viernes, 17 de diciembre de 2010
Un pequeño cuento de Eduardo Galeano
El mundo
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso - reveló -. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
(De "El libro de los abrazos")
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En ocasiones me pregunto, si hoy alguien repitiese la experiencia del hombre de Neguá, ¿cómo me vería?
Pero mucho más a menudo, me pregunto, sin necesidad de esperar a que nadie suba a ninguna parte, ¿qué clase de fuego siento que soy? A veces sólo siento el calor que viene del sol. A veces todo está helado. Hay días de fuego que asusta, y otros de fuego amigo que brinda su calor. Ojalá nunca sea fuego bobo. Ojalá que hoy, cuando pases por acá, no puedas mirar sin parpadear, y cuando te acerques, te enciendas.
Publicado por
En el camino de vivir
en
10:30
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Etiquetas:
Eduardo Galeano,
fuego,
pequeños cuentos
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QUE LINDO PABLO!! QUE BUENA MANERA DE RESUMIR GRAFICAMENTE NUESTRA EXISTENCIA!! GRACIAS POR COMPARTIRLO!! ANALÍA
ResponderEliminarGracias a vos, Analía. Y gracias por regalar la belleza de tu fuego.
ResponderEliminarMe encanta Galeano, Pablo, y especialmente éste cuento... ojalá todos pasáramos por esta vida siendo fuegos vívidos, parpadeantes, inquietos!
ResponderEliminarNo creo que, por lo que escribís, seas un fuego bobo... tus palabras encienden. Felicidades! Rosana
Gracias Rosana!!!! Como decís, todos podemos elegir qué clase de fuego ser. Gracias por iluminar con el tuyo este lugar.
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