirando con desagrado el objeto, y lo dejó caer-. Se retorció en mi mano como una víbora. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Pero yo no veo el dinero -observó el hijo, recogiendo el talismán y poniéndolo sobre la mesa-. Apostaría que nunca lo veré. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Habrá sido tu imaginación, querido -dijo la mujer, mirándolo ansiosamente. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sacudió la cabeza. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-No importa. No ha sido nada. Pero me dio un susto. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Se sentaron junto al fuego y los dos hombres acabaron de fumar sus pipas. El viento era más fuerte que nunca. El señor White se sobresaltó cuando golpeó una puerta en los pisos altos. Un silencio inusitado y deprimente los envolvió hasta que se levantaron para ir a acostarse. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Se me ocurre que encontrarás el dinero en una gran bolsa, en medio de la cama -dijo Herbert al darles las buenas noches-. Una aparición horrible, agazapada encima del ropero, te acechará cuando estés guardando tus bienes ilegítimos. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Ya solo, el señor White se sentó en la oscuridad y miró las brasas, y vio caras en ellas. La última era tan simiesca, tan horrible, que la miró con asombro; se rió, molesto, y buscó en la mesa su vaso de agua para echárselo encima y apagar la brasa; sin querer, tocó la pata de mono; se estremeció, limpió la mano en el abrigo y subió a su cuarto. </div><div align="center" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center; text-indent: 35.45pt;"><br />
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">II</b></div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">A la mañana siguiente, mientras tomaba el desayuno en la claridad del sol invernal, se rió de sus temores. En el cuarto había un ambiente de prosaica salud que faltaba la noche anterior; y esa pata de mono; arrugada y sucia, tirada sobre el aparador, no parecía terrible. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Todos los viejos militares son iguales -dijo la señora White-. ¡Qué idea, la nuestra, escuchar esas tonterías! ¿Cómo puede creerse en talismanes en esta época? Y si consiguieras las doscientas libras, ¿qué mal podrían hacerte? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Pueden caer de arriba y lastimarte la cabeza -dijo Herbert. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Según Morris, las cosas ocurrían con tanta naturalidad que parecían coincidencias -dijo el padre. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Bueno, no vayas a encontrarte con el dinero antes de mi vuelta -dijo Herbert, levantándose de la mesa-. No sea que te conviertas en un avaro y tengamos que repudiarte. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La madre se rió, lo acompañó hasta afuera y lo vio alejarse por el camino; de vuelta a la mesa del comedor, se burló de la credulidad del marido. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sin embargo, cuando el cartero llamó a la puerta corrió a abrirla, y cuando vio que sólo traía la cuenta del sastre se refirió con cierto malhumor a los militares de costumbres intemperantes. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Me parece que Herbert tendrá tema para sus bromas -dijo al sentarse. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Sin duda -dijo el señor White-. Pero, a pesar de todo, la pata se movió en mi mano. Puedo jurarlo. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Habrá sido en tu imaginación -dijo la señora suavemente. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Afirmo que se movió. Yo no estaba sugestionado. Era... ¿Qué sucede? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Su mujer no le contestó. Observaba los misteriosos movimientos de un hombre que rondaba la casa y no se decidía a entrar. Notó que el hombre estaba bien vestido y que tenía una galera nueva y reluciente; pensó en las doscientas libras. El hombre se detuvo tres veces en el portón; por fin se decidió a llamar. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Apresuradamente, la señora White se quitó el delantal y lo escondió debajo del almohadón de la silla. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Hizo pasar al desconocido. Éste parecía incómodo. La miraba furtivamente, mientras ella le pedía disculpas por el desorden que había en el cuarto y por el guardapolvo del marido. La señora esperó cortésmente que les dijera el motivo de la visita; el desconocido estuvo un rato en silencio. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Vengo de parte de Maw & Meggins -dijo por fin. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La señora White tuvo un sobresalto. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Le ha sucedido algo a Herbert? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Su marido se interpuso. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Espera, querida. No te adelantes a los acontecimientos. Supongo que usted no trae malas noticias, señor. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y lo miró patéticamente. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Lo siento... -empezó el otro. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Está herido? -preguntó, enloquecida, la madre. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El hombre asintió. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Mal herido -dijo pausadamente-. Pero no sufre. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Gracias a Dios -dijo la señora White, juntando las manos-. Gracias a Dios. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Bruscamente comprendió el sentido siniestro que había en la seguridad que le daban y vio la confirmación de sus temores en la cara significativa del hombre. Retuvo la respiración, miró a su marido que parecía tardar en comprender, y le tomó la mano temblorosamente. Hubo un largo silencio. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Lo agarraron las máquinas -dijo en voz baja el visitante. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Lo agarraron las máquinas -repitió el señor White, aturdido. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Se sentó, mirando fijamente por la ventana; tomó la mano de su mujer, la apretó en la suya, como en sus tiempos de enamorados. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Era el único que nos quedaba -le dijo al visitante-. Es duro. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El otro se levantó y se acercó a la ventana. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-La compañía me ha encargado que le exprese sus condolencias por esta gran pérdida -dijo sin darse la vuelta-. Le ruego que comprenda que soy tan sólo un empleado y que obedezco las órdenes que me dieron. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">No hubo respuesta. La cara de la señora White estaba lívida. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Se me ha comisionado para declararles que Maw & Meggins niegan toda responsabilidad en el accidente -prosiguió el otro-. Pero en consideración a los servicios prestados por su hijo, le remiten una suma determinada. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El señor White soltó la mano de su mujer y, levantándose, miró con terror al visitante. Sus labios secos pronunciaron la palabra: ¿cuánto? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Doscientas libras -fue la respuesta. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sin oír el grito de su mujer, el señor White sonrió levemente, extendió los brazos, como un ciego, y se desplomó, desmayado. </div><div align="center" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: center; text-indent: 35.45pt;"><br />
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">III</b></div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En el cementerio nuevo, a unas dos millas de distancia, marido y mujer dieron sepultura a su muerto y volvieron a la casa transidos de sombra y de silencio. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Todo pasó tan pronto que al principio casi no lo entendieron y quedaron esperando alguna otra cosa que les aliviara el dolor. Pero los días pasaron y la expectativa se transformó en resignación, esa desesperada resignación de los viejos, que algunos llaman apatía. Pocas veces hablaban, porque no tenían nada que decirse; sus días eran interminables hasta el cansancio. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Una semana después, el señor White, despertándose bruscamente en la noche, estiró la mano y se encontró solo. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El cuarto estaba a oscuras; oyó cerca de la ventana, un llanto contenido. Se incorporó en la cama para escuchar. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Vuelve a acostarte -dijo tiernamente-. Vas a coger frío. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Mi hijo tiene más frío -dijo la señora White y volvió a llorar. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Los sollozos se desvanecieron en los oídos del señor White. La cama estaba tibia, y sus ojos pesados de sueño. Un despavorido grito de su mujer lo despertó. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-La pata de mono -gritaba desatinadamente-, la pata de mono. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El señor White se incorporó alarmado. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Dónde? ¿Dónde está? ¿Qué sucede? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Ella se acercó: </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-La quiero. ¿No la has destruido? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Está en la sala, sobre la repisa -contestó asombrado-. ¿Por qué la quieres? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Llorando y riendo se inclinó para besarlo, y le dijo histéricamente: </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Sólo ahora he pensado... ¿Por qué no he pensado antes? ¿Por qué tú no pensaste? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Pensaste en qué? -preguntó. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-En los otros dos deseos -respondió en seguida-. Sólo hemos pedido uno. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿No fue bastante? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-No -gritó ella triunfalmente-. Le pediremos otro más. Búscala pronto y pide que nuestro hijo vuelva a la vida. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El hombre se sentó en la cama, temblando. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Dios mío, estás loca. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Búscala pronto y pide -le balbuceó-; ¡mi hijo, mi hijo! </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El hombre encendió la vela. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Vuelve a acostarte. No sabes lo que estás diciendo. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Nuestro primer deseo se cumplió. ¿Por qué no hemos de pedir el segundo? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Fue una coincidencia. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Búscala y desea -gritó con exaltación la mujer. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El marido se volvió y la miró: </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Hace diez días que está muerto y además, no quiero decirte otra cosa, lo reconocí por el traje. Si ya entonces era demasiado horrible para que lo vieras... </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¡Tráemelo! -gritó la mujer arrastrándolo hacia la puerta-. ¿Crees que temo al niño que he criado? </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El señor White bajó en la oscuridad, entró en la sala y se acercó a la repisa. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El talismán estaba en su lugar. Tuvo miedo de que el deseo todavía no formulado trajera a su hijo hecho pedazos, antes de que él pudiera escaparse del cuarto. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Perdió la orientación. No encontraba la puerta. Tanteó alrededor de la mesa y a lo largo de la pared y de pronto se encontró en el zaguán, con el maligno objeto en la mano. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando entró en el dormitorio, hasta la cara de su mujer le pareció cambiada. Estaba ansiosa y blanca y tenía algo sobrenatural. Le tuvo miedo. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¡Pídelo! -gritó con violencia. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Es absurdo y perverso -balbuceó. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Pídelo -repitió la mujer. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El hombre levantó la mano: </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Deseo que mi hijo viva de nuevo. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El talismán cayó al suelo. El señor White siguió mirándolo con terror. Luego, temblando, se dejó caer en una silla mientras la mujer se acercó a la ventana y levantó la cortina. El hombre no se movió de allí, hasta que el frío del alba lo traspasó. A veces miraba a su mujer que estaba en la ventana. La vela se había consumido; hasta casi apagarse. Proyectaba en las paredes y el techo sombras vacilantes. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Con un inexplicable alivio ante el fracaso del talismán, el hombre volvió a la cama; un minuto después, la mujer, apática y silenciosa, se acostó a su lado. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">No hablaron; escuchaban el latido del reloj. Crujió un escalón. La oscuridad era opresiva; el señor White juntó coraje, encendió un fósforo y bajó a buscar una vela. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Al pie de la escalera el fósforo se apagó. El señor White se detuvo para encender otro; simultáneamente resonó un golpe furtivo, casi imperceptible, en la puerta de entrada. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Los fósforos cayeron. Permaneció inmóvil, sin respirar, hasta que se repitió el golpe. Huyó a su cuarto y cerró la puerta. Se oyó un tercer golpe. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Qué es eso? -gritó la mujer. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Un ratón -dijo el hombre-. Un ratón. Se me cruzó en la escalera. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La mujer se incorporó. Un fuerte golpe retumbó en toda la casa. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¡Es Herbert! ¡Es Herbert! -La señora White corrió hacia la puerta, pero su marido la alcanzó. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Qué vas a hacer? -le dijo ahogadamente. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¡Es mi hijo; es Herbert! -gritó la mujer, luchando para que la soltara-. Me había olvidado de que el cementerio está a dos millas. Suéltame; tengo que abrir la puerta. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Por amor de Dios, no lo dejes entrar -dijo el hombre, temblando. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-¿Tienes miedo de tu propio hijo? -gritó-. Suéltame. Ya voy, Herbert; ya voy. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Hubo dos golpes más. La mujer se libró y huyó del cuarto. El hombre la siguió y la llamó, mientras bajaba la escalera. Oyó el ruido de la tranca de abajo; oyó el cerrojo; y luego, la voz de la mujer, anhelante: </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-La tranca -dijo-. No puedo alcanzarla. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero el marido, arrodillado, tanteaba el piso, en busca de la pata de mono. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Si pudiera encontrarla antes de que eso entrara... </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Los golpes volvieron a resonar en toda la casa. El señor White oyó que su mujer acercaba una silla; oyó el ruido de la tranca al abrirse; en el mismo instante encontró la pata de mono y, frenéticamente, balbuceó el tercer y último deseo. </div><div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Los golpes cesaron de pronto; aunque los ecos resonaban aún en la casa. Oyó retirar la silla y abrir la puerta. Un viento helado entró por la escalera, y un largo y desconsolado alarido de su mujer le dio valor para correr hacia ella y luego hasta el portón. El camino estaba desierto y tranquilo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Este relato del escritor inglés William Wymark JACOBS es considerado uno de los mejores cuentos de terror de la historia. No está ausente de ninguna buena antología en la materia.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás te resulte llamativo encontrarlo en este espacio. Sin embargo, creo que ilustra de manera magnífica algunos aspectos de importancia para quienes pretendemos vivir de modo un poco más consciente cada día. Demos un vistazo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">La pata de mono</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La pata de mono es un amuleto, un talismán.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Y qué es un amuleto o un talismán? Un objeto, externo a nosotros, que creemos que tiene el poder de cumplir nuestros deseos o protegernos de un mal. Un elemento externo que resuelve problemas.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás pensemos, con una sonrisa divertida, en la lámpara de Aladino. O en tantos otros objetos que, a lo largo de siglos, la literatura ha empleado para garantizar el cumplimiento de los deseos de incontables héroes y heroínas, o salvaguardarlos de sufrir daños. Y estaremos en lo cierto.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero lo que quizás no nos resulte igual de evidente sea la cantidad de amuletos que, aún hoy, continuamos utilizando en nuestras vidas cotidianas.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Son amuletos el hilo rojo con que nos protegemos del mal de ojo, la pulsera de igual color que nos pone a salvo de la envidia ajena, la estampita del santo cuya intercesión pedimos para obtener gracias, la prenda de vestir que usamos en cierta ocasión en que nos fue bien y que volvemos a emplear cada vez que deseamos tener “suerte”…</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Son objetos en los que depositamos nuestra fe, porque obviamente no la tenemos, al menos en el mismo grado, en nosotros mismo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero también son amuletos la motocicleta que nos compramos para conquistar una pareja, el automóvil que nos procura respeto, el empleo que nos garantiza reconocimiento social, la membresía de un club que nos otorga una cierta identidad, un título universitario que nos permite acceder a ciertas posiciones, etc.