lunes, 21 de mayo de 2012

Acerca de los límites

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La foto que encabeza estas palabras tiene por título “Crepúsculo fortuito”, y fue tomada por Tara Miller.
Tara Miller es una mujer canadiense que tiene glaucoma, y su visión se encuentra reducida en un 90%. Con esa foto, en 2011, a sus 39 años de edad, ella ganó el concurso de fotografía llamado “Eye Remember National Photography Competition”, un certamen organizado anualmente por la CNIB (Canadian National Institute for the Blind, Instituto Nacional Canadiense para los Ciegos), y destinado a personas ciegas o con serias pérdidas de visión. En http://www.eyeremember.ca/Gallery.aspx puede verse una galería con las fotos participantes en el certamen… una más bella que otra.
En la ceremonia de entrega de premios, Tara dijo: “Quiero que otros sepan que no tienen que dejar aquello por lo que se apasionan”. Y también: “Las personas con pérdida de visión pueden hacer las mismas cosas que las personas que ven perfectamente, sólo que de manera diferente”.

Creo que Tara Miller brinda un excelente mensaje respecto a la cuestión de los límites.
En ocasiones tenemos problemas físicos que pueden constituir un límite para una actividad específica, como una disminución de la visión para tomar fotografías, la pérdida de una pierna para el atletismo, una enfermedad de las manos para dedicarse a ser cirujano… Es el caso de Tara, quien aún en una situación así, nos dice, pero no tanto con palabras como con su acción, que “se puede”.
¿Qué decir entonces en la mayoría de nuestras situaciones de limitación? Habitualmente nos limitamos más por nuestras creencias que por un impedimento concreto. Ni siquiera decimos que no podemos luego de haberlo intentado, sino que no lo intentamos porque estamos convencidos de que no podremos.
Si una persona puede hacer aquello que físicamente no parecería posible, ¿cómo no podríamos superar todas las barreras que nos imponemos apenas en función de nuestras creencias?

Abordar la cuestión de nuestras creencias limitantes no es, sin embargo, una cuestión que discurra por el carril de las cuestiones imaginarias. No es imaginaria nuestra limitación, ni sólo imaginariamente podemos superarla. Nuestras creencias son un cemento que otorga bases muy sólidas a lo que sobre ellas se erige, que tanto puede ser una vida de limitaciones como de realizaciones.
La buena noticia es que nuestras creencias pueden ser cambiadas, y dar lugar a un conocimiento (esto es, a un saber, no a un mero creer) que aporte satisfacción a nuestra existencia.
Es difícil realizar el giro cuando uno se halla inmerso en un océano de creencias limitantes. Cuando a uno le dicen que eso no tiene por qué seguir siendo necesariamente de ese modo, que otra alternativa es posible, tenemos a mano un arsenal de razones para descartar esos dichos como simples consuelos bienintencionados (razones que sinceramente creemos): es fácil decirlo; es posible para otros pero no para mí; siempre ha sido así (y por tanto, siempre seguirá siendo de la misma manera, o peor); no tengo suerte; si supiera cómo…
Quizás, en esas situaciones, lo más efectivo sea no pretender invertir radicalmente nuestras creencias de un instante para el siguiente, sino más bien encarar un proceso gradual a través del cual podamos ir experimentando cambios que nos conduzcan a un nuevo conocimiento. En ese sentido, quizás un buen primer paso no sea negar nuestras creencias actuales, sino suspender nuestra incredulidad respecto a todo lo que creemos que no podemos: asumir que, de hecho, no somos prósperos, no tenemos relaciones satisfactorias con otras personas, padecemos una enfermedad… pero dejar de dar por sentado que, cualquiera de esos aspectos, obligatoriamente habrá de permanecer inalterado de aquí en más.
Poder dejar de creer que nuestras limitaciones son eternas, que las padeceremos en toda nuestra existencia, tal vez parezca un detalle menor, pero puede representar un inmenso logro, y el primer paso para avanzar en una dirección diferente a la que hasta ahora sostuvimos.
Por de pronto, puede representar el enorme cambio entre sentir, con respecto a algo que deseamos experimentar, “nunca lo lograré”, y pasar a abrigar un ya más optimista “quién sabe…”.
Antes de abandonar esta página, me permito sugerirte que vuelvas a la foto de la parte superior. Obsérvala y admírala, su belleza es inmensa. Y recuerda las circunstancias que atraviesa la persona que la tomó.


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2 comentarios:

  1. Vilma Angulo Lucena22 de mayo de 2012, 0:12

    Contenta de leerte nuevamentae!!!! hay un título de un libro que lei hace tiempo mi memoria para autores no es muy buena: El cielo es el Límite!!!
    No deberíamos tener limites para nuestras metas las creencia son las que nos limitan. He pasado por muchas cosas que he superado pero en éstos tiempos de la comunicación por internet me he encontrato con grandes apoyos para el cambio que ha ocurrido en mí. Mi forma de percibir las cosas, de estar consiente del poder de mis pensamientos y mis palabras con respecto a lo que quiero en mi vida, éste apoyo ha sido de gran valor y entre esos apoyos has sido tú en gran medida con tus publicaciones me llevaron a reflexionar muchas cosa. Por ello mi alegría de leerte nuevamente, esperando que esta ausencia tuya haya sido por compromisos laborales o de distracción y disfrute y no por otro motivo, Un gran abrazo desde Venezuela.

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  2. que delicia poder leerte, es una lectura muy interesante y motivadora. Gracias por el privilegio de este tipo de lectura.

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