martes, 30 de agosto de 2011

El interruptor

“Casi todos anhelamos la iluminación, pero a pocos se nos ocurre accionar el interruptor…”

Es un juego de palabras amistosamente provocativo, pero a la vez tiene que ver con nuestro día a día.
Aspiremos a una “gran” o a una “pequeña” iluminación, casi todos deseamos contar con más luz en nuestra vida. Y con ello queremos decir: una vida en la que abunde la paz, la alegría, la felicidad, la serenidad, la prosperidad, el amor… el valor o la característica positiva que prefiramos destacar.
Somos bastante sinceros al respecto, realmente queremos enriquecer nuestra vida en ese sentido. Y hasta puede que seamos generosos en ese deseo: cuando nuestra vida sea así, cuando contemos con más luz, no nos la guardaremos egoístamente, sino que la compartiremos con otros.
Sí, somos sinceros, y tanto, que rezamos, hacemos cursos, leemos, compramos amuletos, formulamos promesas… acudimos a innumerables medios que esperamos nos aporten esa luz. Y ella, sin embargo, continúa resultándonos esquiva.

Quizás, como señalamos al comienzo, se nos pasa por alto el considerar la posibilidad de no sólo anhelar luz, sino de accionar el interruptor.
Quizás, cuando nos enfocamos tanto en cómo cambiará nuestra vida cuando sobrevengan tales o cuales condiciones futuras, nos distraemos respecto a cada momento presente que efectivamente tenemos entre manos para hacer algo con nuestra vida.
Quizás, cuando depositamos nuestra esperanza en fuentes de luz externas, se nos pasa por alto el interruptor con que contamos en nosotros mismos.
Quizás, cuando deseamos recibir luz, no percibimos nuestra potencialidad de manifestarla.
Quizás, cuando acudimos a “recetas” para acercarnos a la luz, tan sólo nos mantenemos en el aspecto más superficial de la creencia intelectual, y permanecemos alejados de nuestro propio centro.
Quizás, cuando buscamos de manera impaciente y en ocasiones desesperada esa luz, pasamos una y otra vez sin darnos cuenta por delante del dichoso interruptor, que enclavado en nuestro propio ser, tal vez para ser percibido sólo requiere que dejemos de “hacer” compulsiva, automática, inconscientemente.

Quizás, para encontrar y accionar el interruptor, ni siquiera haga falta estirar la mano, sino tan sólo abrir el corazón.

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2 comentarios:

  1. La Luz que se busca, el amor, la serenidad, la paz, la felicidad, la prosperidad, y no nos damos cuenta de que como decía mi abuela:"nos pasamos la vida buscando a Dios por los rincones, sin percatarnos que él está en nuestro corazón". Sea cual sea la luz que deseamos, que buscamos o esperamos, está dentro de nosotros mismos, cuando lo tengamos presente tendremos nuestra luz e iluminaremos a los seres que estan junto a nosotros. Un gran abrazo!!!!!

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  2. Muy bello y claro comentario, Vilma, muchas gracias! Acostumbrados a ser reactivos, es dentro de nosotros mismos en el último lugar que nos planteamos el buscar la fuente de cambios en nuestra vida. Abrazo! Pablo

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