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pues el amuleto a menudo es un objeto, pero también puede ser una situación, un cierto contexto de circunstancias vitales, que creemos necesario que sea así, y no de otro modo, para alcanzar algo que anhelamos. Graduarnos de una cierta carrera universitaria, que en principio es un intangible, se cosifica en la medida en que más que la formación humanista con una cierta vocación de universalidad, es considerado el pasaporte único para acceder a un cierto empleo que, a su vez, nos procurará otros bienes que deseamos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El amuleto necesita de nuestra falta de confianza en nosotros mismos, y de nuestro miedo. Miedo a sufrir un mal, miedo a no tener un bien.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Los deseos</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si el amuleto nos procura un bien o nos protege de un mal, significa que, más allá de la enorme importancia que le asignemos, es un medio para hacernos con lo que deseamos, o evitar lo que no deseamos. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Este relato ilustra bastante bien este aspecto.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El militar que trae la pata de mono al hogar de los White cuenta que el primer hombre que tuvo el talismán tuvo como último deseo su propia muerte, y da a entender que su experiencia personal tampoco fue satisfactoria, al punto que decide arrojarla al fuego para que no cause más desgracias.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">A partir de allí, ¿cómo son los tres deseos que formula el Señor White?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El primero es formulado casi a la ligera, pues luego de afirmar que ya cuenta con todo lo que desea, hace suya la sugerencia que le hace su hijo. Cuando formulamos deseos a la ligera, movidos por impulso, solemos pasar por alto el complejo entramado de consecuencias que puede desencadenarse a partir de ellos. Todo deseo puede ser cumplido de diversas maneras y, como le ocurre al Sr. White, a veces los nuestros se cumplen del pero de los modos posibles. Como le ocurre al Sr. White, a menudo experimentamos que, si bien no todos los deseos tienen valor, casi todos implican el pago de un cierto precio. Precio que con frecuencia acarrea un sufrimiento que supera el bienestar que creemos experimentaremos al ver cumplido nuestro deseo. Bienestar que a menudo brilla por su ausencia, pues muchos de nuestros deseos cumplidos sólo nos producen una sensación de vacío.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El segundo deseo es promovido por la esposa del Sr. White. Nace de la desesperación. Se representa las consecuencias, pero las minimiza en vista de esa desesperación. Es lo que nos ocurre cuando experimentamos un problema para el cual vemos una única salida. No es extraño que advirtamos los inconvenientes que nos deparará esa única supuesta solución, pero en un golpe de voluntarismo, los minimizamos diciendo “ya nos arreglaremos”. Nos sentimos tan mal, que acogemos esa solución que sabemos insatisfactoria, pero que esperamos sea menos dolorosa que la situación de la que queremos huir. Pues eso es lo que hacemos cuando nos mueve la desesperación: intentar huir. Es lo que ocurre cuando alguien se casa para huir del hogar de origen o de la pobreza, cuando se involucra en un empleo porque no ve otra alternativa, cuando se aísla de sus amistades porque a alguien más le incomodan, cuando acepta callarse para evitar represalias, etc. El Sr. White ve lo terrible del deseo que le pide su esposa, intenta disuadirla, pero al no lograrlo, accede y formula el deseo. Es lo que nos ocurre cuando, contradiciendo lo que experimentamos como nuestra verdad personal, nos avenimos a actuar para satisfacer los deseos de alguien más. No son nuestros deseos, de modo que lo que hacemos, lo hacemos de manera resignada. Y cuando actuamos de manera resignada, sin poner en ello nuestro compromiso personal, sabiendo que el resultado no será satisfactorio… el resultado no es satisfactorio.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El tercer deseo, que en el relato no se especifica pero resulta obvio, puede inspirarse en dos cuestiones bien diferentes. Por una parte, puede originarse en el miedo o en la culpa del Sr. White. El miedo a que su hijo muerte ingrese en la casa, y a vaya a saber qué serie de catástrofes que pueda seguir a ese hecho. La culpa por haber deseado de un modo que provocó la muerte de su hijo, por haber puesto a su esposa en un estado de desesperación. Cuando actuamos movidos por el miedo o la culpa, no estamos seguros de cómo van a resultar las cosas. A veces acertamos, con mayor frecuencia no lo hacemos. El Sr. White tiene miedo, pero no desesperación, porque sabiendo que los dos deseos anteriores se cumplieron, el tercero probablemente también. Por otra parte, puede originarse en una asunción por parte del Sr. White de la responsabilidad por lo que, aunque sea por ignorancia de las consecuencias en el primer deseo, por compasión o resignación en el segundo, ha puesto en marcha. El Sr. White se hace cargo del paisaje actual de su vida, y destina el tercer deseo a restituir las cosas al mayor equilibrio que le es posible tener en este momento. Cuando podemos superar la culpa que nos inmoviliza, y asumimos responsabilidad, comenzamos a movernos en una dirección que, aunque en principio sea de sabor amargo, en algún momento nos pondrá cara a cara con nuestro poder de generar situaciones vitales satisfactorias. Cuando nos hacemos cargo, y advertimos que tenemos bastante que ver con mucho de lo que no queremos en nuestras vidas, podemos aprender de los “errores”, reparar viejas heridas, e iniciar el camino hacia lo que de manera consciente elegimos experimentar.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás algunas de estas elecciones impliquen también un precio, pero todas, conllevan un valor.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-89421041105969486262011-11-16T13:00:00.000-03:002011-11-16T13:00:41.611-03:00Recuerdos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3zAezSW9tdva17wCpABZWReTrdKWMxMB8qtB5AKfjGmkgaRNdZblyubJLElM9sMQUdJW601LU1dIzD-AZVK-RAgeXsrtXvHE4O7tnQ_ItFxQYYQ4o4F1Iw8vKGr26rGH2gYeB9_X1f70/s1600/Recuerdos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" hda="true" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3zAezSW9tdva17wCpABZWReTrdKWMxMB8qtB5AKfjGmkgaRNdZblyubJLElM9sMQUdJW601LU1dIzD-AZVK-RAgeXsrtXvHE4O7tnQ_ItFxQYYQ4o4F1Iw8vKGr26rGH2gYeB9_X1f70/s320/Recuerdos.jpg" width="320" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-size: 14.0pt;">“El recuerdo nunca captura la esencia, la intensidad presente.</span></i></b></div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-size: 14.0pt;">Es, por así decirlo, el cadáver de una experiencia del que se ha desvanecido la vida”</span></i></b><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="mso-bidi-font-size: 14.0pt;"></span></b></div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="mso-bidi-font-size: 14.0pt;">(Alan WATTS)</span></b><span style="mso-bidi-font-size: 14.0pt;"> </span></div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por mucho que nos esforcemos en recordar cualquier suceso de nuestra vida, existe un puente entre él y nuestro presente que no puede existir más que en nuestra imaginación. Podemos pensar acerca de él, sentir emociones, transmitirlo con palabras, pero jamás revivirlo físicamente de manera idéntica a como fue en su momento. Aún eso que sí podemos experimentar, como los pensamientos, los sentimientos y las palabras, se refieren al pasado, pero son formulados en nuestro presente.</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El propio tiempo verbal que empleamos para abordar nuestros recuerdos es descarnadamente sincero al respecto: “estuvimos” en tal lugar, “hicimos” cierta cosa, “fuimos” a determinado sitio, “nació” o “murió” equis persona, etc.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Esa verdad del lenguaje (herramienta que a menudo encubre, pero que bien utilizada puede también servir para descubrir) pone de manifiesto que el recuerdo es invariable pretérito en múltiples sentidos. Tomemos un recuerdo cualquiera, digamos por ejemplo “aquellas hermosas vacaciones que tuvimos en la ciudad F”. En un primer sentido, esas vacaciones ya ocurrieron, pero no están ocurriendo ahora. En un segundo sentido, esa ciudad que recordamos hoy ya no es la misma de entonces; puede que la juzguemos mejor o peor, pero ha cambiado. En un tercer sentido, nosotros tampoco somos ya exactamente quienes fuimos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Podemos intentar hacer algo del mismo modo en que lo hicimos alguna vez, pero como bien señala la matemática, la igualdad es una de las formas de la diferencia, pues 2 + 2 es “igual a” 4, pero no hay identidad entre “2+<metricconverter productid="2”" w:st="on">2”</metricconverter> y “<metricconverter productid="4”" w:st="on">4”</metricconverter>. Ni siquiera la actividad más rutinaria y aburrida que podamos imaginar, por reiterada, se vuelve idéntica. Podemos estar operando una máquina que llena de bebida diez mil botellas en un cierto tiempo, pero ni cada botella es la misma, ni cada bebida es la misma, ni el instante temporal es el mismo, ni nosotros lo somos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Tampoco es un detalle menor el que nuestra memoria, si bien puede ser un celoso guardián del recuerdo tal como fue, a menudo distorsiona. Es imposible que nos salgamos de nuestra propia subjetividad para apreciar nada, y cuando eso que apreciamos ya ocurrió, la memoria no sólo está teñida por cómo eso nos impactó en su momento, sino por cómo hemos ido evolucionando personalmente desde entonces hasta ahora. Quizás algo que pudo parecernos grave en su momento hoy lo consideremos una banalidad, o a la inversa. Pero no sólo cambiamos el juicio en el presente, sino que a menudo lo recordamos modificado. Esto que ocurre a nivel individual también sucede en escalas mayores, y valga como ejemplo tragicómico aquella expresión tan común de “yo no lo voté” que formulamos respecto a gobiernos que transitan un período de impopularidad. Llegamos a convencernos de que la mayoría no lo votó, y no nos hacemos cargo, ni como individuos ni como sociedad, que sí lo hizo pero luego, por determinadas razones, se modificó la evaluación a su respecto. ¿Qué es lo que suele ocurrir cuando alguien termina en malos términos una relación laboral o de pareja, por dar otro ejemplo? Que hasta se olvida que, en algún momento inicial, a esa relación le dijo “sí, quiero”, y que francamente nadie le estaba apuntando con un arma a la cabeza para que lo hiciese. Teñimos de “negro”, hoy, el recuerdo de ese momento que en algún momento sentimos “rosa”, y lo recordamos como que ya en ese momento lo sentimos así.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás una de las pautas del crecimiento personal sea poder adoptar la perspectiva flexible de asumirse como un continuo que se manifiesta a través del tiempo, que tiene la posibilidad de efectuar elecciones diferentes a lo largo de ese tiempo. Cuando eso ocurre, uno no necesita abjurar de su pasado, ni idealizarlo. Cuando alguien siente la necesidad de echar mano a cualquiera de esos recursos, quizás sea por adoptar una perspectiva rígida, sobre sí mismo, sobre los demás, sobre la vida.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Como también, quienes “viven de recuerdos”, en realidad, apenas sobreviven físicamente, ausentes del compromiso vital con su tiempo presente. Se abrazan a algo que, como dice Alan WATTS en la frase con que encabezamos estas líneas, no es más que un cadáver.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-67726036381558444632011-11-14T02:31:00.001-03:002011-11-14T02:31:14.095-03:00Un pequeño cuento con un halcón<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGLBBU4_8_V8GIDIbDPm_Li4ko80Fe5haGxz7BZpZnFkDOfWT7K41CUNx4j0ISuWZD5DZCYFz-Bh6ErhStcxPmbYa_Kx0EiLRK9trJXLhMB6BJJcjs_L2dgBoXUh33_vdZA94j17wjkeM/s1600/halcon.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" nda="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGLBBU4_8_V8GIDIbDPm_Li4ko80Fe5haGxz7BZpZnFkDOfWT7K41CUNx4j0ISuWZD5DZCYFz-Bh6ErhStcxPmbYa_Kx0EiLRK9trJXLhMB6BJJcjs_L2dgBoXUh33_vdZA94j17wjkeM/s1600/halcon.jpg" /></a></div><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="layout-grid-mode: line;">El vuelo del halcón (Anónimo)</span></b><span style="layout-grid-mode: line; mso-bidi-font-weight: bold;"></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Hace mucho, mucho tiempo, a un rey le regalaron dos pichones de halcones.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El monarca le encargó a su maestro de cetrería que los entrenara, tal como ya lo había hecho en muchas otras oportunidades con numerosos halcones.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Transcurrido cierto tiempo, el maestro fue a ver al rey, y le informó que uno de los dos halcones estaba ya perfectamente entrenado.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El rey se mostró complacido, y le preguntó por el otro halcón.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Con cierto embarazo, el hombre respondió:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Majestad, el otro halcón es un misterio. Pese a todos mis esfuerzos, no he logrado que se moviera del lugar que ocupa sobre la rama de un árbol desde que me lo encomendaste. </span></div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El soberano, intrigado, al día siguiente decidió hacer revisar al ave por los médicos de la corte. Luego de una semana de concienzudos exámenes, el médico jefe se presentó ante el monarca y le informó:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Majestad, tu ave está sana por completo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¿Ha volado? –preguntó el rey, con un brillo de esperanza en sus ojos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Eso no, Majestad –dijo el médico mirando al suelo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Al día siguiente, el rey hizo que su pregonero leyera en la plaza principal una convocatoria a cualquiera, ya fuese ciudadano del reino o extranjero, que se sintiese capaz de lograr que su halcón volase. La recompensa serían diez mil monedas de oro. También envió mensajeros a cada ciudad de su reino para que, en cada plaza, se hiciese público igual llamado.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Durante el siguiente mes, cientos de personas respondieron al llamado, más ninguno obtuvo éxito.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Un día, el monarca estaba paseando por el bosque cuando se detuvo de manera abrupta, fijando su mirada en el cielo. Allí en lo alto, observó a dos halcones que describían ágiles maniobras en el aire. Casi en el mismo momento, los guardias de palacio llegaron al lugar, trayendo consigo a un hombre.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¡Majestad, majestad! –gritó el capitán de la guardia-. Ha sucedido algo increíble…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El rey, absorto en el vuelo de las aves, apenas reaccionó luego de que el militar repitiera su llamado varias veces. Mientras tanto, también había llegado al lugar el maestro de cetrería.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¡Son tus dos halcones, majestad! –dijo emocionado el adiestrador. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¿Son ellos dos? –se asombró el rey.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- De eso venimos a hablarte, Señor –dijo el jefe de los soldados-. Hace unos momentos hemos detenido a este leñador, en el preciso momento en que intentaba huir.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El rey le hizo un gesto como para que dejara de hablar, y miró al hombre que traían con ellos.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¿Tú intentabas huir, leñador? ¿Y puedes explicarme por qué? ¿Cuál es tu falta?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Perdón Majestad –comenzó a hablar el hombre, en tono de disculpa-. Yo no quería hacer ningún daño, de ninguna manera quise robarme tu pájaro, ni siquiera pretendí que se escapara…</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El rey interrumpió sus palabras y le dijo:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¿Robar mi halcón, dejarlo huir…? ¿De qué estás hablando? </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Perdón, mi Señor. Yo apenas quise cortar una rama de un árbol, y sólo me di cuenta que el halcón estaba allí cuando la rama comenzó a caer y él se lanzó a volar.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¿El halcón se puso a volar cuando cortaste la rama? –preguntó el rey, entre asombrado y divertido.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Obviamente, Majestad –respondió el leñador-. Cualquier tonto se hubiera dado cuenta que así ocurriría, pero te juro que yo no vi a tu halcón hasta que ocurrió como te dije.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El rey lanzó una gran carcajada y preguntó:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¿Pero por qué huías, si es que puedes explicármelo?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El leñador, extrañado, respondió:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Porque di por sentado que en cuanto descubrieras la falta de tu halcón, me castigarías, Señor. Como te dije, pensarías que quise robarlo, o hacerlo escapar para ofenderte.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¿Eres tú ciudadano de mi reino, buen hombre? –preguntó el monarca.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- En realidad no, Señor. Recién hoy llego aquí, y por eso corté la rama, para cocinar unos alimentos que me permitieran reponerme de una larga jornada de marcha. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Pues te diré que tu acción no quedará sin respuesta, amigo –dijo el rey.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El hombre, angustiado, miró en dirección al suelo y dijo: </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Supongo que así debe ser, Majestad. Ya sabía yo que no me creerías y me impondrías un castigo. Ahí tienes el por qué de mi huida.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Sin embargo te equivocas –dijo el monarca-. Dije que tu acción no quedará sin respuesta, pero no hablé de castigo alguno. Recibirás en cambio diez mil monedas de oro.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Ante la expresión de asombro del leñador, el rey le contó brevemente la historia del halcón que, hasta ese mismo día, no había podido volar, no obstante haberlo intentado todo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Todo, excepto lo más obvio –concluyó el rey-. Como bien hiciste notar, cualquier tonto hubiera previsto que cortando la rama, el halcón, como cualquier ave, volaría. Es su naturaleza.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Este relato es bastante conocido, aunque no por ello es menos provechoso en cuanto a sus lecturas posibles.