viernes, 31 de diciembre de 2010

Un pequeño cuento hindú

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De vuelta al paraíso (anónimo)

En cierta ocasión le preguntaron a Ramesh, uno de los grandes sabios de la India:
- Maestro, ¿por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más complicados, mientras que otras sufren por problemas muy pequeños y se ahogan en un vaso de agua?

Ramesh sonrió y contó la siguiente historia.

Érase un sujeto que vivió amorosamente toda su vida. Cuando murió, todo el mundo aseguraba que iría al cielo, pues un hombre tan bondadoso sólo podría ir al paraíso.

Efectivamente, fue al cielo, pero quien lo atendió en la puerta, como no vio su nombre en la lista de quienes debían ser admitidos, le indicó que se dirigiera al infierno.

Como en el infierno no se pedía invitación ni dato alguno, y a todos los que llegaban se les franqueaba el paso, el sujeto entró y se quedó.

Pocos días después, el diablo llegó furioso a las puertas del paraíso y le dijo al encargado:

- ¡Esto que me estás haciendo es un puro sabotaje! Mandaste a aquel sujeto al infierno y me está desmoralizando. Llegó y se puso a escuchar a las personas, a mirarlas a los ojos, a conversar con ellas. Incluso las abraza y las besa. El infierno no es lugar para estas cosas. Por favor, hazlo regresar acá.

Cuando Ramesh terminó de contar esta historia, dijo:

- Vive con tanto amor en el corazón que, si por error vas a parar al infierno, el propio demonio te lleve de vuelta al paraíso.

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No creo en otros infiernos ni demonios que los que generamos nosotros mismos. Pero son los peores. Podemos experimentarlos a diario. Son extremadamente reales.

También podemos crear cielos, pequeños paraísos.

Más allá de esos "detalles" de mis creencias personales, me gustó mucho esta historia. Es seductora la perspectiva de vivir con un amor de esa magnitud.

No sé ... es muy difícil, ¿verdad? Por si acaso, comienzo escuchándote, mirándote a los ojos.

(*) Imagen:  Steve Carter (http://www.stevecarter.com/2005/2005-0.htm)

jueves, 23 de diciembre de 2010

Navidad

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“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.”
(Evangelio de San Juan 1, 14)


Siento una especial simpatía por la figura de Jesús. Vamos a decirlo de entrada, para que quede claro. Simpatía que no se extiende hacia todo lo que, luego, se “construyó” sobre él, pero es como decía en la anterior entrada, a veces uno resuena con un mensaje a pesar de sus mensajeros, a veces se identifica con los mensajeros más allá de lo que dicen. Sin necesidad de juzgar, sólo escogiendo en dónde preferimos depositar nuestra atención.

No tengo la certeza de que haya resucitado, de que su vida haya sido como nos la cuentan, ni siquiera de que haya existido. En realidad, no me importa. Si no fue así, pues merecería haberlo sido. Me da igual. Creo que, aunque sea como metáfora, no hay historia más potente y movilizante en todo el paso de la humanidad. Cuestión de gustos, preferencias personales. Queda claro.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Ser original

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Días atrás sentí la necesidad de poner por escrito alguna reflexión referida a la Navidad. De inmediato, sentí terror de hacerlo. Quise sacarme de encima ese sentimiento, traté de no pensar en la cuestión. Porque es tanto lo que ya se ha dicho y escrito sobre la Navidad, y tanto lo que se continúa diciendo y escribiendo, que me inmovilizó esta pregunta: ¿qué podría aportar de original, de novedoso?

viernes, 17 de diciembre de 2010

Un pequeño cuento de Eduardo Galeano

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El mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso - reveló -. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
(De "El libro de los abrazos")

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En ocasiones me pregunto, si hoy alguien repitiese la experiencia del hombre de Neguá, ¿cómo me vería?

Pero mucho más a menudo, me pregunto, sin necesidad de esperar a que nadie suba a ninguna parte, ¿qué clase de fuego siento que soy? A veces sólo siento el calor que viene del sol. A veces todo está helado. Hay días de fuego que asusta, y otros de fuego amigo que brinda su calor. Ojalá nunca sea fuego bobo. Ojalá que hoy, cuando pases por acá, no puedas mirar sin parpadear, y cuando te acerques, te enciendas.

martes, 14 de diciembre de 2010

El día extra ... es Hoy



“Carpe diem quam minimum credula postero”
(“Cosecha el día, incierto es el mañana”)
Horacio (Odas, Libro I, 11)

“Todo el mundo sabe que se tiene que morir,
 pero casi nadie se lo cree”
Morrie Schwartz


Un pequeño ejercicio de imaginación. Por favor, no lo tomes como algo aterrador. Es sólo imaginación, y la voy a aplicar sobre mí mismo. Quiero llamarte la atención sobre algunas cosas, y para ello me tomaré como conejillo de indias … imaginario, por cierto. Ahí vamos.
Hoy morí. Acaban de meterme en un ataúd. Dejé de respirar, de pensar, de sentir, de decir. Soy una inerte masa fría. Quizás mi alma esté feliz en algún lugar, o en un no-lugar. Pero es indudable que mi ser manifestándose en este mundo, dejó de ser.

viernes, 10 de diciembre de 2010

En el camino

Solemos considerar como camino a la vía que transitamos para arribar a algún destino. Desde esa perspectiva, distinguimos al camino de la meta. En un acercamiento preliminar y simplificado, la noción de camino se vincula más con la de proceso, de medio, y la de meta con la idea de fin, de resultado. Si bien no ahondaremos en esto ahora, dejemos aclarado que merece un desarrollo más refinado, ya que más allá de la meta se halla el propósito, que es el “por qué” de aquella, y más allá de éste se encuentra el sentido, que es el “para qué” del propósito. No son cuestiones menores, porque en el camino de vivir, al fin y al cabo, lo determinante será el sentido de nuestra vida, y entonces será importante que metas y propósitos se encuentren alineados hacia éste.
La distinción entre camino y meta es, como anticipamos, más una idea regulativa que empleamos para comprender algunos fenómenos, que una realidad en sí misma. Pues a menudo una meta es, a su vez, camino para llegar a otra meta, por lo que es también instrumental (un medio que utilizamos como insturmento). Todas las metas son instrumentales con respecto a los propósitos (todas tienen un por qué más allá de ellas), y estos son, a su vez, instrumentales en relación al sentido último de nuestra vida.