viernes, 10 de junio de 2011

Manifestar lo nuevo (Parte II)



En la primera parte del artículo, nos habíamos ocupado de qué ocurre cuando nos abocamnos a la consecución de logros desde el punto de vista de creernos seres incompletos a quienes aquellos vendrían a completar.
En esta segunda y última parte, daremos un vistazo a qué es lo que ocurre cuando, en cambio, nos consideramos seres completos.

Ser completos
Cuando sentimos que nuestro ser ya es pleno, lo que nos interesa es manifestarlo en el mundo, y así ya no vamos en pos de los logros como algo externo que venga a completarnos. Podemos pasar de las creencias acerca de lo que necesitamos, y cómo lo obtendremos, a otro panorama en el que actuamos a partir del conocimiento de quiénes somos y qué queremos expresar.
Dejamos de creernos criaturas incompletas que necesitan hallar en alguna parte la pieza que nos falta, para sabernos seres completos que deseamos realizar nuestra particular aportación a un mundo en el que coexistimos con otros. Si ya somos, a lo que aspiramos no es a cubrir un vacío original, sino a manifestar lo que somos, a profundizar la experiencia o, dicho de otro modo, a crecer.
Cuando nos enfocamos en lo que somos, y en nuestra intención de manifestarlo, nos abrimos a que sucedan algunas cosas que pueden resultar interesantes:
1.- No nos convertimos en persona anodinas, sin aspiraciones ni metas, a quienes todo les da lo mismo, sino que podemos actuar desde una perspectiva más amplia, que nos permite alinear nuestros objetivos con ciertos propósitos y, más allá de ambos, con un sentido que otorga consistencia a nuestra vida.
2.- Al ser conscientes de la noción más amplia de sentido, el camino que recorremos deja de ser visto como una única posibilidad cerrada de llegar a un destino prefijado, y pasa más bien a volverse un campo infinito de alternativas disponibles a ser decididas, elegidas, momento a momento. Ya no sólo contamos con un martillo en nuestras manos, que para ser aprovechado necesita desesperadamente encontrar clavos por todas partes, sino que somos dueños de una preciosa valija provista de una enorme variedad de herramientas que podemos resolver utilizar según elijamos.
3.- Al partir de la decisión de expresar nuestro ser, y hacerlo en función de un cierto sentido con el que impregnamos a nuestras vidas, disminuimos el nivel de nuestras expectativas. Esto para nada significa que nos instalemos en la resignación, sino simplemente que dejamos de esperar lo externo, para pasar a movernos en el plano de las elecciones de lo que decidimos experimentar. Trascendiendo tanto las expectativas como la resignación, nos movemos en el terreno fértil de las elecciones, la aceptación y el agradecimiento. Quizás esta sea una de las posibles manifestaciones concretas de la tantas vences mencionada (y tantas veces incomprendida) noción de “desapego”. Desapego no implica desinteresarnos de todo, sino más bien no aferrarnos a nada. Al no aferrarnos a nada, nos mantenemos abiertos y disponibles a todo, y qué elementos de ese todo se concretará a nivel del mundo de manifestación física en que vivimos, surgirá de la renovada conjunción, momento a momento, de nuestras elecciones personales, de nuestras co-creaciones colectivas, y de lo que ámbito del misterio (lo que está más allá de nuestras posibilidad de saber) aporte.
4.- La temporalidad en la cual expresamos nuestro ser adquiere una perspectiva diferente a aquella en que nos movemos cuando nos sentimos incompletos:
      a) Adquirimos conciencia de que el presente es el único tiempo real de que disponemos. Esto nunca deja de ser así, pero al ser conscientes de ello, nos conectamos plenamente con el presente, y podemos percibirlo de otro modo, no sólo como una etapa de paso que debe apurarse, sino como el tiempo en el cual se concretan nuestras experiencias y en el cual ejercitamos nuestras elecciones.
      b) Podemos comprender que si bien el pasado condujo a nuestro presente, y en sí es inmodificable, sí puede ser reinterpretado para aprender de las experiencias vividas, para hacernos cargo de sus consecuencias y para orientar decisiones de cambio que formulemos ahora.
      c) Advertimos que si bien es imposible dejar de proyectar nuestros pasos hacia el futuro, contamos con una fragilidad esencial derivada de nuestra certeza de que, como seres físicos, somos mortales y, por tanto, no sabemos cuánto de futuro realmente tenemos, si cincuenta años o cinco minutos. Incorporar esta perspectiva puede ayudarnos a centrarnos en el presente, a incrementar nuestro disfrute de él, a elegir qué importancia decidimos conferirle a cada experiencia, a distinguir la persistencia de la resistencia, a redefinir nuestros conceptos de qué entendemos por aceptación y agradecimiento, etc.