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">a) El halcón</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Suele ser interpretado enfatizando cómo el halcón, al verse privado de su cómodo punto de apoyo, se decidió al fin a volar. La rama es el símbolo de todo lo que nos inmoviliza en un lugar en el que no experimentamos crecimiento: miedos, creencias, nuestro pasado. A menudo nos sentimos insatisfechos en ese lugar pero, a la vez, nos sentimos seguros. Al menos, valoramos una seguridad relativa, creyendo que, si nos movemos de allí, tal vez las cosas puedan ser más satisfactorias, pero, casi con seguridad, nos irá peor que donde estamos. La rama puede ser una situación de pareja, un trabajo, una relación de amistad, una vivienda, unas condiciones de vida, o cualquier otra cosa que pueda ocurrírsenos. Es, más allá del objeto circunstancial cuya forma pueda adoptar, un lugar existencial, una zona insatisfactoria pero cómoda, en la que preferimos quedarnos antes que experimentar la incertidumbre de lo que no conocemos (ni creemos). Es bastante claro que la emoción predominante en nuestra rama es, nos demos cuenta o no, el miedo. Un miedo real o imaginario, más pequeño o más grande, pero, en todo caso, siempre mayor que los recursos con que creemos que contamos para superarlo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Cómo se decide el halcón a volar? </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Movido por la necesidad, por una situación de amenaza real, concreta e inminente. El halcón deja de contar con la rama, se ve desprovisto de su punto de apoyo, de su zona cómoda, y se encuentra en el aire. Allí pueden ocurrir dos cosas:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">a) Que se dé cuenta o que se vea impulsado por su instinto a experimentar que si abre sus alas y las bate, el aire lo sostiene, o;</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">b) Que siga siendo el miedo quien decida y, resignado a un destino irreversible, se deje caer pesadamente hasta el suelo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por fortuna, el halcón cuenta con un instinto de supervivencia natural más fuerte que los temores con que pueda hallarse <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“culturalmente”</b> condicionado.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sin embargo, ¿cuántos de nosotros, lanzados al aire, nos hacemos conscientes de que podemos abrir nuestras alas, o al menos lo hacemos impulsados de manera inconsciente? No es extraño que, lanzados al aire, acabemos estrellándonos, confirmando nuestra creencia de no podemos (no sabemos o no somos capaces de) hacer otra cosa. A lo sumo, tratamos de acomodar el cuerpo para intentar amortiguar el golpe, procurando minimizar los daños.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En ocasiones, mientras estamos en el aire, e ignorantes de nuestra capacidad de remontar vuelo, mantenemos una esperanza que replica lo que ya conocemos: si estuvimos seguros hasta ahora apoyados en una rama, hoy que ésta ya no existe, podremos volver a estar seguros si <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“algo”</b> la reemplaza y nos sostiene. ¿A quién no le ha pasado? Cuando algo se termina (un trabajo, una relación, etc.) y nos apresuramos a cubrir el vacío que experimentamos, antes de hacernos realmente conscientes de ese vacío, de la calidad insatisfactoria de aquello con que lo llenábamos antes, y de qué es lo que decidimos de aquí en más, ya estamos de nuevo inmersos en una nueva <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“rama”</b> que nos sostiene y que, casi con seguridad, a poco de andar resultará que es muy parecida a nuestra rama anterior. Es así como nos quejamos de que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“otra vez me volvió a ocurrir!!”</b>, y por supuesto que la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“culpa”</b> de que así sea la tienen nuestro signo zodiacal, el destino, una conspiración de extraterrestres, el que todos los empleadores/empleados/hombres/mujeres/etc. son iguales, o el gobierno de nuestro país. ¿No será más bien que, como dice una conocida expresión, simplemente <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“saltamos de la sartén para caer en el fuego”</b>, o <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“de Guatemala a Guatepeor”</b>?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es bastante claro que el halcón del cuento tuvo por lo menos dos ventajas con respecto a nosotros: 1) No logró encontrar una rama lo bastante pronto como para no tener que volar y seguir permaneciendo inmóvil; 2) No estaba programado con que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“no podía”</b> a una grado tan alto que sólo le quedara dejarse caer y estrellarse contra el suelo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">A veces, sin embargo, ya sea aún estacionados en nuestra rama cómoda o bien mientras caemos de ella, nos sentimos impulsados a intentar algo diferente a lo que ya conocemos. Es habitual que, para que así ocurra, nuestras condiciones existenciales tengan que haberse vuelto tan insatisfactorias como para que esa insatisfacción supere tanto la comodidad como el miedo que experimentamos. Es algo así como que, en un combate de boxeo, allá por el noveno round y mientras recibimos una paliza fenomenal, nos demos cuenta que, en realidad, nada ni nadie nos obliga a permanecer en el ring. Que no se trata de abandonar la pelea, sino de comprender que la pelea no es la esencia de la vida. Que nunca nos gustó el boxeo, y que quizás cuando decidimos dedicarnos a él, lo hicimos porque creímos que era para lo único que servíamos, o que no había otra actividad con la cual obtener dinero, o que eso nos daría reconocimiento social, entre muchas razones posibles. Quizás entonces, cuando comprendemos la sinrazón de haber obrado en automático, es que podemos detenernos y alterar el curso de nuestras vidas en otra dirección que, esta vez, sí responda a nuestra auténtica elección.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">A menudo tenemos sueños pequeños, porque creemos que los sueños grandes son posibles pero para otros, no para nosotros. Y a menudo se nos cumplen esos sueños exactamente del tamaño con que los soñamos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En momentos excepcionales, cuando, como dijimos, la insatisfacción que experimentamos es más grande que la comodidad y el miedo que sentimos, nos decidimos a que si subsistir de esa manera día tras día es todo lo que haremos de nuestra vida, preferimos arriesgarnos a realizar los sueños que nos indica nuestro corazón, o que en todo caso éste deje de latir. Es entonces cuando nos decidimos a saltar. Y si nuestra convicción es sincera y nuestro compromiso total, suele suceder que no nos estrellamos contra el piso, ni nuestro corazón deja de latir, sino que, al fin, nuestras alas se despliegan y hacen aquello para lo que fueron diseñadas. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">b) El rey</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Con frecuencia los comentarios sobre este relato se limitan a la figura del halcón y su descubierta capacidad de volar. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">No obstante, la figura del rey y su conducta también pueden mover a reflexiones que nos resulten valiosas.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Qué es lo que tiene el rey ante este halcón que no vuela?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por un lado, un desafío a su tolerancia o, dicho de otro modo: ante una elección de vida que no concuerda con la que él cree adecuada, ¿qué hace? ¿La respeta, o se esfuerza por modificarla de acuerdo a lo que él cree correcto? Toda nuestra vida de relación abunda en situaciones de este tipo, aunque la mayoría de las veces no seamos conscientes de ellas. Te amo… mientras coincidas con mi ideal de pareja. Eres mi mejor emplead@… mientras no cuestiones ninguna de mis órdenes. Eres mi mejor empleador/a… mientras no me niegues algo que te pido. Eres mi mejor amig@… mientras estés de acuerdo con todo lo que hago y digo. Eres mi hij@ soñad@... Mientras tu elección de trabajo/estudio/sexualidad/etc. no choque contra la que soñé para ti. Obviamente, la situación del relato no pasa tanto por estos carriles, como por aquel otro de que el rey, como un excelente padre, realmente sabe que al halcón le ocurre algo que puede ser corregido de algún modo, y que hará más feliz al ave… Sin embargo, en nuestra cotidianeidad las situaciones no suelen presentarse tan claramente diferenciadas, y cuando insistimos en lo que creemos es mejor para alguien más, pasado cierto punto quizás estemos avasallando su persona. Es un punto por demás de delicado y complejo establecer con precisión cuál es el límite.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por otro lado, lo que el monarca tiene ante sí es un problema. Sabe que está en la naturaleza del halcón el volar, pero el ave no lo hace. Primero se plantea la existencia de una cuestión de salud, pero cuando ve que no es así, se queda sin hipótesis, y realiza una amplia convocatoria a cualquiera que pueda aportar una solución. Y, como se dice hacia el final del relato, prever que el halcón se echaría a volar si se cortaba la rama, era obvio. Sin embargo, ni él, ni sus consejeros, ni nadie de quienes respondieron a su llamaron, se plantearon lo obvio. ¿Cuántas veces nos ocurre igual? ¿Cuán a menudo, ante un problema, pasamos por alto lo evidente, y nos internamos en laberintos mentales a los que no les vemos salida alguna? Aquella frase que alude a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“ahogarse en un vaso de agua”</b>, ¿no tiene que ver precisamente con lo fácil que es salir de un vaso de agua (lo difícil es entrar, francamente!!) o lo difícil que es que tan poca cantidad de líquido nos ahogue, y con que no vemos ni lo uno ni lo otro? Cuando pasamos por alto lo obvio, ¿no renunciamos a nuestra propia capacidad de hallar la solución, depositando nuestra confianza en alguien más a quien sí atribuimos ese poder? ¿Cuán a menudo necesitamos contar con objetos para experimentar confianza? Y aclaremos que decir <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“objetos”</b> puede aludir tanto al amuleto de la buena suerte como al auto que compramos para que nos respeten, tanto a la pareja que elegimos con ciertas características físicas para que nuestras amistades nos envidien como a la pastilla que nos calma la ansiedad. Puede ser cualquier cosa, hecho, persona o lugar en quien depositemos una sensación de poder a la que previamente hemos renunciado nosotros mismos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">c) El leñador</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Con el leñador también ocurren algunas cosas dignas de prestarles atención.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Ante todo, movido por la intención de resolver un problema propio (contar con leña para hacer fuego y cocinarse algún alimento), soluciona un problema ajeno.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En una perspectiva, esto nos alerta sobre que nunca podemos estar absolutamente seguros de la dimensión que pueden acabar teniendo nuestros actos. Cuanto más conscientes podamos estar de la complejidad de la vida y del universo, más cuidadosos seremos con nuestras acciones y, si bien la previsibilidad absoluta es irrealizable, poder orientarnos por la premisa de no dañar deliberadamente a otros quizás constituya una guía bastante confiable. Así, quizás sin pretender solucionarle los problemas a otros, adoptar la decisión de no ser parte integrante de ellos, pueda ser un buen primer paso. Aspecto que no tiene nada que ver con ser neutrales ante el dolor ajeno, sino más bien con no sumarnos a los verdugos de nadie. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En otra perspectiva, nos muestra que el leñador pudo actuar libre de los condicionamientos que habían padecido todos quienes con anterioridad habían intentado, infructuosamente, que el halcón volara. Mientras el foco de aquellos estaba puesto en el enorme tamaño del problema a superar, él ni siquiera pudo dedicarle un mínimo de atención a él, ya que lo ignoraba, y así su atención estaba centrada en otra parte, y no en las dificultades de la empresa. Para él, que el halcón volase al verse privado de su rama, sí fue obvio, al punto que ni siquiera había reparado en la presencia del halcón hasta que lo vio en el aire.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero luego de solucionar ese problema ajeno que él desconocía, cuando ve al halcón volar y a los guardias del rey que se aproximan, sí cree que están ante un problema, e intenta huir. Él cree que lo atraparán por haber pretendido robarse al pájaro, o hacerlo escapar. Algo que ni los guardias en ese momento, ni el monarca después, siquiera se imaginan.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En un sentido, esto nos advierte sobre cómo interactuamos unos con otros. Por qué a menudo nos cuesta tanto entendernos. Porque cuando nosotros decimos A, el otro escucha B, supone que quisimos decirle D y por si acaso nos responde J. Porque cuando oímos que nos responde J, o nos fastidiamos porque no nos comprenden, o creemos descubrir un mensaje sutil de que realmente nos quiso decir M, por lo que le respondemos P y…. ufff!!! Así al infinito. Lo extraño sería que nos comprendiésemos, no que vivamos des-encontrados. Porque aún antes de la interacción con los demás, ya nos es difícil guardar una mínima coherencia con nosotros mismos entre lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos. Vivimos creando guiones de películas mentales que superan la velocidad de la luz y pueden llegar a ser más tortuosas que las creadas por la mente más imaginativa del mundo del cine.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En otro sentido, vuelve a llamar nuestra atención sobre la entidad y el tamaño que asignamos a los problemas, como ocurre con el rey. El leñador siente que se hunde en un pozo cuando ni siquiera hay un vaso de agua. Al contrario, para su sorpresa, termina siendo premiado. Se trata, al fin, de la calidad de la mirada con que observamos el mundo, con qué frecuencia estamos sintonizados. Si estamos sintonizados con la frecuencia de los problemas, los veremos por todas partes, de hecho difícilmente veamos algo que no lo sea. Si estamos sintonizados con lo que conscientemente decidimos hacer, a menudo los resultados son como los esperamos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 11pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"> Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-90216576255914349702011-11-05T15:16:00.000-03:002011-11-05T15:16:51.088-03:00Puertas, puertitas y portales<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzN2PSrt1o4NX6TxS4YhbdH6AyLK1i3OLV4u6oFkNbGHeuLDOKDlQc0AZ_TbRw2hLOHUl6Ce1rtXGWWrlw7kBog1AKymKO9mQGvII9flAAac9wjia9wyLkDII2RA_ob_GYdriYqtMOIOk/s1600/puertas+puertitas+y+portales.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" ida="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzN2PSrt1o4NX6TxS4YhbdH6AyLK1i3OLV4u6oFkNbGHeuLDOKDlQc0AZ_TbRw2hLOHUl6Ce1rtXGWWrlw7kBog1AKymKO9mQGvII9flAAac9wjia9wyLkDII2RA_ob_GYdriYqtMOIOk/s1600/puertas+puertitas+y+portales.jpg" /></a></div><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por estos días, circula una enorme cantidad de alusiones a la proximidad de una fecha que sería por demás de importante, el once de noviembre.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La mayoría de esos mensajes se refieren a la activación, para esa fecha, de un portal energético (el Portal 11:11) que, según quien brinde la <strong>“información”</strong>, produciría diversos efectos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Para unos, se tratará de un fenómeno que se producirá exactamente en ese día, y sus efectos se percibirán de inmediato, o a lo sumo a partir del día siguiente.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Para otros, se trata de parte de un proceso que viene desde mucho antes, y se extenderá luego de esa fecha.</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En general, se plantea que la apertura de este Portal repercutirá de manera diversa según nuestra situación personal, y así, si ya vibramos en una frecuencia elevada, se nos presentarán importantes oportunidades de crecimiento personal, mientras que si estamos más bien estancados en energías <strong>“pesadas”</strong>, probablemente nos sintamos confusos, desorientados, incómodos. En general, se habla de una evolución de la humanidad, más allá del particular despliegue que, para cada uno, aquí y ahora, pueda presentar el proceso.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y, como dato nada menor, la mayoría de las informaciones al respecto procede de personas que, a su vez, canalizan o reciben informaciones provenientes de <strong>“seres de luz”</strong> predominantemente situados en otra dimensión o frecuencia diferente a la que hoy ocupamos nosotros.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Hay personas que asisten a este despliegue de <strong>“información”</strong> con una alta carga de ansiedad. Sinceramente se preguntan qué ocurrirá a partir de esa fecha, qué suerte les tocará a nivel individual o colectiva (como miembros de una familia, de una ciudad, de una nación, etc.), cómo prepararse, etc. El panorama general se presenta prometedor, pero cada caso concreto puede ir en ese sentido o en uno que sea todo lo contrario.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Confieso que, en lo personal, no tengo certeza alguna sobre el tema. Sí muchas preguntas.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">No me seducen los enfoques, de la clase que sea, que tienden a poner <strong>“fechas fijas”</strong> para tal o cual suceso. Nuestras vidas tienen hechos claves, a los que podemos ponerles signos convencionales en el marco de eso que llamamos <strong>“tiempo”</strong>, pero cuando ampliamos nuestra mirada, advertimos que ningún hecho aislado es, por sí solo, nuestra vida. La vida es un proceso.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pensemos en cualquier aniversario, en cualquier conmemoración. Tal día recordamos la Revolución Francesa, la creación de una bandera, el nacimiento o la muerte de una persona, la sanción de una constitución, la celebración de un matrimonio, el derrocamiento de un gobierno, etc. Pero esa fecha es un símbolo de algo más amplio, un recordatorio, que no agota, por sí solo, todo lo que ocurrió antes, durante y después de esa fecha. Quedarnos sólo con la fecha, a menudo, más bien encubre todo lo sucedido, y lo vacía de contenido, reduciéndose a la repetición de un ritual que con frecuencia ya ni sabemos por qué lo realizamos, sino que simplemente lo reiteramos en automático.