martes, 14 de diciembre de 2010

El día extra ... es Hoy



“Carpe diem quam minimum credula postero”
(“Cosecha el día, incierto es el mañana”)
Horacio (Odas, Libro I, 11)

“Todo el mundo sabe que se tiene que morir,
 pero casi nadie se lo cree”
Morrie Schwartz


Un pequeño ejercicio de imaginación. Por favor, no lo tomes como algo aterrador. Es sólo imaginación, y la voy a aplicar sobre mí mismo. Quiero llamarte la atención sobre algunas cosas, y para ello me tomaré como conejillo de indias … imaginario, por cierto. Ahí vamos.
Hoy morí. Acaban de meterme en un ataúd. Dejé de respirar, de pensar, de sentir, de decir. Soy una inerte masa fría. Quizás mi alma esté feliz en algún lugar, o en un no-lugar. Pero es indudable que mi ser manifestándose en este mundo, dejó de ser.

Estoy solo dentro del ataúd. Conmigo no hay nadie a quien quise, nadie a quien aborrecí. Tampoco está ninguno de quienes, mientras vivía, me dijo lo que tenía que hacer o dejar de hacer. Es mi muerte, no la de ellos. Por algo los ataúdes son individuales.
Tal vez haya alguien que, en este momento, desee morir también, alguien para quien el vacío de mi presencia vital luzca como insoportable. En la inmensa mayoría de los casos, eso no pasa de ser un pensamiento y un sentimiento, más o menos duradero, más o menos intenso, pero que no se concreta. La vida sigue. Mejor, peor, elaborando un duelo, simplemente dando vuelta la página, pero continúa. De hecho, ya está siguiendo para muchos. Ya vinieron a verme y regresaron a sus actividades cotidianas. No tiene nada de extraordinario. Es lo mismo que hice yo, que hacemos todos, tantas veces. Nos despedimos de alguien y nuestra vida sigue. Hoy, es mi muerte, no la de ellos.
A esta altura, da igual. Estoy donde estoy. Mi vida se escurrió. No hay vuelta atrás.
Quizás, si fuese consciente de lo que ocurre, y de lo irreversible de mi condición, echaría un vistazo a mi vida. Sí, a esa que ya no tengo. A esa que honré o que vi pasar mientras estaba corriendo detrás de otra cosa. Sería normal. Es lo que hacemos todos cuando perdemos algo. Revivimos los momentos en que tuvimos a ese algo a nuestra disposición. Re-vivimos.
Quizás ese mirar atrás me dejase conforme, satisfecho. Si viese que viví del modo que quise. Que puse el corazón en lo que hice, no me dediqué a aquello que no significaba nada para mí, albergué sentimientos con los que fui pleno y los expresé de manera satisfactoria. No siempre, pero sí la mayor parte del tiempo, y así el balance sería satisfactorio. Estaría en paz. Tal vez lamentase no haber podido despedirme de algunos afectos particularmente intensos, quizás desearía rehacer algún detalle en la película de mi vida, y es que bueno, uno nunca piensa de modo concreto que este momento va a llegar, solemos vivir como si fuésemos inmortales, y entonces siempre habrá tiempo más adelante. Como sea, estaría bien. Fue bueno mientras duró.
Puede, sin embargo, que ese re-vivir fuese muy distinto. Quizás me poblase de imágenes angustiantes. Tal vez viese que mi vida se fue en la lucha por la supervivencia, en tirar un día más para llegar a otro día igual al anterior, en recorrer caminos que no me llevaron a ninguna parte en que me sintiese bien, porque era lo que se debía hacer, porque era lo que fulanita había hecho o menganito me dijo que era mi obligación, porque yo no veía otra alternativa, porque recorrer caminos con sentido era un lujo para millonarios y a mí el mes se me hacía interminable. Paradójico. En vida decía “¡qué largo es el mes!”, y ahora tal vez lamente que toda mi vida haya sido tan breve. Quizás viese que viví mi vida de acuerdo a mandatos ajenos (sociales, familiares, obligaciones, creencias inspiradas en el miedo, etc.) y, entonces, en buena medida, ni siquiera fue mi vida … pero ahora, acá donde estoy, mi muerte sí, es sólo mía.
Quizás, si pudiese, pediría el milagro de contar aunque sólo fuese con un día más de vida, un día extra, para pensar, sentir, decir y hacer, en esas únicas 24 horas, todo lo que mi vida me pidiese. Un día extra para sentir que estoy vivo, para saber lo que es vivir, para pronunciar palabras de vida, para realizar acciones que valgan la pena ser vividas. Un día extra para, desde el conocimiento pleno, la certeza total, de que ese día se acaba, ser feliz. Un día extra para sentir que a la oportunidad de poder manifestarme físicamente en este mundo, le di sentido. Un día extra para sentir que, a mi partida, dejaría al mundo físico un poquito mejor de lo que estaba cuando llegué a él, con alguna sonrisa más, con alguna pena menos.
Qué lástima. Estoy muerto. No hay día, ni siquiera minuto extra. Mi vida se terminó.