5.- Como no nos guiamos por un hueco que “debemos” llenar, sino por la decisión de manifestar nuestro ser, por una vocación de crecimiento, podemos superar los condicionamientos del pasado, quebrar la imaginación construida en él de cómo creemos que queremos sentirnos, y abrirnos a las numerosas experiencias posibles que podamos elegir en el presente. Manifestar la vocación expansiva del amor de nuestro ser es como pararse en el comienzo de un sendero que no sabemos muy bien cómo es, que vamos descubriendo con cada paso que damos, e implica renunciar a los preconceptos que podamos construir respecto a lo que sea. Lanzarse a la expresión de nuestro ser es partir desde lo que sabemos apara adentrarnos en un campo de múltiples manifestaciones posibles y, en cuanto son renovadamente decididas, sorprendentes. Si decidimos experimentar amor de pareja, ya no nos aferramos a la idea de una persona en particular ni a qué características tenga que tener. Si decidimos experimentar amor en nuestro lugar de residencia, ya no nos aferramos a una ciudad, un barrio o una vivienda determinada. Si decidimos experimentar amor en nuestra ocupación laboral, ya no nos ceñimos a tal o cual tarea específica. Si decidimos expresar amor en su manifestación de prosperidad económica, ya no nos limitaremos a la posesión de determinados objetos físicos.
Como el motor impulsor es lo que somos, y no lo que creemos que nos falta, sabemos cuál es nuestro punto de partida, cuál es el sentido general de nuestros pasos, pero podemos abrirnos a que cada momento presente configure diversos escenarios posibles para manifestar nuestro ser. Somos libres de dejar de perseguir lo ilusorio que preconcebimos desde nuestras creencias forjadas en el pasado, para estar dispuestos a elegir lo concreto que decidimos experimentar.
Así, al aceptarnos abiertos a manifestar quienes somos en un vastísimo entorno de posibilidades, podemos realizar elecciones conscientes que son, paradójicamente, mucho más estables que las que tomamos cuando nos sentimos incompletos, pues trascendemos la reiteración inadvertida de experiencias por la que transitamos cuando perseguimos la ilusión de lo que creemos que nos falta. Cuando sabemos quiénes somos, y decidimos expresarlo, podemos romper el círculo vicioso que nos conduce a cambiar de pareja, de trabajo, de ciudad, de amigos, pretendiendo hallar fuera nuestro lo que no nos damos cuenta que es, precisamente, lo que ya tenemos para aportar desde nuestra individualidad.
A modo de conclusión
Retomando la cita inicial a partir de la cual nos lanzamos a estas reflexiones, es posible que una aplicación saludable en términos de crecimiento personal pase por reconocer que más allá de superficiales deseos de cambio que solemos verbalizar, somos seres anclados en hábitos limitantes que nos conducen a estados de insatisfacción. Desde la reiteración de esos hábitos, de esas creencias adquiridas, difícilmente manifestemos algo distinto a lo que ya manifestamos. Mientras sigamos creyendo que somos seres incompletos, necesitados de ciertos logros para sentirnos completos, difícilmente obtengamos otra cosa que la perpetuación de la sensación de vacío.
Ser quienes nunca hemos sido, para lograr lo que nunca logramos, en este sentido, bien puede significar que seamos seres conscientes de quienes ya somos, y nos permitamos expresarlo, dejando de actuar guiados por todo lo que creemos que deberíamos “hacer” o “tener” para, sólo después, en un futuro hipotético, que nunca alcanzamos, permitirnos llegar a “ser”.

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5 comentarios:

  1. Vilma Angulo Lucena13 de junio de 2011, 22:29

    Nuevamente Gracias, Gracias, Gracias!!! resumes en palabras, lo que yo jamas lograría, todo aquello que pienso y trato muy serenamente de llevar en mi vida!!!! Bendigo el dia, en el cual te encontré en éste sendero del camino, pues constantemente lo iluminas !!!!

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  2. Gracias querida Vilma, aunque claro que lo lograrías y lo logras, tus palabras son siempre muy bellas y certeras. De todas maneras, si eso es lo que llevas en tu vida, pudiendo vivir así el día a día, es lo más importante, y las palabras son un detalle secundaria. Un enorme abrazo! Pablo

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  3. Vilma Angulo Lucena21 de julio de 2011, 18:32

    Gracias Pablo!!! pongo muuuuucho de mi parte para serenamente vivir viviendo, gracias nuevamente abrazos desde el Alma :)

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  4. Gracias de todo corazón por esto, por favor sigue escribiendo!

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