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por otra parte, es una cuestión delicada la proliferación de <strong>“canalizadores”</strong> y de entidades que son <strong>“canalizadas”</strong>. A menudo, adoptar esa perspectiva, más que remarcar la común igualdad y unión entre todos los seres (aún cuando los propios mensajes así lo proclamen), plantea una sutil distinción, que suele pasar inadvertida, entre seres <strong>“comunes”</strong> y seres <strong>“elegidos”</strong>. No es una diferencia menor plantear que cualquiera puede acceder a la Fuente, que pretender ser el vehículo autorizado para transmitir los dichos auténticos de esa Fuente. ¿Cuán a menudo los canalizadores, los métodos que difunden, los mensajes que transmiten, llevan a su lado el signo de <strong>“marca registrada”</strong> (o <strong>“copyright”</strong> o <strong>“trade mark”</strong> o como quiera llamársele)? ¿No te haría gracia ver escrito <strong>“Dios (marca registrada)”</strong>? ¿No te alarmaría ver a un ángel tramitando en una oscura oficina burocrática el registro de propiedad intelectual de lo que va a decir? Por el contrario, parecen transmitir paz e igualdad aquellos verdaderos Maestros que nos transmiten que cada uno de nosotros comparte su esencia, y que lo que ellos pueden, también nosotros lo podemos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En una tercera perspectiva, plantear que la oportunidad que se presenta es brillante, aunque a cada uno le irá según su situación personal, no parece ser nada diferente a lo que ocurre cualquier día de nuestra existencia. Cada día, y momento a momento dentro de cada día, tenemos la renovada oportunidad de volvernos más conscientes, o continuar tropezando en piloto automático. Y, según elijamos (o renunciemos a hacerlo), nuestra cotidianeidad presenta un aspecto coherente con aquello que elegimos. Nuestro mundo puede ser el <strong>“cielo”</strong> o el <strong>“infierno”</strong> en la <strong>“tierra”</strong> de acuerdo a cada decisión que, tanto de manera individual como de manera colectiva, adoptamos. </div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Desde un cuarto punto de vista, quizás sea prudente sostener el <strong>“quizás”</strong>. Quizás se active el mencionado Portal, quizás ocurra ese día, como quizás ni lo uno ni lo otro. ¿Entonces? Entonces, quizás se trate más bien de reafirmarnos sobre lo que sí sabemos con certeza acerca de nuestras vidas y de las condiciones de nuestro planeta.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sabemos que nuestra vida se manifiesta a través de lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos, y que esa múltiple manifestación puede ir en la misma dirección, o bien tender en direcciones diferentes, incluso contradictorias. Que lo que se manifiesta en nuestras vidas es coherente con el modo en que administramos esas cuatro vías. Si la relación entre ellas es contradictoria, nuestro día a día abunda en situaciones confusas. Si ellas avanzan en armonía, así será nuestra cotidianeidad. Un nogal no produce manzanas, ni de un perro nace una tortuga. El resultado final de cualquier receta no es algo opuesto a la composición de sus ingredientes.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sabemos que, más allá de los sentidos que esperemos descubrir acerca de nuestra existencia, es nuestra decisión dotar de sentido a nuestra vida.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sabemos que podemos guiarnos por el miedo o por el amor, y según cuál sea nuestro punto de apoyo, será la calidad del movimiento que imprimamos a nuestro mundo.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Adoptar la perspectiva del <strong>“quizás”</strong> implica renunciar al <strong>“a priori”</strong>, no negar ni afirmar aquello sobre lo cual, sinceramente, carecemos de certezas. Y abrazar, en cambio, el compromiso con lo que sí tenemos como cierto.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Comprometernos con la oportunidad que representa cada minuto que estamos con vida en este planeta, para que más allá de que acaezcan o no ciertos sucesos en gran medida externos a nosotros, nuestros actos honren esa oportunidad que se nos regala.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si actuamos movidos por el amor, por la conciencia, por la solidaridad, cada día de nuestras vidas, ya sea que el calendario indique 7 de febrero, 11 de noviembre o 3 de junio, no será un transcurrir de horas en vano.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Hay una canción infantil que dice: <strong>“Arroz con leche, me quiero casar, con una señorita de San Nicolás; que sepa coser, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta para ir a jugar”</strong>.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Esa letra fue lo primero que recordé cuando comencé a leer ciertas <strong>“informaciones”</strong> sobre el <strong>“Portal 11:11”</strong>. En particular, esa parte en la que dice <strong>“que sepa abrir la puerta para ir a jugar”</strong>.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cada día, y cada momento de cada día, al ser una oportunidad, es también, de algún modo, una puerta. Hay puertas en las que ni siquiera reparamos, de las que no somos conscientes, y por nuestras creencias limitantes, en el lugar que ocupan sólo vemos pared. Hay puertas que vemos, pero que no nos atrevemos a intentar abrir. A veces tememos lo que pueda haber tras ellas, y a veces sabemos que lo que hay allí es bueno, pero no creemos posible que eso pueda ser para nosotros. A veces abrimos puertas que imaginamos maravillosas, y la realidad nos indica que sólo fue una fantasía. En definitiva, no se trata tanto de la puerta en sí misma, sino de la sintonía en que nos hallamos para encontrar cada puerta. Cuando un@ puede renunciar a que alguien más le dé la llave, y se vuelve él/ella misma llave, se puede trascender la ansiedad de buscar una puerta en particular, y estas comienzan a venir hacia nosotros.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando un@ logra situarse en la posición de celebrar la vida, adoptando la perspectiva del amor, puede abrazar cada nuevo día sabiendo que se trata de una renovada oportunidad para <strong>“abrir la puerta para ir a jugar”</strong>.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y, como podemos recordar de nuestra propia niñez, o mirando hoy a otros niños, es sabido que cuando uno se compromete con el hecho de jugar, no le importa qué hora es, ni qué día marca el calendario.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Excelentes y valiosos minutos para cada hora de tu vida!!</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 11pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"> Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-53191603651955719082011-10-11T20:49:00.000-03:002011-10-11T20:49:02.734-03:00Mirar fuera, mirar dentro<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiZkjnmI-ituGi47jXZPoT3l1mAS55M9PBGl3u8swnlt8GR4H768Pff8F6SyUNgLh8ZCBqKWh0zLMlV2OOMXUvaIsTLKbmKKwjxWaJ5Z-a53zi580pQbLN3Fddda2ATSB4ND9mtamjwhs/s1600/mirar+fuera+mirar+dentro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="291" kca="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiZkjnmI-ituGi47jXZPoT3l1mAS55M9PBGl3u8swnlt8GR4H768Pff8F6SyUNgLh8ZCBqKWh0zLMlV2OOMXUvaIsTLKbmKKwjxWaJ5Z-a53zi580pQbLN3Fddda2ATSB4ND9mtamjwhs/s320/mirar+fuera+mirar+dentro.jpg" width="320" /></a></div><br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“La gente y las circunstancias a mi alrededor no me hacen lo que soy,</i></b></div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>ellas revelan quien soy”</i></b></div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;"><span class="important"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Laura Schlessinger</b></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Acostumbramos explicar la mayoría de nuestros comportamientos y estados de ánimo, sobre todo los que no nos aportan satisfacción, en función de elementos ajenos a nosotros: personas, lugares, situaciones, etc. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“Fulano me hace enojar”</b>, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“la lluvia me deprime”</b>, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“esta ciudad me exaspera”</b>… <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“Alguien”</b> o <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“algo”</b> es responsable, o incluso tiene la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“culpa”</b> de eso, más bien desagradable, que sentimos, pensamos, decimos o hacemos.</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Estamos tan habituados a hacerlo, que ya forma parte de nuestro <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“arsenal”</b> de automatismos, y no nos detenemos a observar las consecuencias que, para nuestra vida, tiene cada vez que adoptamos esa perspectiva.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pues en cada una de esas oportunidades, ocurren no pocas cosas. Entre otras, podemos señalar:</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">1) Simplificamos la <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“cadena causal”</b> (esa que enlaza causas y consecuencias) de una manera tal que viola las reglas de la lógica.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por ejemplo, que el conductor de otro auto cruce sin mirar puede ser causa de un choque, pero si no ocurre así y yo lo persigo hasta ponerme a la par y comienzo a insultarlo, a lo que él me responde de igual modo, ésta puede ser la verdadera causa de una discusión, y no aquélla maniobra.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">2) Al simplificar la cadena causal, no somos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“activos”</b> sino <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“reactivos”</b>. No actuamos según decidimos de manera consciente, sino que reaccionamos dejándonos arrastrar ante el torbellino de emociones que experimentamos ante el estímulo externo. Si esto fuese inevitable, podríamos sintetizar que, en realidad, quien actúa es ese estímulo externo a través nuestro. Algo así como decir, en el ejemplo del punto anterior, que fue el conductor del otro vehículo quien terminó golpeándose a sí mismo por nuestro intermedio luego de la discusión que sobrevino. ¿Suena absurdo? Sí, pero cuando estamos inmersos en la situación no lo vemos así, e incluso con frecuencia solemos decir <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“el/ella se lo buscó”</b>.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">3) Al simplificar la cadena causal y reaccionar en automático, tampoco tomamos en cuenta las consecuencias que pueden sobrevenir tras nuestra reacción. Cegados por nuestras emociones, no advertimos que, de este modo, podemos estar aumentando una bola de nieve que quizás acabe convirtiéndose en un alud del que no sólo el otro, sino tampoco nosotros, salgamos ilesos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">4) Nos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“justificamos”</b> pero no <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“fundamentamos”</b>. Justificar es excusar algo que sentimos que no está bien, algo así como decir: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“fue una mala opción, pero en vista de las circunstancias, había un permiso para actuar así”</b>. Fundamentar es dar las razones de nuestras decisiones. Cuando fundamentamos nos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“hacemos cargo”</b>, cuando justificamos brindamos excusas. Lo cual es también una señal de que algo en nuestro interior nos dice que esa reacción automática no fue algo saludable para nosotros. Cuando tenemos la certeza de lo que decidimos, no necesitamos justificarnos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">5) Nos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“congelamos”</b> en el pasado. Por un lado, nos quedamos en él cuando actuamos en función de lo que ya ocurrió, y no de lo que está ocurriendo. Si no hubo choque y el otro conductor prosiguió su marcha, cuando lo persigo y le hago un reproche es que me quedé detenido en el momento de su mala maniobra, no estoy en el presente en el que cada uno sigue su camino.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por añadidura, ese pasado en función del cual actuamos a menudo es puramente conjetural, como sucede cuando digo: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“no hubo choque, pero podría haber ocurrido”</b>. También, en ese plano, podría no haber habido mala maniobra alguna. De manera que todo lo que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“podría haber sido”</b>, de hecho <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“no fue”</b>.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por otro lado, en nuestras reacciones automáticas operamos también desde nuestro pasado. No se trata entonces sólo del suceso, sino de las memorias que tenemos almacenadas y que se <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“disparan”</b> con ocasión de aquél. El suceso no es más que la punta del iceberg, el emergente de ciertos contenidos emocionales que se precipitan en cascada desde un pozo cuyo fondo no sabemos qué tan profundo se halla.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">6) Frente al estímulo externo, elegimos la peor de las interpretaciones posibles. Así como ante un vaso que tiene agua hasta la mitad podemos verlo medio vacío o medio lleno (y en ambos casos tendremos razón), ante cada hecho existe un amplio abanico de interpretaciones posibles. Para reaccionar de un modo que no es satisfactorio, debemos escoger una interpretación negativa. Pues no se trata de que no alcancemos el umbral de la compasión ante el <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“otro”</b>, sino que ni siquiera adoptamos la interpretación de que pudo tratarse de un simple error de su parte, y mucho menos lo consideramos disculpable. De manera clara, si la cuestión pasa por qué es lo que miramos, cómo lo hacemos y desde qué lugar, ello habla bastante más de nosotros que del <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“otro”</b>. Cuando nos acostumbramos a sostener este tipo de mirada, el mundo se vuelve un lugar muy hostil, y es muy probable que veamos conspiraciones y mala fe por todas partes. A lo que se añade que, por una cuestión de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“sintonía”</b>, nos movemos en una frecuencia en donde no hacemos más que hallar <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“basura”</b>, y pasamos por alto las señales <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“limpias”</b>.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">7) A menudo quedamos entrampados en situaciones originalmente sin mayor importancia. Cuando hace unos días hablamos acerca de las discusiones, nos referimos a que, repasándolas, muchas de ellas las entablamos con personas de las cuales no recordamos casi nada<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1731986126421903388#_ftn1" name="_ftnref1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="mso-special-character: footnote;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">[1]</span></span></span></span></a>. De modo que, observado en perspectiva, no fue el hecho sino nuestra reacción ante él lo que causó el terremoto en el que podemos acabar involucrados. Si a cualquier pequeñez la interpretamos como una ofensa personal, como una lesión a nuestro honor, como una afrenta que exige reparación, es porque estamos perdiendo el equilibrio para discernir lo que es importante de lo que no lo es.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">8) Cuando nos vemos atrapados en situaciones desagradables, fruto de nuestra reacción automática inconsciente ante un hecho que ya ocurrió, sin otorgarle su debida importancia ni sopesando las consecuencias que pueden producirse, en una simplificación quizás absurda de la cadena causal, nos encerramos en un laberinto en el que sentimos que no tenemos alternativa. Entonces nos precipitamos hacia lo único que percibimos. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“No me dejó alternativa”</b>, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“no tuve opción”</b>, son frases muy comunes.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">9) Es también claro, entonces, que cuando adoptamos una “visión de túnel”<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1731986126421903388#_ftn2" name="_ftnref2" style="mso-footnote-id: ftn2;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="mso-special-character: footnote;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">[2]</span></span></span></span></a>, con la cual sólo vemos una única salida posible, estamos renunciando a ser flexibles y a ver, ante el estímulo externo, la oportunidad de elegir de modo consciente en función de lo que decidamos. Es decir, la posibilidad de elegir distinto cada vez, a pesar de todas las ocasiones anteriores en que hayamos reiterado respuestas automáticas.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">10) Como señalamos antes, si sentimos la necesidad de justificarnos, de atribuir al estímulo externo la responsabilidad por nuestros actos, es porque, en algún punto, una lucecita de alarma nos dice que nuestra respuesta inconsciente no fue saludable APRA nosotros. Y esa señal nos la da el hecho de que, luego de nuestra reacción, nos sentimos mal. Aunque no nos demos cuenta de todo lo demás que ocurre cada vez que nos movemos en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“piloto automático”</b>, si al menos lográsemos advertir este único <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“detalle”</b> estaríamos en condiciones de hallar la punta de la madeja para comenzar a desplazarnos desde la inconsciencia a la conciencia.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Una vez que centramos nuestra atención en nosotros mismos y en cómo nos manifestamos, a través de lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos, en nuestras relaciones con los estímulos externos (personas, lugares, situaciones, etc.), iniciamos nuestra ejercitación en el obrar consciente y nos vamos haciendo cada vez más capaces de advertir que es en nosotros donde residen las claves de nuestra existencia cotidiana. Es entonces cuando estamos en condiciones de percibir la frase con que comenzamos estas líneas: que a menudo los <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“otros”</b> no son más que la excusa para revelarnos, el espejo en el cual nos reflejamos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Conclusión</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando miramos fuera de nosotros, solemos dejar de mirar dentro.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Recuperar la perspectiva de nuestro panorama interior, puede ayudarnos a asumir que, como seres lanzados a la coexistencia en un mundo de manifestación física, somos capaces de decidir desde nuestro ser cómo interpretar ese mundo y cómo nos expresamos en él. De ese modo nos ponemos en condiciones de realizar el aporte que sólo cada uno desde su individualidad puede hacer, y de sentirnos auténticamente satisfechos. </div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Mirar dentro, sin aislarnos del mundo, sin dejar de mirar fuera para no perder el contacto con los <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“otros”</b>, pero hacerlo con una mirada nueva, para que ante la imagen nuestra que luego nos devuelvan esos múltiples espejos, podamos experimentar que estamos dotando de sentido a nuestra presencia en la vida.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><br />
