Ikkyu, nacido en 1394 en un suburbio de Kyoto (y fallecido en 1481), fue un monje del budismo zen nada común, al punto de ser llamado “el santo lujurioso” y muy conocido por los poemas que escribió. Criticó la hipocresía que veía en los monjes, durante mucho tiempo vivió como un mendigo, y trató de realizar su tarea al margen de las instituciones religiosas formales. Se dice que fue hijo ilegítimo del centésimo emperador japonés Go-Komatsu (1377-1433, y emperador desde 1392 a 1412).
Cuenta esta historia que, en cierta ocasión, el gobernador de la provincia en que Ikkyu vivía, organizó una gran fiesta a la cual lo invitó, reservándole un lugar de honor a su lado.
Cuando Ikkyu llegó a la fiesta, lo hizo vestido de manera muy humilde, casi como un mendigo. Esto motivó que el gobernador se enfureciese, y lo expulsó de la celebración.
Más tarde, el monje regresó, pero esta vez lo hizo vestido con buena ropa. Cuando entró al palacio, comenzó a desvestirse, dejando su vestimenta sobre la silla que le estaba destinada.
Intrigado, el gobernador le preguntó:
- ¿Qué estás haciendo?
A lo cual Ikkyu respondió:
- Disculpa, señor, es que me di cuenta que te había entendido mal, y lo estoy remediando. Antes creí que me habías invitado a mí a esta grandiosa fiesta, pero luego de que me echaras, comprendí que, en realidad, habías invitado a mi vestimenta. De manera que aquí te la dejo.
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La vestimenta, más allá de la función que puede cumplir en cuanto a abrigo y protección de nuestro cuerpo, es a la vez el símbolo más externo de nuestra propia persona que ofrecemos a la vista de los demás.
De acuerdo a la intención que pongamos en el hecho de vestirnos, estaremos hablando, de algún modo, de nosotros mismos. ¿Nos vestimos con ropas que nos resultan cómodas, abrigadas, que nos agradan? ¿O nos vestimos con ropas que nos proporcionan aprobación de los demás, que les dicen que pueden considerarnos uno más de ellos? A menudo, más que con ropas, nos vestimos con “marcas”.
No sólo por medio de nuestra vestimenta establecemos una cierta manera de relacionarnos con los demás. También por el modo en que nos desenvolvemos en el contacto con las otras personas.
¿Cómo y desde qué lugar nos relacionamos con ellos? ¿Actuamos de acuerdo a lo que nos indica nuestro ser auténtico, ofreciendo una versión nuestra que coincida con aquél? ¿O lo hacemos en función de la creencia que sostenemos en cuanto a lo que los demás esperan de nosotros? ¿Mostramos nuestro rostro, u ofrecemos una máscara que incluso puede no ser siempre la misma e ir variando de acuerdo al contexto en que nos movamos? Quizás mostramos una cara en nuestra casa, otra en nuestro trabajo, otra en el club deportivo al que asistimos, otra en el lugar en que estudiamos…
Cuánto más externo sea lo que brindamos en la relación con los demás, más superficial será el vínculo. Y más distorsionado. Pues, en el fondo, a través de las máscaras lo que podremos obtener, en todo caso, será la conformidad ajena con aquello que les estamos mostrando, no la sincera aceptación de quienes somos. Estaremos creando una ruptura entre lo que somos y lo que mostramos, que difícilmente nos genere satisfacción.
Cuando logramos entablar la relación satisfactoria original, que es la que mantenemos con nosotros mismos, podemos luego manifestar en lo exterior quienes somos, y la respuesta de los otros deja de ser crucial, pues ya no necesitamos desesperadamente su mirada aprobatoria para configurar nuestra identidad.
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Nuestro cuerpo es la vestidura del alma.
ResponderEliminarSer lo más autenticos posible, lo más fiel a nuestro ser, lo más sincero a nuestro sentimientos y pensamientos hacia los demás. Pero hay una pequeña dificultad, por lo menos en mi forma de expresar esa sinceridad y es que al estar enferma, las personas te preguntan y como estas y como siguen y como vas llevando el problema, que haces? Yo me veo en la necesidad de ocultar mi sufrimiento fisico y digo estoy Bien, Bien, Bien, pues es dificil no sé y me siento mal al no ser sinsera, pero así creo yo que es mejor. Lamentable,pero ese el el traje que escojí para que me vean con salud constantemente, ésto no quiere decir que mi pensamiento no esté en constante positivismo, estoy y estaré, bien, los detalles no deben abrumar a los demás!!!. Un abrazo grandotote!!!!
ResponderEliminarGracias Girl6, así es, nuestra piel vendría a ser nuestra vestimenta "de fábrica", y es muy interesante ver desde esta perspectiva las enfermedades que se manifiestan en ella. A su vez, la ropa es una manifestación más mediatizada nuestra, pero sigue el mismo rumbo, es una metáfora de nuestro ser.