Fin del ejercicio. Aún estoy vivo. Y qué bueno que estés aquí conmigo. Ambos estamos en nuestras vidas. No necesitamos un milagro para poder hacer algo con ellas. Están en nuestras manos. Estamos a tiempo de elegir, de decidir, qué hacemos con ellas, en ellas, dotarlas de sentido. Tenemos la materia prima para construir nuestro día extra.
Nuestras muertes quizás no sean nuestra responsabilidad. Pero qué hacemos con nuestras vidas, sí.
Hoy, ahora, todos los caminos nos resultan posibles. Todos los pensamientos, los sentimientos, las palabras y las acciones están disponibles. Un inmenso catálogo a nuestro alcance. Podemos elegir y decidir todo respecto a nuestra vida. Todo significa justamente eso, todo aquello con lo que nos expresamos en este mundo: pensamiento, emoción, palabra y obra. Si dejamos de lado cualquiera de ellos, ya no estaremos hablando de todo, y si ya no se trata de todo, tampoco será nuestra vida, sino apenas una parte de ella. Y, entonces, estaremos también renunciando a aprovechar, a vivir, parte de nuestro día extra.
Todo, es todo. Y hoy, ahora, es el único momento en que lo tenemos a nuestra disposición.
Quizás, si eso no es un milagro, se le parezca mucho.

11 comentarios:

  1. Qué bueno Pablo, es para leerlo cada tanto y dar un ajuste al timón si nos hemos corrido de nuestro eje.
    Un abrazo y felicidades, Rosi

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  2. Gracias Valen!
    Gracias Rosi!
    Es reconfortante si uno puede aportar un granito de arena, un puntito de luz, que alguien quiera recoger.
    Pablo

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  3. Hola Pablo:
    Interesante ejercicio el que nos planteas.
    En realidad, qué bueno sería practicarlo continuamente !
    Así supongo que dejaríamos de
    preocuparnos menos y viviríamos más; daríamos a
    las cosas su real dimensión y estoy segura de que la mayoría de nosotros seríamos diferentes.
    Algunas veces ni cuenta nos damos de que estamos aquí sólo de paso y que en cualquier momento nos marcharemos .
    Me gusta mucho tu Blog, te visitaré más a menudo. Saludos,

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  4. GRACIAS!! PABLO ... A penas hoy gracias a Twitter se da ese milagro de conocerte, hoy en este día extra.. bakano. Un día quise que alguien no se muriera y el me dijo, hoy es mi día me voy,, se fue no me dolio, porque me di cuenta que en mi ADN estaba él y nunca nos hemos distanciado. era mi padre. entendi entonces que la muerte llegará no hay que afanarse, la vida es la que se esfuma entonces se debe aprovechar. Un abrazo y gracias a @marthacaballer, siempre guiandome a estos parejes hermosos.

    Javier Arias
    @sammcoj

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  5. Hola Martha! Muchas gracias por tu visita y tu bello comentario. Celebro que te haya gustado.
    Coincido con todo lo que decís. En realidad, hagamos o no el ejercicio, nuestro tiempo es finito y no tenemos más que el presente para obrar en nuestra vida. Eso es inalterable. Cuando nos damos cuenta y obramos en consecuencia, somos conscientes y, creo, obtenemos beneficios .... el gran beneficio de vivir nuestra vida.
    Cariños, y hasta cada vez que quieras, Martha!
    Pablo

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  6. Hola Javier. Gracias a vos por haber pasado por aquí y por dejar tu comentario. Estoy de acuerdo con tus palabras, nunca sabemos cuándo se termina nuestra presencia aquí, así que tenemos que aprovechar el tiempo cierto que tenemos: hoy. Abrazo, y hata cuando quieras! Pablo

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  7. Si cada uno valorara lo que significa sólo el hecho de vivir, de saber que puede caminar, oir, ver, querer a tantas personas, valorarlas por lo que de verdad son y no por apariencias, que puede mejorar el mundo a veces con solo hacer algo por alguien, supongo que ahí, recien comenzamos a valorar lo que tenemos.

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  8. Gracias Daniela por pasar por aquí y dejarnos tu comentario. Comparto tus palabras, el agradecimiento nos ayuda a centrarnos en nuestro presente, a ser más conscientes. Hasta la próxima! Pablo

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  9. Es ya ahora le expreso mi agradecimiento es bien hermoso saber que nos dan una oportunidad y es ya por esto muchas gracias deja una gran ensenanza en cada una de sus palabras llegan al alma y se puede decir lo siento perdoname te amo gracias no esperar un ataud para llorar y lamentar lo que no hicimos en vida hay una bella palabra en vida hermano en vida . Un abrazo .

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  10. Muchas gracias por tu visita y tus palabras! Comparto lo que dices, es conveniente y saludable actuar cuando tenemos la oportunidad y no lamentarnos cuando ya sea tarde. Gracias! Pablo

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