<hr align="left" size="1" width="33%" /><div id="ftn1" style="mso-element: footnote;"><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1731986126421903388#_ftnref1" name="_ftn1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="mso-special-character: footnote;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 10pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">[1]</span></span></span></span></a><span style="font-size: x-small;"> “Discusiones”, en </span><a href="http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/09/discusiones.html#links"><span style="color: purple; font-size: x-small;">http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/09/discusiones.html#links</span></a></div><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div></div><div id="ftn2" style="mso-element: footnote;"><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1731986126421903388#_ftnref2" name="_ftn2" style="mso-footnote-id: ftn2;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="mso-special-character: footnote;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 10pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">[2]</span></span></span></span></a><span style="font-size: x-small;"> Puede verse “Visión de túnel”, en </span><a href="http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/03/vision-de-tunel.html#links"><span style="color: purple; font-size: x-small;">http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/03/vision-de-tunel.html#links</span></a></div><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div></div></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-27356483171313566702011-10-07T14:39:00.000-03:002011-10-07T14:39:57.106-03:00Un pequeño cuento de Alejandro Jodorowsky<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTufHYz_k_ja8qgwvLIFsz0DHChNdxLOMotkUfV9tpYr42N_hfSKZrIphWoVXs5crlkT2FOn0RBE7WzUXcAnHFWZltlHO_Of0mYakknEDqjXiy2XBa9sYpP4VqX-C7WtLLANKbLg-oW3s/s1600/jodorowsky.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="241" kca="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTufHYz_k_ja8qgwvLIFsz0DHChNdxLOMotkUfV9tpYr42N_hfSKZrIphWoVXs5crlkT2FOn0RBE7WzUXcAnHFWZltlHO_Of0mYakknEDqjXiy2XBa9sYpP4VqX-C7WtLLANKbLg-oW3s/s320/jodorowsky.jpg" width="320" /></a></div><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="layout-grid-mode: line;">Hombre sucio, hombre limpio (En “La sabiduría de los cuentos”)</span></b><span style="layout-grid-mode: line; mso-bidi-font-weight: bold;"></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Un rey hizo llamar a un santo rabino que dormía sólo dos horas y las otras veintidós las dedicaba a leer su Biblia.</span><span style="layout-grid-mode: line; mso-bidi-font-weight: bold;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- </span><span style="color: #333333; mso-bidi-font-weight: bold;">¡Dime la verdad que has encontrado en esas páginas que lees o te corto la cabeza!</span><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El anciano sonrió.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Antes de revelarte el secreto que esperas, deja, oh gran señor, que te haga una pregunta.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¡De acuerdo: hazla!</span></div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Dos hombres caminan por el bosque, después de una fuerte lluvia. De pronto, caen en una charca de barro. Al salir, uno de ellos está sucio mientras el otro permanece limpio. ¿Cuál de los dos se lava?</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¡Pues el que está lleno de lodo! – respondió el poderoso.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- No, majestad. El que está embarrado ve al que salió limpio y piensa que él también está limpio. El otro ve al sucio y, como piensa que él mismo también está sucio, corre a lavarse.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Bien – dijo el rey -, ahora dime la verdad que encontraste en tu Biblia.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Antes, señor, resuelve este problema: dos hombres caminan por el bosque, después de una fuerte lluvia. De pronto, caen en una charca de barro. Al salir, uno de ellos está sucio mientras el otro permanece limpio. ¿Cuál de los dos se lava?</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El monarca, creyendo que ya conocía la respuesta, contestó:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¡El que está limpio!</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- No, mi señor. Como una vez ya habían cometido el error, se lavó el embarrado. La experiencia enseña.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Acepto – dijo el rey-. Ahora dime la verdad que encontraste en tu libro sagrado.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¡Oh, magnísimo, deja que te plantee un último acertijo! Después de una fuerte lluvia, dos hombres que caminan por el bosque caen en una charca de lodo. Uno sale sucio y el otro limpio. ¿Cuál se lava?</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El rey quedó desconcertado.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Ya no sé qué responder. Ambos pueden bañarse o ninguno. Quizás el embarrado se lava otra vez.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El viejo sonrió.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Si crees, señor, que tres veces se va a repetir un accidente tan increíble, estás dispuesto a creer cualquier cosa.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; mso-bidi-font-style: italic;">Maestro: el rey cree que la verdad es un conjunto de palabras que se encuentran en la Biblia. El rabino le demuestra que un texto puede dar origen a infinitas interpretaciones. Las palabras son sólo un guía hacia la verdad… el camino lo tiene que recorrer uno mismo.</span><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El rey del relato pretende que el maestro le transmita la “VERDAD” que halló en la Biblia. Dicho de otro modo, también podría decirse que aspira a que le dé la “fórmula”, la “receta”.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Cuántas veces nos ocurre como a este rey, yendo de puerta en puerta en busca de alguien que nos dé lo que esperamos sea la “única” respuesta a nuestros interrogantes?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En alguna ocasión nos referimos a la cuestión de las “herramientas” que usamos para autoayudarnos<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1731986126421903388#_ftn1" name="_ftnref1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="mso-special-character: footnote;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">[1]</span></span></span></span></a>, y planteábamos allí que a menudo no sólo buscamos recursos que nos ayuden, sino que pretendemos que nos solucionen la vida. Y que cuando albergamos ese anhelo, lo que suele suceder es que nada funciona, porque lo cierto es que nada ni nadie puede reemplazarnos en el camino personal de nuestra propia existencia.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es posible encontrar elementos que nos resulten valiosos; incluso la circunstancia de ser seres que vivimos en el marco de la coexistencia con otros, lleva a que la relación con los demás sea una inagotable fuente de enriquecimiento mediante la posibilidad de compartir perspectivas diferentes. Pero como la vida es una experiencia única e intransferible, son nuestros propios pasos los únicos que pueden ir trazando nuestro camino.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando nos aferramos a una respuesta y sostenemos que es la única posible, es probable que se deba, como en el caso del rey de esta historia, más a nuestra propensión a creer en cualquier cosa, que a los méritos de esa respuesta. Cuando nos cerramos a otras alternativas, e incurrimos en el dogmatismo, sosteniendo que algo es de un cierto modo y no puede ser de otro, nos alejamos de las respuestas auténticas, pues estas son las que, en sintonía con la inagotable riqueza de la vida, se abren a la infinita gama de posibilidades que conlleva la existencia. Las respuestas auténticas, que son las que nos aportan crecimiento y plenitud, incluyen más que excluir, y admiten la confluencia de distintas perspectivas para conformar una visión más amplia.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Una visión que pretenda basarse en una receta, en una oración dicha mecánicamente, en una técnica sin espíritu, en un ritual vacío, en un amuleto, es una visión carente de raíces y, como tal, se sostendrá tan sólo hasta el primer viento fuerte que deba afrontar. Es, como también señalamos alguna vez, lo que marca la diferencia entre lo que creemos y<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>lo que sabemos<a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1731986126421903388#_ftn2" name="_ftnref2" style="mso-footnote-id: ftn2;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="mso-special-character: footnote;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">[2]</span></span></span></span></a>: ante la experiencia, sólo se mantiene lo que sabemos, mientras se esfuma lo que creemos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Ante los vientos de la existencia, podemos ser frágiles hojas para las cuales toda brisa es una tempestad que las lleva sin rumbo de un lado a otro, o podemos ser aves que disciernen el tiempo exacto para fluir con las corrientes de aire. Resistencia o aceptación, creencia o conocimiento, rigidez o flexibilidad, reacción automática o elección consciente, son diferentes perspectivas que tenemos la oportunidad de practicar en nuestra vida.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Podemos atarnos a una única receta, o podemos disfrutar de la infinita variedad de menúes que nos ofrece el hecho de estar vivos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span><b><span style="layout-grid-mode: line;"></span></b></div><div style="mso-element: footnote-list;"><br clear="all" /><hr align="left" size="1" width="33%" /><div id="ftn1" style="mso-element: footnote;"><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1731986126421903388#_ftnref1" name="_ftn1" style="mso-footnote-id: ftn1;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="mso-special-character: footnote;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 10pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">[1]</span></span></span></span></a><span style="font-size: x-small;"> “¿Cómo nos autoayudamos?”, en </span><a href="http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/01/como-nos-autoayudamos.html#links"><span style="color: purple; font-size: x-small;">http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/01/como-nos-autoayudamos.html#links</span></a></div><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div></div><div id="ftn2" style="mso-element: footnote;"><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><a href="http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=1731986126421903388#_ftnref2" name="_ftn2" style="mso-footnote-id: ftn2;" title=""><span class="MsoFootnoteReference"><span style="mso-special-character: footnote;"><span class="MsoFootnoteReference"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 10pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">[2]</span></span></span></span></a><span style="font-size: x-small;"> “¿Creemos o sabemos?”, en </span><a href="http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/02/creemos-o-sabemos.html#links"><span style="color: purple; font-size: x-small;">http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/02/creemos-o-sabemos.html#links</span></a></div><div class="MsoFootnoteText" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div></div></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-7697918706521789002011-09-23T15:12:00.001-03:002011-09-23T15:12:13.938-03:00Mi pequeño cuento sobre el hoy<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEPCBMBB26f2OOAFhLXd6jgrQqdt0hwYAon6FA-cOTQLU_-kPivk3VME10bGYQJkrp1GTIR1wFmst3L9UOBoPTbkMLBTGRbUAwkKt4jcrgU4tTu7GGZ1wiVMDSOHbIY0WjElfJhB6iToY/s1600/javier+arias_hoy.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" hca="true" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEPCBMBB26f2OOAFhLXd6jgrQqdt0hwYAon6FA-cOTQLU_-kPivk3VME10bGYQJkrp1GTIR1wFmst3L9UOBoPTbkMLBTGRbUAwkKt4jcrgU4tTu7GGZ1wiVMDSOHbIY0WjElfJhB6iToY/s320/javier+arias_hoy.jpg" width="320" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-size: 14.0pt;">Por Javier ARIAS (*)</span></i></b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Tahoma; mso-bidi-font-size: 10.0pt;">Mi actividad por estos años es la recuperación de suelos, mediante el aporte de abonos orgánicos. Es de anotar que estas tierras han sido sometidas durante los últimos 40 años a fuertes dosis de abonos químicos de síntesis para elevar su productividad. En un empiezo, me angustiaba porque los abonos que elaboraba eran muy completos: contenían elementos naturales para mejorar el PH, la retención de humedad y todos los nutrientes precisos para mejorar la calidad de las tierras; sin embargo, la productividad era menor a la tradicional y las personas no creían que de verdad mi método era mejor. Ellos necesitaban aumentar producción y yo no se los lograba.</span></div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Tahoma; mso-bidi-font-size: 10.0pt;">El tiempo pasó, aún mantenía mi angustia, pero perseveraba en buscar nuevos compuestos orgánicos. Un día, como 2 años después, me buscaba una persona que le había vendido los abonos, que me había dicho que no servía y ahora me pedía con urgencia que regresara…</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Tahoma; mso-bidi-font-size: 10.0pt;">- Vea usted -me dijo-, una parte de la parcela que abonó usted hace 2 años y no volví a cultivar, ahora es más productiva que el resto… necesito que regrese y haga lo mismo con las demás, es excelente.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Tahoma; mso-bidi-font-size: 10.0pt;">Lo que comprendí entonces es que, aunque tengas todas las herramientas respecto a algo, el conocimiento pleno según nuestro parecer... debes tener presente que el ahora... el hoy, que es lo único que existe, es fruto también de un pasado que se precisa comprender... el suelo abonado con químicos se había acostumbrado, había sido domesticado y alejado de su naturaleza y toma un tiempo prudente recobrar esas memorias innatas, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">"divinas"</b> si así las podemos llamar. Entonces, se recupera y vuelve a sonreír, a liberarse y a producir con agrado.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Tahoma; mso-bidi-font-size: 10.0pt;">Así nosotros, necesitamos vivir el hoy, pero no olvidar que tomamos unas decisiones en el pasado, que hay una historia de efectos sobre otras personas y, sobre todo, en nuestra memoria interna, que nos han <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">"esclavizado"</b> la manera de pensar y de decidir. Para vivir el hoy, se precisa borrar esas memorias <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">"artificiales"</b>, culturales, que nos doblegan, que nos impiden ver el sueño divino del que somos parte, parte indispensable que somos hoy.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-bidi-font-family: Tahoma; mso-bidi-font-size: 10.0pt;">El abono orgánico que requerimos es el ser concientes de cada acto a partir de ya... no ver el pasado como carga o culpa, ni despreciarlo; por el contrario, verlo como nuestra obra maravillosa que construimos sin ser conscientes, presionados por condicionamientos, pero que nuestra esencia está intacta y podemos regresar a ella cuando lo deseemos, siendo conscientes del hoy. Que es lo que anhelo hoy y perdonarnos lo que hicimos asumiendo, sin dejarnos manipular por el pasado.</span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-size: 14.0pt;">(*)</span></i></b><span style="mso-bidi-font-size: 14.0pt;"> Para conecer más sobre Javier ARIAS, puedes visitar su Blog en: <a href="http://www.sammco.blogspot.com/"><span style="color: purple;">http://www.sammco.blogspot.com/</span></a>, o sus páginas en Facebook: <a href="http://www.facebook.com/bookmarks/groups#!/profile.php?id=100000881058032">http://www.facebook.com/bookmarks/groups#!/profile.php?id=100000881058032</a> y <a href="http://www.facebook.com/pages/La-Ecotienda/177383768959498?sk=wall"><span style="color: purple;">http://www.facebook.com/pages/La-Ecotienda/177383768959498?sk=wall</span></a></span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-3752008191646139452011-09-20T00:21:00.001-03:002011-09-20T00:24:02.634-03:00Dos pequeños cuentos sobre señales<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwioWa0v_sfLdtpGnYhKYGOXzHAIqaEvsQ__XVBa0vWFUv-7ipGlx15HlEu07pfSMlI636u3x4G0hrERkQfpACFG-47otiEdNT_jhhEhC4R4hVFXX9ilyoTf_RqOslR9-o4tXdMQizRoc/s1600/radar.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" rba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwioWa0v_sfLdtpGnYhKYGOXzHAIqaEvsQ__XVBa0vWFUv-7ipGlx15HlEu07pfSMlI636u3x4G0hrERkQfpACFG-47otiEdNT_jhhEhC4R4hVFXX9ilyoTf_RqOslR9-o4tXdMQizRoc/s320/radar.jpg" width="250" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="layout-grid-mode: line;">Cuento I: Todo es Dios (Anónimo)</span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El gurú y un discípulo estaban conversando sobre cuestiones místicas.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El maestro concluyó la charla diciendo:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- Todo lo que existe es Dios.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El discípulo se despidió, salió del monasterio y comenzó a caminar por una callejuela. Inesperadamente, vio aparecer un elefante que venía en dirección contraria, ocupando toda la calle. El jovencito que conducía al animal, le gritó:</span></div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- ¡Eh, oiga, apártese, déjenos pasar!</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Pero el discípulo, inmutable, se dijo:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- </span><span style="color: #333333; mso-bidi-font-style: italic;">Yo soy Dios y el elefante es Dios, así que ¿cómo puede tener miedo Dios de sí mismo?