“Le dije que el residuo que quedaba en mi estado de conciencia normal, era el recuerdo de que un puma, ya que lógicamente no podía aceptar la idea de que fuera un jaguar, nos había perseguido por una montaña. Agregué que siempre recordé que él me había preguntado cuando estábamos a salvo en la cima, si me sentía ofendido por el ataque del felino. Yo le había asegurado que era absurdo que me sintiera ofendido, y él me había contestado que debía hacer lo mismo con la gente. Si me atacaban debía protegerme o quitarme de en medio, pero sin sentirme moralmente ofendido o perjudicado”.
(Carlos Castaneda, “El conocimiento silencioso”)
En la cita del encabezado, el protagonista conversa con su maestro, Don Juan, y refiriéndose a la persecución que sufriera por un jaguar, recuerda una conversación previa en la cual sostuvo que era absurdo sentirse ofendido por ese hecho, y cómo su maestro le respondió que lo mismo debía hacer respecto a la gente.