ResponderEliminarGracias por tu precioso comentario y tu continua compañía, querida Vilma! Es muy interesante el planteo que haces, y no es sencillo de resolver. Te comento un par de ideas a ver qué te parece:
1) Si la enfermedad es, como cada vez más tiende a demostrar la ciencia aún desde la perspectiva "positivista" (es decir, en términos de aceptar por válido sólo lo que puede ser verificado empíricamente, lo que puede "medirse"), una expresión de procesos que empiezan desde bastante antes de su manifestación física, podemos tener 2 actitudes respecto a ella:
a) No asumir eso, y seguir considerándola como un suceso externo que nos ocurre (la bacteria que nos ataca, el virus que nos contagia, el golpe que nos rompe un hueso, el elemento del aire que nos produce una alergia, etc.). En ese sentido, cuando estamos enfermos, estamos "mal", y nos pondremos "bien" por medio del antibiótico u otro medio, también externo, que nos permita superar ese suceso.
b) Adoptar ese punto de vista, y aprovechar la enfermedad para reexaminar a ver qué nos está ocurriendo internamente (al margen de que, desde que ya está manifestado físicamente, también acudamos al antibiótico, el yeso, etc.). Quizás entonces descubramos cosas que, más allá de lo circunstancial, nos permitan modificar cuestiones personales de base. Y, en este sentido, la enfermedad tal vez no sea tanto un "mal", aunque nos "sintamos mal" mientras estamos enfermos. Aquí, quizás la enfermedad sea el modo de llamarnos la atención para corregir cuestiones, y en ese sentido, tal vez hasta sea un "bien".
2) En función de esa perspectiva, si uno toma la primera visión (enfermedad=ataque externo ajeno a nosotros), decir que estamos bien sería insincero. Si uno adopta la segunda (enfermedad como manifestación de procesos que nos permiten "darnos cuenta" de algo), aún enfermos, podemos estar "bien", y decirlo es sincero.
3) Más allá de esa perspectiva, está aquello de que a lo que le enfocamos la atención crece, y a lo que nos resistimos persiste, por lo que, quizás, decir que estamos bien sea dedicar nuestra atención al estado de bienestar, y ayudar al proceso de curación, mientras que si decimos lo mal que estamos, estamos enviando más atención a la enfermedad. En este sentido, elegir usar un "traje de salud" (me encantó esa expresión), quizás sea una buena manera para volver a manifestar salud, y usar un traje de enfermedad para mantenernos en esta. Y entonces, tal vez no tenga nada de lamentable usar ese traje.
4) En un sentido similar al del punto 3, ¿qué obtenemos de la conversación con los demás? Si decir que nos sentimos mal nos lleva a una escalada de una conversación donde se hable de más enfermedad, y el otro nos aporte ejemplos de otras personas que conoce que tuvieron lo mismo y cómo les fue, es como que estamos alimentando un círculo vicioso. Del otro modo, tal vez estemos cortando antes de que empiece algo que, francamente, poco nos aporta.
Bueno, no voy a extenderme más porque ya se ha hecho largo, querida Vilma, te agradezco tu interesante perspectiva y a ver qué te parecen estos puntos de vista. Enorme abrazo! Pablo
Me identifico con el planteamiento 3, pues es asi como he enfrentado éste paso que me toca dar en el camino, me coloco el traje de salud, pues con el decreto mi deseo de ella y niego la enfermedad. Cosa que aprendi al alanizar las respuestas que daba de manera graciosa anteriormente decia: ¨Bien pero no Importa¨ y pasaba a decirles en el estado que me encontraba, y un dia pensando en eso, comprendi que no me estaba ayudando mucho y asi asumi mi traje de salud: Bien, Bien, Bien. Me sienta bien o no ,lo digo pues grabo en mi mente, como quiero estar y no como no quiero. Mil gracias por tomarte el tiempo para analizar y darme una respuesta. Un abrazo!!!!
ResponderEliminarQue linda actitud Vilma, yo en cambio digo "Bien... sin entrar en detalles" de esa forma corto la posibilidad de que sigan preguntando, porque tambien descubrí que no tiene sentido hablar de algo negativo que nos sucede, igual con alguna que otra persona "libero, esa vestidura de sufrimiento" ya que es parte del proceso de lo que yo llamo "proceso de cambio". Quizas deba decir como vos "Bien, bien, bien" "Bella, Brillante, Bienaventurada"
ResponderEliminarGirl6, es la actitud que he decidido tomar, despues de analizar por donde me ha llevado la vida, a estar: Bien, Bien, Bien, y agradecer siempre lo bueno y lo malo, Gracias,Gracias, Gracias.
ResponderEliminarGracias Vilma, Girl6, por sus interesantes perspectivas. Sólo me permito agregar que, en todo caso, creo que no se trata de negar la enfermedad, sino de trascenderla. Cariños. Pablo
ResponderEliminarGracias Pablo, siento que no es negar la enfermedad como tal, sino que a mi expreiencia digo que conozco el enemigo y lo puedo enfrentar, pero no quiero nombrala pues es como darle aires a que regrese, digo: no está y no regresará la niego en ese sentido, gracias, gracias, gracias, nuevamente por dedicar tiempo para responder un gran abrazo!!!
ResponderEliminarCreo que entiendo el sentido de tus palabras Vilma, y estoy de acuerdo. Primero aceptar, y luego avanzar, sin seguir rondando y alimentando lo que ya se conoce y no se desea. Un enorme abrazo!! Pablo
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