</span><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;"> </span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Razonando de este modo, decidió no apartarse. </span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El elefante llegó hasta él, lo agarró con la trompa y lo lanzó al tejado de una casa, rompiéndole varios huesos.</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">Semanas después, repuesto de sus heridas, el discípulo acudió al maestro y se lamentó de lo sucedido. </span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">El anciano le dijo:</span></div><div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;">- De acuerdo, tú eres Dios y el elefante es Dios. Pero Dios, en la forma del muchacho que conducía el elefante, te avisó para que dejaras el paso libre. ¿Por qué no hiciste caso de la advertencia de Dios? </span><span style="color: #333333; mso-bidi-font-style: italic;">Muchacho, afila el discernimiento. No tomes la soga por una serpiente, ni la serpiente por una soga.</span><span style="color: #333333; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.0pt;"></span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="layout-grid-mode: line;">Cuento II: Las señales de Dios (Anónimo)</span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">En un pueblo comenzó a llover de modo incesante. El río a cuyas orillas se levantaba el poblado empezó a crecer y a desbordarse, inundando las calles del pueblo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">Una persona, de enorme fe en Dios, le suplicó a éste que lo salvara.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">Las autoridades municipales dieron la orden de evacuar el pueblo. El hombre escuchó la noticia en la radio, pero se dijo:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">- Ya he orado a Dios, y él me salvará.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">La lluvia arreció, el agua siguió subiendo y comenzó a penetrar en el interior de las casas.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">Cuando el agua le llegaba a las rodillas del protagonista del relato, una camioneta del Servicio de Defensa Civil vino a buscarlo. El hombre les dijo que no se iría.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Él confiaba en Dios y Dios lo salvaría.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">La lluvia era incesante, el agua continuó su crecida y anegó por completo la planta baja de su casa. El hombre, asomado a la ventana de la planta alta, vio una lancha que se detenía ante su hogar.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">- Tiene que venir con nosotros –le dijo uno de los hombres que estaban a bordo de la lancha-. El agua es imparable y todavía crecerá más.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">Nuestro protagonista, con absoluta calma, les dijo que estaba bien, que había orado a Dios y éste se encargaría de salvarlo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">Luego de insistir durante casi media hora, y ante la inutilidad de todas las razones que intentaban hacer ver al hombre, los rescatistas se marcharon en la lancha.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">No mucho tiempo después, el agua alcanzó el nivel de la planta alta, y el hombre tuvo que refugiarse en el techo de la vivienda.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">Poco tiempo más tarde, escuchó el estrépito de un helicóptero que se acercaba hasta detenerse, suspendido en el aire, a corta distancia de donde él se hallaba. Desde él le arrojaron una soga y, con un megáfono, le dijeron:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">- La situación es desesperante. Esta es la última oportunidad que tiene para abandonar el lugar. Ya no podremos regresar.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">El hombre les hizo unos gestos con sus manos indicándoles que se fueran, que él estaba bien y no se iría. Él sabía que, en cualquier momento, Dios se ocuparía de salvarlo. El helicóptero al fin se marchó.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>La crecida continuó, arrasando todo a su paso, y el hombre murió ahogado.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">Cuando su espíritu llegó al cielo y se encontró con Dios, le reprochó:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">- Señor, puse toda mi fe en ti, y me defraudaste. Creí en ti como nadie más podría haberlo hecho en una situación terrible, y tus oídos se cerraron a mis ruegos. ¡No hiciste nada para salvarme!</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">Dios lo miró, con una expresión mezcla de asombro y diversión, y luego de unos momentos le respondió:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;">- Querido mío, supe cuáles eran tus necesidades desde antes que me pidieras nada. Y te envié no una ayuda, sino tres: una camioneta, una lancha y un helicóptero…. ¡pero no aceptaste ninguna de ellas!</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 8.5pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - </span></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Ambos relatos, cada uno a su manera, nos hablan de cuestiones similares en esencia.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Se refieren a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“señales de Dios”</b> pero se pueden aplicar perfectamente a cualquier tipo de señal que esperemos o creamos percibir, más allá de que sostengamos o no la existencia de Dios. Podemos hablar de Dios, de intuición, de corazonadas o como prefiramos llamarles.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En un primer sentido, podemos extraer de ambas historias cómo, a menudo, nos colocamos en una cierta frecuencia (como si de un aparato de radio se tratase) en la cual confiamos que recibiremos determinados signos. Al establecer de antemano cuál es esa frecuencia, sólo percibiremos lo que entre en ella, y dejaremos pasar de largo todo lo que se halle en otra diferente. Con lo cual, de algún modo, estamos pretendiendo controlar el proceso, en vez de aceptar lo que surja y abrirnos a un abanico de infinitas posibilidades. Es decir que, con ese control, y con esa falta de apertura, lo que estamos haciendo, al fin, es limitarnos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En un segundo sentido, es interesante notar cómo todo es interpretable y susceptible de ser argumentado. El elefante, el muchacho que lo guía, la camioneta, la lancha, el helicóptero… pueden ser señales de Dios (del azar, de nuestra intuición, etc.) o no. Y si son señales, pueden decirnos esto o lo otro… según lo que esperemos oír. De manera que este segundo sentido es, de algún modo, una variación del primero. La clave, aquí, quizás pase por el lugar existencial desde el cual nos disponemos a interpretar. Si ese lugar es el del control, el de recibir los signos que creemos que debemos recibir (y no otros), es muy probable que nuestra interpretación sea engañosa. Si ese lugar es el de la renuncia al control, el de la aceptación, el de la rendición, abriéndonos aún a lo inesperado, es probable que nuestra interpretación se aproxime más a los carriles de la autenticidad.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En un tercer sentido, y nuevamente como variación de los dos anteriores, podemos reflexionar acerca de cuán <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“entrenados”</b> estamos en la gimnasia de abrirnos a las señales. Cuando estamos habituados a actuar desde los mecanismos inconscientes de nuestro piloto automático, es probable que lo que percibimos como señales no sean más que deseos que sostenemos en ese nivel de inconsciencia. Cuando comenzamos a ejercitarnos en la expresión de nuestro ser, a hacernos responsables conscientemente de nuestras decisiones y elecciones, nos ponemos en condiciones de recibir información de calidad, más allá de los deseos cambiantes de nuestro ego.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás una buena pauta para aproximarnos al delicado terreno de las <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“señales”</b> sea el prestar atención a cómo nos sentimos respecto a ellas. Si nos producen ansiedad, excitación, desasosiego, incertidumbre, confusión, es muy probable que lo que estemos tratando de utilizar como <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“radar”</b> sea nuestro ego. Cuando, en cambio, logramos abrirnos desde la profundidad de nuestro ser, la sensación que probablemente prime en nuestra experiencia sea la paz. </div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 11pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"> Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwioWa0v_sfLdtpGnYhKYGOXzHAIqaEvsQ__XVBa0vWFUv-7ipGlx15HlEu07pfSMlI636u3x4G0hrERkQfpACFG-47otiEdNT_jhhEhC4R4hVFXX9ilyoTf_RqOslR9-o4tXdMQizRoc/s1600/radar.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-15471595525569982142011-09-19T17:06:00.000-03:002011-09-19T17:06:51.245-03:00Juzgar<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxbbYxRnsWSzvn0q88oxKx2LuHl1EqEaMlUAyc6RL5T_DhjVwyUyv-uCqcoj3C6tBwtBAcQou3Q_hrTg-gC2jQp5aXL3bnf-VZcacI_gEZg7da1Zx3kXHzaxyh6I-3tlIOTkxrpFMyKts/s1600/juzgar.gif" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="259" rba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxbbYxRnsWSzvn0q88oxKx2LuHl1EqEaMlUAyc6RL5T_DhjVwyUyv-uCqcoj3C6tBwtBAcQou3Q_hrTg-gC2jQp5aXL3bnf-VZcacI_gEZg7da1Zx3kXHzaxyh6I-3tlIOTkxrpFMyKts/s320/juzgar.gif" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right; text-indent: 35.45pt;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“</i>Conservemos nuestras bocas cerradas y nuestras plumas secas</div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>hasta que conozcamos los hechos”</div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right; text-indent: 35.45pt;">A. J. Carlson</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Para llegar a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“conocer los hechos”</b>, para poder comprender el panorama completo que lleva a alguien a actuar (o a no actuar) de cierta manera, tendríamos que lograr tener acceso no sólo a toda la historia de su vida, sino también a toda su interioridad.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando pronunciamos un juicio, ¿qué tanto sabemos sobre aquél a quien juzgamos?</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Ser compasivos no es adherir a lo que otro hace (o no hace), sino admitir que ese otro elige diferente a como yo lo hago, desde otro lugar que no es el mío, que pese a ello tiene al menos un elemento en común conmigo (como mínimo el ser humano), y que por esa conjunción de ser distintos en la unidad, la conclusión que se impone es no juzgarlo.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por ello, aún cuando en ocasiones haya comportamientos (u omisiones) tan nocivos para la coexistencia que hagan necesaria la intervención de esas figuras a quienes damos en asignar el rol cívico de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“jueces”</b>, quizás sea conveniente no dejar de lado, aún entonces, ciertas pautas:</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Que ese juicio sólo debería reservarse para hechos que comprometan la coexistencia, y no para cualquier nimiedad, la cual con toda probabilidad podrá contar con otra vía de solución.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Que ese juicio será sobre lo que esa persona hizo (o dejó de hacer), no sobre toda su persona.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Que siempre deberá dársele la posibilidad de hacerse oír, para conocer su versión.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Que el juicio recién termina cuando esté dictada la última sentencia posible por parte del organismo competente para ello, nunca antes, por lo que no debe condenarse de antemano por lo que digan los medios de comunicación o los rumores de la gente.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Que esa última sentencia dará, en todo caso, una cierta versión de los hechos tal como se los tuvo por probados a lo largo de ese juicio, lo cual constituye una verdad <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“posible”</b>, de carácter bastante modesto frente a la falsa pretensión de arribar a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“LA VERDAD”</b>.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Que más allá de esa sentencia, quedará el ser humano, por lo que quien la pronuncie, debería ser bastante prudente y sensato como para no desentenderse de la importancia que su intervención puede tener sobre ese destino.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si no nos toca ser esos funcionarios a quienes llamamos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“jueces”</b>, entonces, nuestros juicios no aportan a la coexistencia, máxime cuando los formulamos desde una posición de distanciamiento, incluso desde una cierta sensación de superioridad moral respecto a aquél a quien juzgamos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás, cuando nos hallemos en presencia de alguien que obra (o no obra) de un modo en que creemos que nosotros jamás lo haríamos, sea más humanitario preguntarnos por ejemplo de qué abrazos habrá carecido esa persona que nosotros sí tuvimos la fortuna de recibir, o qué otra <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“piedra existencial”</b> puede haber hallado y no supo o no pudo superar, y acudir a nuestra amorosa paz interior en vez de pronunciar una veloz y despiadada condena desde nuestro ego.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-49859504781641152742011-09-18T10:19:00.000-03:002011-09-18T10:19:10.029-03:00Discusiones<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMdZgoNtbs6FuvR12wV6UOils2NwZ276YiZpw3VYJX7u19LlkrY_fh-c0vRjGs0df3bzkuwteOw7WF_PITnN-8Anx4QnpM5qHetwTcxe8AK41yE8k47P-nSRJxCjDjI6XwITto_z7Li1Y/s1600/discusiones_imagen.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" rba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMdZgoNtbs6FuvR12wV6UOils2NwZ276YiZpw3VYJX7u19LlkrY_fh-c0vRjGs0df3bzkuwteOw7WF_PITnN-8Anx4QnpM5qHetwTcxe8AK41yE8k47P-nSRJxCjDjI6XwITto_z7Li1Y/s1600/discusiones_imagen.jpg" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;"><br />
</div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">“</i></b><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial;">La única persona que escucha a ambas partes </span></i></b></div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial;">en una <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">discusión</span> es el <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">vecino</span> de al lado”</span></i></b><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial;"></span></b></div><div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="mso-bidi-font-family: Arial;">Ruth Brown</span></b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando discutimos, por lo común no nos escuchamos ni a nosotros mismos. Nos limitamos a dejarnos arrastrar por la ofuscación de nuestra respuesta automática, de nuestros hábitos repetidos, de nuestros mecanismos inconscientes que, interpretando a cierta situación como <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“peligrosa”</b>, nos dicen que la forma de superar el peligro es <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“teniendo razón”</b>.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Curiosamente, para <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“tener razón”</b>, una de las cosas que menos usamos es nuestra capacidad de razonar.</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">¿Cuál es el “para qué”?</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Discutir, en general, carece del menor sentido práctico. Si nos lo planteamos como un modo de obtener de alguien un cierto comportamiento, el más puro pragmatismo nos indica que no será discutiendo como aumentaremos nuestras chances de lograrlo.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás esto sea una buena pista para volvernos conscientes de que, cuando discutimos, no lo hacemos para conseguir algo de ése con quien discutimos, sino tan sólo para afirmar nuestra posición.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Afirmar nuestra posición, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“tener razón”</b>, viene a ser algo así como decir <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“éste soy yo y no pasarás sobre mí”</b>. Pero en toda discusión, que requiere de por lo menos dos, el otro está parado en una posición similar, por lo que no es sensato sostener que esa reafirmación está dirigida al otro, sino más bien a nosotros mismos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es obvio que una discusión no es un diálogo, ni siquiera un debate, en los cuales sí son posibles intercambios productivos. Una discusión es un <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“des-encuentro”</b> de monólogos y de sorderas.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Yendo más allá de las apariencias</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si necesitamos decir de éste modo quiénes somos, incluso gritarlo, es porque el sentimiento básico desde el cual nos involucramos en una discusión es la inseguridad, la inestabilidad… el miedo.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es el miedo que comienza a hablar dentro nuestro, pero como no nos escuchamos, nos quedamos con las emociones que sobrevienen: el fastidio, la irritación, la sensación de que no nos comprenden, el enojo, la ira…</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si sentimos la necesidad de expresar de este modo quiénes somos, es porque estamos inseguros acerca de quiénes somos. Si reposásemos en nuestro ser, si supiésemos quiénes somos, no nos sentiríamos jaqueados, amenazados, ante la menor contrariedad externa. Es el ego quien es extremadamente susceptible, no nuestro ser. Si supiésemos quiénes somos, y nos ejercitásemos en manifestarlo, podríamos persistir en la amabilidad.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Podríamos detenernos a observar las discusiones que solemos mantener. Más allá de su diversa apariencia, ¿no hay algunos temas en común que subyacen a todas ellas? Quizás sea el sentirnos víctimas, quizás que no nos tienen en cuenta, quizás que los demás son egoístas, etc. Cuando logramos hallar ese tema común, ese hilo conductor, damos un gran paso en dirección a nosotros mismos, porque ese tema no nos habla tanto de lo que los demás “nos hacen”, sino de cuál es el temor interior que nos mueve a reaccionar de esa manera estereotipada e insatisfactoria.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Desenmascarando hábitos nocivos</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Repasemos nuestras últimas discusiones. ¿Qué las motivó? ¿Con quiénes las tuvimos? ¿Podríamos resumir lo esencial de nuestro punto de vista en ellas? ¿Y los puntos de vista de los otros involucrados? ¿Cómo terminaron las discusiones? ¿Qué obtuvimos de ellas? Si luego de la discusión nos distanciamos de la otra persona, ¿cómo volvimos a acercarnos?