“Toda el agua del mundo no puede hundir un barco, hasta que el agua llegue adentro de él”
(Ed Forman)
¡Es cierto! Imaginemos la situación que imaginemos, no es el agua, por sí sola, la que hunde el barco. Pensemos en un ejemplo extremo, en el relato bíblico del diluvio universal. Podemos albergar muchas preguntas y dudas acerca de él, pero el hecho de que el arca de Noé navegue y navegue, sin importar cuánta agua haya, no nos resulta inverosímil.
Si el agua no es la que hunde el barco, quiere decir que el agua, de por sí… no es el problema. Un barco en perfecto funcionamiento tampoco se hunde, de modo que el barco, por sí solo, tampoco es el problema. Incluso un barco averiado, dependiendo de la avería, de la cantidad de agua, de las condiciones climáticas, etc., no necesariamente se hunde, por lo que la avería… tampoco es el problema!
Una visión realista de un hundimiento, entonces, debería dar cuenta de varios elementos que confluyen para que aquel ocurra. Un error humano, una falla técnica, un defecto en los materiales, un lugar geográfico determinado, unas ciertas condiciones ambientales, la disponibilidad de auxilio, la profundidad y la temperatura del agua… una larga lista que alguien con conocimientos técnicos seguramente podría redactar de manera mucho más extensa. Hay un conjunto de circunstancias que concurren para que el agua se introduzca dentro de la embarcación, al punto de hacerla zozobrar.
Así, sin grandes conocimientos náuticos, con tan sólo un poco de sentido común, podemos llegar a tener otra visión acerca de por qué un barco naufraga.
Sin embargo, en nuestra vida cotidiana, quizás no apliquemos ni conocimientos de navegación ni sentido común. Porque en nuestro día a día, tendemos a ver a un solo elemento (un suceso, una persona, un lugar, etc.) como el problema que enfrentamos. El problema es nuestra pareja, es nuestro jefe, es nuestr@ hij@, es el vecino, es el gobierno, es la ciudad en que vivimos, es el trabajo que tenemos o no tenemos, es el comer demasiados azúcares, es el virus que nos enferma, es el hueso fracturado… ¿No somos demasiado unidimensionales en tener esa perspectiva? ¿No estamos viendo “agua” por todas partes? Si nuestra pareja es el problema… ¿tiene también los mismos problemas con todas las demás personas? Si nuestro jefe es el problema… ¿será que nadie en el mundo le aprecia de tan malvado que es? Si los dulces son el problema… ¿todos quienes consumen golosinas o postres se disparan al sobrepeso?
Si logramos dar un paso atrás y ver lo que creemos nuestro problema con algo de distanciamiento, quizás podamos empezar a ver que lo que creemos que nos causa dificultades es sólo un elemento más dentro de un paisaje complejo. Que hay otros factores que influyen, y que es muy probable que nosotros mismos seamos una de las concausas presentes activamente en la cuestión. Ni siquiera se trata de ir más allá y ver al problema como una oportunidad que se nos presenta, sino tan sólo de tener una mirada un poco más amplia sobre lo que llamamos “problema”.
Hay un segundo aspecto en el que “vemos agua” por todas partes, y es que no sólo enfocamos a un solo elemento como “el” problema, sino que lo ampliamos, desde el aspecto específico de nuestra vida en el cual se produce, e inundamos la totalidad de ella. Si tenemos un problema en el trabajo, nos enojamos y nos peleamos con los otros automovilistas, con quien nos vende el diario, con nuestra familia. Si el problema es con nuestra pareja, nos desquitamos con nuestros hijos. Si el problema es con nuestros hijos, nos quejamos de los vecinos. Acumulamos irritación, impotencia, y es como si fuésemos elevando nuestra temperatura hasta el punto de hervor, y con el vapor que emitimos formamos una nube que luego se desplaza y llueve en todas las áreas de nuestra vida. Cuando, en realidad, es muy posible que la explicación vaya más bien por el lado inverso, y que por ejemplo nuestras dificultades básicas para relacionarnos vayan generando diversas manifestaciones en distintos ámbitos de nuestra vida, o que así suceda con nuestra falta de confianza, o nuestra autovaloración, o nuestra tolerancia, lo que sea… Cuestiones que parten desde nosotros y que, en el entramado de la vida, van tejiendo un tapiz en el que, llegado un punto, ya no reconocemos que nuestra mano ha intervenido para formar la figura que allí tenemos, delante nuestro.
Quizás, lograr ver a lo que llamamos “problemas” como síntomas de un conjunto de causas que a menudo no logramos ver, y darles su real dimensión, ya sea no extendiéndolas desde un campo en particular a la totalidad de nuestra vida, o comprendiendo los motivos subyacentes más allá de la aparente variedad de superficie, nos ayude a pararnos de otro modo con miras a lograr las tan anheladas “soluciones”. Es muy difícil dejar de hundirse, si ni siquiera vemos por dónde nos está entrando el agua.Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si quieres compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, puedes usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y quieres compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si quieres regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo
No me gusta generalizar, pero el ser humano es como una particula de polvo en un vaso de agua, se ahoga en el!!!!Debemos ser responsables por nuestra vida, la reacción o no, la aceptación o no de lo que nos sucede, es nuestra responsabilid...ad, cómo enfrentar el problema, como ver la vida. No debemos dejarnos arrastrar por los acontecimientos, debemos conocerlos en su totalidad, enfrentarlos con serenidad para encontrar las posibles soluciones, sin la serenidad necesaria nos ahogamos!!!!. Mil gracias Pablo.
ResponderEliminarMuchas gracias Vilma! Es verdad, sin necesidad de incurrir en generalizaciones que distorsionan, uno puede observar fenómenos que suelen ocurrir a menudo, y como bien dices, es frecuente que, independientemente del volumen de agua que nos rodee, seamos nosotros mismos quienes decidamos ahogarnos en ella, o actuar de maneras que creemos "filtraciones" en nuestra existencia para que ella ingrese. Me gusta mucho tu enfoque, remarcando la responsabilidad personal. Cariños, Pablo
ResponderEliminarExacto!!! sin la resposabilidad somos un cero a la izquierda. Somos responsables de lo que pensamos, de lo que elegimos, de como actuamos, responsables absolutos de nuestra existencia, no hay otro!!!! Cariños inmensos!!!!
ResponderEliminarCoincido totalmente con lo que expresas, Vilma, muchas gracias!!!
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