</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es muy probable que hoy, que estamos en calma, advirtamos que los motivos de nuestras discusiones fueron nimiedades. Que muchas de ellas las entablamos con personas de las que hoy ni siquiera recordamos sus rostros (un conflicto en el tránsito, un/a empleado/a desganado/a, alguien que se nos adelantó en una fila, etc.) o, por el contrario, con alguien que convive con nosotros. Que nuestro punto de vista se reduzca a que era una situación en la que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“teníamos razón”</b>, y de la perspectiva del otro a lo sumo recordaremos su empecinamiento en llevarnos la contra, cuando estaba totalmente equivocado/a. Que la discusión habrá terminado en nada, más allá de una sensación de enojo como saldo, con lo cual sólo obtuvimos pasar un mal momento. Y si fue con alguien de trato frecuente, seguramente habrá quedado una cierta distancia, una cierta incomodidad, de la cual, si regresamos, habrá sido por medio de una actitud amable y no a través de una nueva discusión.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando discutir se vuelve un hábito, no estamos convirtiéndonos en justicieros que luchamos contra un mundo injusto que no nos comprende. Nos volvemos, más bien, una parodia de nosotros mismos, en seres incapaces de escucharnos y de escuchar a los demás, que vamos por la vida dinamitando cualquier puente que pueda unirnos con algo que no sea nuestro propio ego distorsionado.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Con seguridad casi todos conocemos alguno de esos casos en que una persona sostiene un encono con alguien a lo largo de décadas. Al punto en que quizás ya no recuerde por qué se desató el enojo, pero <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“sabe”</b> que tiene que mantenerlo. En realidad no lo <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“sabe”</b>, apenas lo <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“cree”</b>, y en consecuencia actúa según el mandato de que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“tiene”</b> que perpetuarlo.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sin llegar a ese extremo, sin necesidad de persistir en distanciamientos que duren lo que nuestras vidas, cuando nos habituamos a multiplicar nuestras discusiones estamos obrando desde la misma <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“inconsciencia”</b>, desde el mismo no darnos cuenta que, ante cualquier situación, ante cualquier persona, tenemos la posibilidad de elegir distinto.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Al fin! De eso se trata</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">En esa última oración parece haber una pista importante para no vivir enredados en discusiones estériles.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">No se trata de luchar contra nuestra tendencia a discutir, de resistir esos impulsos que, desmadrados, en cuestión de segundos pueden colocarnos, una vez más, en el centro de un terremoto emocional, azorados y diciendo: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“¡Caramba!, ocurrió de nuevo…”</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Se trata, más bien, de centrar nuestra atención en lo que sí elegimos. Recordemos que, donde enfocamos nuestra atención, concentramos nuestra experiencia vital. De ese modo, no es necesario luchar contra nada, sino que al comprometer nuestra vida en lo que sí decidimos manifestar como expresión de nuestro ser,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>simplemente pasaremos por alto muchas de las oportunidades que, antes de decidir distinto, escogíamos como detonantes para enzarzarnos en una disputa.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y sí, es muy probable que a lo largo del proceso volvamos a involucrarnos en discusiones sin sentido, a <strong>“explotar”</strong> por tonterías, a generar un intimidante paisaje de truenos y relámpagos a nuestro alrededor… Los viejos hábitos limitantes no se cambian, por lo común, de un instante al siguiente. En la medida en que no renunciemos a nuestra nueva decisión consciente, y persistamos en el camino, esos estallidos se producirán de manera más espaciada en el tiempo, y serán de menor intensidad.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando uno de esos <strong>“tropiezos”</strong> ocurra, casi con seguridad volveremos a decirnos: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">“¡Caramba!, ocurrió de nuevo…”</b></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sin embargo, podremos levantarnos para seguir avanzando y, cada vez, partiendo de un lugar situado un paso más adelante que en la ocasión anterior.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 11pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"> Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-37894263681828434392011-09-16T16:02:00.000-03:002011-09-16T16:02:18.954-03:00Un pequeño cuento de Alan WATTS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmJCNKgqeKRZSRVBjR3twZOzf5JiZuRYBxlAEoc2OKRvE8JL36HE-JLQz_sBwdhRRlBYOiU5fMlhMJJg1bYqCLwWrC4Er0yf1Ee5WEKd7CJzxtpnocUCzEZx2Wuylt10ZpjmCCfFzigL0/s1600/Alan-Watts.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" rba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmJCNKgqeKRZSRVBjR3twZOzf5JiZuRYBxlAEoc2OKRvE8JL36HE-JLQz_sBwdhRRlBYOiU5fMlhMJJg1bYqCLwWrC4Er0yf1Ee5WEKd7CJzxtpnocUCzEZx2Wuylt10ZpjmCCfFzigL0/s1600/Alan-Watts.jpg" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">(En “El futuro del éxtasis”)</b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">Érase una vez un pez que vivía en el gran océano, y puesto que el agua era transparente y se apartaba siempre convenientemente de su nariz cuando él se desplazaba, ignoraba el hecho de que habitaba en el océano. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">Bien: un día, el pez hizo una cosa muy peligrosa, a saber: comenzó a pensar "Sin duda, soy una entidad notable, pues puedo desplazarme por el espacio vacío". </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">El pez acabó por confundirse con tanto pensar sobre el moverse y el nadar, y de pronto cayó en un ansioso paroxismo: había olvidado el arte de nadar. </span></div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">En aquel momento, miró hacia abajo y contempló el abismo oceánico, reparando en la terrorífica posibilidad de precipitarse. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">Luego reflexionó: "Si pudiera morderme la cola, lograría mantenerme". </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">Así fue como el pez se mordió la cola, doblando la espina dorsal. Lamentablemente, esta no era demasiado flexible, por lo que no pudo mantenerse en esa posición. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">Mientras el pez pugnaba por cogerse la cola, el negro abismo se tornaba más y más horrible, hasta que el pobre animal cayó en una profunda crisis nerviosa. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">El pez de nuestra historia estaba a punto de abandonar cuando el océano, que le había estado observando con una mezcla de piedad y diversión, le dijo: </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">- ¿Qué estás haciendo?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">- Oh –respondió el pez- tengo miedo de caer en el profundo y negro abismo y procuro morderme la cola para sostenerme. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">- Bien -replicó el océano- pues ya llevas un buen rato intentándolo, y sin embargo, no has caído. ¿Cómo es eso?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">- Oh, ¡es verdad!, todavía no he caído- repuso el pez-, porque estoy nadando. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">- Oye -replicó el océano-. Yo soy el Gran Océano, donde vives y te mueves y puedes ser un pez, y he puesto todo de mi parte para que nadaras, y te sostengo mientras lo haces. Pero tú, en lugar de explorar la profundidad, la altura y las vastedades de mi seno, malgastas tu tiempo persiguiéndote la cola. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="color: #0a0a0a;">Desde entonces, el pez dejó la cola en su lugar (es decir, atrás), y se dedicó a explorar el océano. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">A menudo nos ocurre como al pez del relato: en vez de simplemente hacer lo que nos resulta natural, lo que nos genera sensaciones de serenidad y paz, nos planteamos lo que creemos que deberíamos hacer para llegar adonde queremos ir, y comenzamos a luchar para lograrlo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">No disfrutamos del proceso, y es muy probable que no logremos lo que nos propusimos. O que, si lo logramos, no experimentemos paz ni felicidad.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás a veces sintamos inseguridad acerca de lo que realmente queremos, en otras ocasiones temeremos acerca de los pasos que nos conviene dar, y a menudo simplemente dudaremos de nuestra capacidad de llegar al objetivo. De cualquier modo, abrimos las puertas al miedo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando abrimos las puertas al miedo, o bien vemos a las amenazas como desproporcionadas, o a nuestros recursos para hacerles frente como minúsculos. Sentimos que estamos inmersos en una batalla, y que vamos perdiendo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es entonces cuando, con nuestra atención centrada en lo que experimentamos como amenazador, como indeseable, comenzamos a buscar “armas” que nos permitan torcer el rumbo que creemos adverso. Si nuestra atención está en lo que nos amenaza, y nuestras creencias en nuestra falta de poder, es obvio que lo que nos queda por hacer es renunciar o luchar casi desesperadamente. En uno u otro caso, el final no es “feliz”.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y, sin embargo, así como el pez del cuento contaba en su naturaleza con las facultades necesarias para nadar, nosotros también disponemos de una naturaleza básica en la que se halla la capacidad de elegir: elegir dónde enfocamos nuestra atención; elegir qué creemos; elegir qué experimentamos para, más allá de la creencia, arribar al auténtico saber; elegir cargar de sentido a nuestra vida, y alinear con él a nuestras metas y objetivos, para no vivir persiguiendo aquello que aún obteniéndolo no nos aporta nada positivo; elegir centrarnos en la temporalidad presente, rehusando la tentación de inmovilizarnos en el pasado o diluirnos en el futuro; elegir darnos cuenta de todo aquello que repetimos de manera inconsciente, para poder decidir distinto y romper círculos viciosos; elegir reconocer nuestro poder y dejar de echar culpas a los demás o a las circunstancias; elegir ser conscientes de que la armonía entre lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos nos conduce de manera más coherente que cuando en esos cuatro niveles “empujamos” en direcciones diferentes, incluso opuestas.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando podemos ir concretando todas y cada una de esas elecciones, podemos arribar al punto en que estamos ante la posibilidad de una nueva y gran elección, que es resistirnos o aceptar. La aceptación, la rendición (que no es renuncia), implica confiar en que hemos realizado las elecciones previas de un modo en que hemos estado presentes en ellas con todo nuestro Ser, que manifestamos nuestro Ser en lo que estamos expresando, y que llegados a este preciso punto, no necesitamos forzar nada, pues desde que estamos por completo comprometidos en nuestro obrar, no necesitamos “obsesionarnos” con un determinado resultado, sino dejarnos fluir en la corriente de la vida seguros de que resultará lo mejor.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Nosotros también, como el pez del cuento, contamos con un océano que nos sostiene, nos demos cuenta o no de ello. Sólo necesitamos relajarnos y confiar para disfrutar su presencia.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 11pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"> Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-5287621887338411212011-09-10T04:07:00.000-03:002011-09-10T04:07:57.945-03:00Un pequeño cuento sobre el pasado<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7RzfSNSFIlIBNqTYGWmBAXcXcC2p8iF3Kdgu-3SEFmCdYZYZDR7M_NhTOR-HMsI_9Y19N1LOmVOi3SRwpoRHJhCgbvotColiHGBTio_M4HNq8DuuO2FVQGv3MU6FJrMgW6MbOQmF7KV0/s1600/rio.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="214" nba="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7RzfSNSFIlIBNqTYGWmBAXcXcC2p8iF3Kdgu-3SEFmCdYZYZDR7M_NhTOR-HMsI_9Y19N1LOmVOi3SRwpoRHJhCgbvotColiHGBTio_M4HNq8DuuO2FVQGv3MU6FJrMgW6MbOQmF7KV0/s320/rio.jpg" width="320" /></a></div><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="layout-grid-mode: line;">El cruce del río </span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuenta esta historia que, en cierta ocasión, dos monjes caminaban a través de un bosque, de regreso a su monasterio.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">Al llegar a la orilla de un río, vieron allí a una mujer que lloraba en cuclillas. Era joven y atractiva.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">- ¿Que te sucede? – le preguntó el monje más anciano.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">- Mi madre se muere –respondió la joven-. Ella está sola en su casa, del otro lado del río, y yo no puedo cruzar. Lo intenté, pero la corriente me arrastra y no podré llegar nunca al otro lado sin ayuda… pensé que no la volvería a ver con vida. Pero ahora… ahora que aparecisteis vosotros, quizás alguno de los dos podrá ayudarme a cruzar…</span></div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">- Ojalá pudiéramos – se lamentó el más joven-. Pero la única manera de ayudarte sería cargarte a través del río y nuestros votos de castidad nos impiden todo contacto con el sexo opuesto. Eso está prohibido… lo siento.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">- Yo también lo siento- dijo la mujer y volvió a llorar.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">El monje más viejo se arrodilló, inclinó la cabeza y dijo:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">- Sube.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">La mujer no podía creerlo, pero con rapidez tomó un atado de ropas y montó a horcajadas sobre el monje.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">Con bastante dificultad, el monje cruzó el río, seguido por el otro más joven. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">Al llegar al otro lado, la mujer descendió y se acercó en actitud de besar las manos del anciano monje.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">- Está bien, está bien- dijo el viejo retirando las manos-. Sigue tu camino en paz.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">La mujer se inclinó en señal de gratitud y humildad, y corrió por el camino del pueblo.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">Los monjes, en silencio, continuaron su marcha hacia el monasterio. </span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">Luego de un par de horas de caminata, el joven le dijo al anciano:</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">- Maestro, hay algo que me perturba. Tú sabes mejor que yo acerca de nuestro voto de castidad. No obstante, cargaste sobre tus hombros a aquella mujer para cruzar el río.</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 9.5pt;">- Es cierto que yo la llevé a través del río –respondió el anciano-, pero la dejé apenas pisamos la otra orilla. ¿Pero qué pasa contigo, que aún la cargas en tus pensamientos?</span></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es imposible que el pasado nos persiga, y mucho más que nos atrape.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sin embargo, una de las preguntas que más a menudo nos formulamos, es:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- ¿Cómo puedo dejar atrás tal hecho de mi pasado?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La respuesta es en extremo simple, tanto que puede molestar, y por eso mismo la descartamos. Para dejar de estar detenidos en el pasado, basta con dejar de mirar en esa dirección.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Desde que es pasado, que ya ocurrió, no hay manera en que hoy nos persiga… salvo que seamos nosotros quienes sigamos dándole vida, una vida artificial por cierto, volviendo una y otra vez sobre lo que ya sucedió. Entonces, no es el pasado el que nos persigue, si no nosotros quienes insistimos en zambullirnos en él. Obviamente, como el tiempo ha transcurrido, nuestro volver allí es puramente mental, a través de pensamientos y emociones que tenemos en el presente. Lo cual produce una cierta incoherencia con la que nos procuramos sufrimiento: estamos en el presente, pero nos ausentamos de él para instalarnos en un pasado ya inmodificable.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Decíamos, en el cuento de la semana pasada (“Otro pequeño cuento sobre Ikkyu”, en <a href="http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/09/otro-pequeno-cuento-sobre-ikkyu.html#links"><span style="color: purple;">http://enelcaminodevivir.blogspot.com/2011/09/otro-pequeno-cuento-sobre-ikkyu.html#links</span></a>), que “donde enfocamos nuestra atención, ponemos el hálito de nuestra vida. Es allí donde estamos presentes de manera consciente”. Cuando nos enfocamos en el pasado, nos ausentamos del presente, pero no logramos revivir lo ocurrido.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Si alguien nos comentase:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- ¿Cómo puedo evitar el temor a ser devorado por un dinosaurio carnívoro? Es una idea que casi no me permite salir a la calle, a cada caso temo que aparezca uno…</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Qué le responderíamos? Casi con seguridad, le diríamos que los dinosaurios ya no existen, que se extinguieron hace muchísimo tiempo. Probablemente hasta lo tomaríamos como una broma que nos hace esa persona.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sin embargo, el torturarnos con lo que ya ocurrió no nos resulta en absoluto una cuestión graciosa… pese a que su entidad es tan real como la de los dinosaurios. Sólo que en los dinosaurios no pensamos o, si lo hacemos, es sabiendo acerca de su inexistencia actual, mientras que a nuestro pasado lo seguimos pensando como si aún estuviese con nosotros en este momento. </div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Tuve una pareja con la que fui infeliz. Mis padres me golpearon. Elegí una carrera de manera equivocada. Tuve un jefe con el que lo pasé pésimo… La lista puede ser interminable. Quizás haya hechos tan intensamente traumáticos que justifiquen recurrir a una asistencia terapéutica para superarlos. Pero el grueso de los sucesos con los que nos atormentamos, no tienen tal carácter, sino que la intensidad está puesta en cuánto insistimos en volver a ellos, en detenernos en ese punto, sin hacernos conscientes de que, hoy, estamos parados en un lugar diferente.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Para dejar de sentir que aún estamos en medio del río, a menudo basta con mirar, de manera consciente, el momento presente. Es entonces cuando podemos darnos cuenta que, vayan adonde vayan nuestros pensamientos, físicamente ya estamos en la orilla, secos y a salvo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span><b><span style="layout-grid-mode: line;"></span></b></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="layout-grid-mode: line;"></span></b></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-86198137065856272312011-09-02T02:29:00.000-03:002011-09-02T02:29:07.301-03:00Otro pequeño cuento sobre Ikkyu<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRNzAM9q0P_pxQozgMtdR_P6sXtzxm25UqNQeyiIN3y1sJmCnc8b2r7Ft4aAZ1OJ1iT4YIcR1SIa4I_hFrKXz05-Qd69YLSHXimiA8r7IlqWZBM1xtFrCZ-xEst9F1gYGHgl4jwmW6F7Q/s1600/lupa.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRNzAM9q0P_pxQozgMtdR_P6sXtzxm25UqNQeyiIN3y1sJmCnc8b2r7Ft4aAZ1OJ1iT4YIcR1SIa4I_hFrKXz05-Qd69YLSHXimiA8r7IlqWZBM1xtFrCZ-xEst9F1gYGHgl4jwmW6F7Q/s320/lupa.jpg" width="320" xaa="true" /></a></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Un alumno se presentó ante el gran Maestro Ikkyu para preguntarle:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Maestro, ¿tendrías la bondad de escribirme algunas máximas sobre la más alta sabiduría?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El maestro escribió entonces en un papel: “¡Atención!”</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El alumno, un tanto sorprendido, preguntó:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- ¿Esto es todo? ¿No vas a escribir algo más?</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>El maestro, ante la insistencia del alumno, cogió de nuevo el papel y añadió dos palabras más: “Atención. Atención”.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El discípulo, aún más turbado, dijo:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- En verdad, no veo gran profundidad, sabiduría ni agudeza en lo que acabas de escribir.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Ikkyu volvió a coger el papel y añadió tres palabras más: “Atención. Atención. Atención”.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El alumno comenzó a inquietarse y preguntó:</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- ¿Al menos me puedes decir qué significa la palabra atención?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El maestro cogió el papel y añadió tres palabras más: “Atención significa atención”.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La atención es más un instrumento que un contenido y, sin embargo, como narra este relato, brinda una excelente pauta respecto a la más alta sabiduría.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">La atención es el foco mediante el cual dirigimos nuestra conciencia y, allí donde nos enfocamos, es que nos hacemos presentes, así como respecto a lo que no centramos nuestra atención, nos mantenemos ausentes.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Hacia dónde enfocamos nuestra atención? ¿Desde dónde lo hacemos? ¿Y en qué grado? Detenernos a considerar estas tres preguntas, y las respuestas que a ellas demos, nos darán un panorama bastante fiel en cuanto a en qué lugar existencial estamos viviendo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Prestamos atención al sentido de nuestra vida, nos centramos en metas o, directamente, vamos a la deriva respondiendo a los estímulos externos que, día tras día, momento tras momento, se nos aparecen?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Centramos nuestra atención en nuestra posibilidad de ser causa en nuestra vida, o atendemos a causas respecto a las cuales nos comportamos como efectos?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Estamos atentos a la facultad de elegir que continuamente poseemos, o nos distraemos dejándonos arrastrar por nuestras reacciones automáticas?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Dirigimos el haz de luz de nuestra conciencia desde lo profundo de nuestro ser, o nos conectamos con nuestra vida desde la pura intelectualidad, o desde la creencia en lo que “deberíamos” hacer (o decir, pensar, sentir…)?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Decidimos estar integralmente presentes, o apenas aportamos nuestro cuerpo, o nuestro intelecto, o nuestra emoción, mientras el resto de nosotros se halla ausente?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Qué tanto nos comprometemos en nuestra presencia en el momento que vivimos? ¿Estamos presentes con todos nuestros sentidos, con todas nuestras facultades, con todo nuestro ser, o sólo con algunas facetas y, de estas, en intensidades variables?</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Donde ponemos nuestra atención consciente es donde estamos plenamente vivos. Cuando la retiramos, o cuando no somos conscientes de que elegimos dónde depositarla, y la dispersamos de manera automática, en función de hábitos repetidos, simplemente desaprovechamos la oportunidad que cada momento presente nos regala de experimentar la vida en plenitud, y nos convertimos en sobrevivientes, en seres anestesiados, que en vez de comprometerse con la obra de nuestra vida, vemos transcurrir tiempo a través del cristal de una ventana, sin decidirnos a ir más allá de ésta.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás sea una opción interesante atrevernos a ir más allá de esa ventana, prestando atención a cada maravilla que, cuando estamos presentes, podemos descubrir en nuestra existencia.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 11pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"> Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-41823030960815566692011-08-30T01:19:00.000-03:002011-08-30T01:19:34.137-03:00El interruptor<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHJeMsQ-0TA-h8XiRM3GEBdAsKgxRJqBTTFCUc-byEe8vzag5d0DktRNQ_-DdTxNftDMNgklILB1RC5UHqKtc86BX9IABQHBy70YNU5AfyZ4nfbq81TJ-82AjhDv7l-wiRuX-fRaVHUt8/s1600/interruptor.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHJeMsQ-0TA-h8XiRM3GEBdAsKgxRJqBTTFCUc-byEe8vzag5d0DktRNQ_-DdTxNftDMNgklILB1RC5UHqKtc86BX9IABQHBy70YNU5AfyZ4nfbq81TJ-82AjhDv7l-wiRuX-fRaVHUt8/s1600/interruptor.jpg" xaa="true" /></a></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">“Casi todos anhelamos la iluminación, pero a pocos se nos ocurre accionar el interruptor…”</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es un juego de palabras amistosamente provocativo, pero a la vez tiene que ver con nuestro día a día.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Aspiremos a una “gran” o a una “pequeña” iluminación, casi todos deseamos contar con más luz en nuestra vida. Y con ello queremos decir: una vida en la que abunde la paz, la alegría, la felicidad, la serenidad, la prosperidad, el amor… el valor o la característica positiva que prefiramos destacar.</div><a name='more'></a><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Somos bastante sinceros al respecto, realmente queremos enriquecer nuestra vida en ese sentido. Y hasta puede que seamos generosos en ese deseo: cuando nuestra vida sea así, cuando contemos con más luz, no nos la guardaremos egoístamente, sino que la compartiremos con otros.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Sí, somos sinceros, y tanto, que rezamos, hacemos cursos, leemos, compramos amuletos, formulamos promesas… acudimos a innumerables medios que esperamos nos aporten esa luz. Y ella, sin embargo, continúa resultándonos esquiva.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás, como señalamos al comienzo, se nos pasa por alto el considerar la posibilidad de no sólo anhelar luz, sino de accionar el interruptor.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás, cuando nos enfocamos tanto en cómo cambiará nuestra vida cuando sobrevengan tales o cuales condiciones futuras, nos distraemos respecto a cada momento presente que efectivamente tenemos entre manos para hacer algo con nuestra vida.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás, cuando depositamos nuestra esperanza en fuentes de luz externas, se nos pasa por alto el interruptor con que contamos en nosotros mismos.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás, cuando deseamos recibir luz, no percibimos nuestra potencialidad de manifestarla.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás, cuando acudimos a “recetas” para acercarnos a la luz, tan sólo nos mantenemos en el aspecto más superficial de la creencia intelectual, y permanecemos alejados de nuestro propio centro.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás, cuando buscamos de manera impaciente y en ocasiones desesperada esa luz, pasamos una y otra vez sin darnos cuenta por delante del dichoso interruptor, que enclavado en nuestro propio ser, tal vez para ser percibido sólo requiere que dejemos de “hacer” compulsiva, automática, inconscientemente.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quizás, para encontrar y accionar el interruptor, ni siquiera haga falta estirar la mano, sino tan sólo abrir el corazón.</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1731986126421903388.post-50802342500067738262011-08-26T02:09:00.000-03:002011-08-26T02:09:41.350-03:00Un pequeño cuento sobre sonidos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgapkM4Zf5v77bpbU4uIU8g9n2QBLXUcBL0dvaWdWWl8tiXFpljaVpE_aM62JLcnEzrv3MyLriEdhyZF__-07TvH1xBF_afxmbbZs2jsfxRS_XxFmG82wokp8MZbg82P7PRWDVk_f2iGkY/s1600/sonidos+del+corazon.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgapkM4Zf5v77bpbU4uIU8g9n2QBLXUcBL0dvaWdWWl8tiXFpljaVpE_aM62JLcnEzrv3MyLriEdhyZF__-07TvH1xBF_afxmbbZs2jsfxRS_XxFmG82wokp8MZbg82P7PRWDVk_f2iGkY/s1600/sonidos+del+corazon.jpg" /></a></div><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="layout-grid-mode: line;">Los sonidos del corazón (anónimo)</span></b></div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuenta esta historia que, hace mucho tiempo, un rey envió a su hijo a estudiar con un gran maestro, con el objetivo de prepararlo para ser una gran persona y un buen gobernante al heredar su corona.</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando el joven llegó ante el maestro, éste lo envió al bosque. Le explicó que debería permanecer allí un año y, al regresar junto a él, tendría que describir todos los sonidos que escuchara durante ese tiempo.</div><a name='more'></a><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Al cumplirse el plazo, cuando el joven volvió, el maestro le pidió que hiciera un relato de todo lo que había conseguido oír.</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El príncipe le dijo:</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Maestro, pude escuchar el canto de los pájaros, el ruido de las hojas, el regocijo de los grillos, el rítmico croar de las ranas, la brisa rozando el pasto, el zumbido de las abejas, el rumor del viento cortando los cielos… </div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Al terminar la detallada y extensa narración del joven, el maestro le pidió que regresara al bosque, para oír todo aquello que fuera posible.</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El príncipe se sintió un poco intrigado, pensando: “No entiendo, ya distinguí todos los sonidos del bosque… ” Sin embargo, obedeció el encargo del maestro.</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por días y noches permaneció en soledad con sus oídos atentos… pero no conseguía distinguir nada nuevo, además de lo que ya había dicho al maestro.</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">No obstante, cierta mañana, comenzó a distinguir sonidos vagos, diferentes a todos los que escuchara antes.</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y mientras más atención prestaba, más claro se volvían los sonidos. Una sensación de encantamiento se apodero del muchacho.</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pensó: “Esos deben ser los sonidos que el maestro quería que yo escuchara…”</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Y, sin prisa, con una sensación de deleite, permaneció allí oyendo y oyendo, pacientemente.</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Quería tener la seguridad de que estaba en el camino correcto. Cuando regresó con su maestro, éste le preguntó qué más había logrado oír.</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El muchacho respondió:</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">- Maestro, con el correr de los días, sólo y reconcentrado en intentar percibir algo nuevo, al fin pude oír el inaudible sonido de las flores abriéndose, el sonido del sol naciendo y calentando la tierra y el del pasto bebiendo el rocío de la noche…</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Luego, el maestro dijo al muchacho:</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">-Solamente cuando se aprende a oír con el corazón es posible percibir de las personas, sus sentimientos mudos, sus miedos no confesados y sus quejas silenciosas. Asimismo, podrás inspirar confianza a tu alrededor, entender lo que está equivocado y atender las necesidades reales de cada uno.</div><div style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">No ocurre así –prosiguió el maestro-, cuando se escuchan solamente las palabras pronunciadas por la boca, sin que atiendas lo que está en el interior del ser que las emite y sin oír sus sentimientos, deseos y opiniones reales. Es necesario, entonces, escuchar el lado inaudible de las cosas, el lado no medido, pero que tiene su valor, pues es el lado más importante del ser humano.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuántas veces no oímos más que lo que queremos oír. O lo que no queremos oír.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Oímos, en fin, lo que “esperamos” oír.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Dicho de otro modo, enfocamos nuestro oído en dirección a cierto rango de sonidos y, “naturalmente”, no oímos nada que esté fuera de ese espectro.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">¿Cómo establecemos el rango de sonidos a los cuales prestamos atención? En función de nuestras creencias. De allí que sólo oigamos lo que queremos o no queremos oír (según hacia dónde predominen aquellas creencias).</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Cuando tenemos creencias de carácter catastrófico, por poner un ejemplo, “asombrosamente” nos la pasaremos escuchando relatos sobre enfermedades, robos, violencia, desastres naturales. Nos angustiamos, tal vez, pero sobre todo, nos reafirmamos en nuestras creencias pesimistas de que así va el mundo, así son las personas, este es el presente y seguramente peor será el futuro.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Es un ejercicio interesante poner atención en lo que nuestros sentidos nos brindan. Podemos reconocer al menos dos pautas dignas de reflexionar al respecto.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por una parte, nuestros sentidos suelen ofrecernos un panorama bastante coherente. Si hablásemos en términos de pintura, podríamos decir que hay un tono predominante, un matiz de color que confiere cierta unidad a los diferentes matices. Nuestros sentidos “nos cuentan” el mundo de determinada manera.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Por otra parte, aunque íntimamente relacionada con esa otra característica, se halla el que nuestros sentidos “nos cuentan” sobre lo que percibimos pero, si aguzamos el análisis, tal vez se trate de que “somos contados” a través de eso que percibimos. Dicho de otra manera: tal vez lo relevante no es tanto qué oímos, sino a qué prestamos oídos; no tanto qué miramos, sino cómo miramos; y así con cada sentido. En este orden de fenómenos, todo aquello que captamos a través de nuestros sentidos no hacen, al fin y al cabo, más que “hablar” de nosotros mismos, contar qué creemos, qué esperamos, adónde nos enfocamos. Cuando lo que predomina en lo percibido es de color oscuro, quizás no sea tanto que el mundo sea así, sino que nuestro modo de situarnos en él es así. Ni siquiera que “somos” oscuros, lúgubres, sino que nos creemos así.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Este relato es una bella metáfora de cómo podemos ir más allá de nuestro punto de partida, para dejar de girar en redondo siempre en torno a los mismos “temas” que componen nuestra música de fondo.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El joven de la historia, de una u otra manera, no se rindió a lo que su razón le indicaba (“ya he oído todo lo que era posible”), con lo cual al mismo tiempo se rindió a algo mucho más grande que esa intelectualidad, que era la posibilidad de que sí pudiese existir algo más allá de ese límite. Renunció a controlar el proceso, lanzándose a vivirlo, a ser parte de él, desapegándose de un resultado concreto. Supo abrir su atención, pudo estar presente, logró ser paciente y un buen día… oyó algo distinto, algo que nunca había oído.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">El cuento no nos lo dice, pero es probable que, además de lo que él joven oyó, haya logrado oír algo más o, de permanecer algún tiempo más ejercitando las actitudes que notamos en él, seguramente habría oído: no sólo sonidos percibidos desde el corazón, sino los sonidos de su propio corazón.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">De hecho, es algo que todos podemos hacer si nos recogemos durante algunos minutos en silencio atento, ese sonido de latidos que, a medida que transcurren los segundos, parecen hacerse cada vez más notables hasta que literalmente dominan nuestro oír.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Pero más allá de eso, que no deja de ser un fenómeno aún puramente físico (si bien un excelente ejercicio para entrenar la atención), hay otros sonidos del corazón que podemos llegar a oír, y que no solemos percibir, pues los tapan todos los sonidos que vivimos esperando captar del ambiente que nos rodea.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Esos sonidos, pueden decirnos mucho acerca de quienes creemos que somos, acerca de quienes queremos ser, y acerca de quienes somos.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Esos sonidos, cuando al fin nos habituamos a volverlos una presencia consciente en nuestro día a día, pueden llegar a ser, paciente y amorosamente afinados, el regalo que cada uno de nosotros venimos a aportar al mundo: la melodía de nuestra vida.</div><div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-size: 11pt;">Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo</span><b><span style="layout-grid-mode: line;"></span></b></div>En el camino de vivirhttp://www.blogger.com/profile/14060354522864892331noreply@blogger.com3