sábado, 25 de junio de 2011

Un pequeño cuento hindú (3)


El árbol que materializa los pensamientos
Cuenta esta historia que hace mucho, mucho tiempo, un hombre llevaba muchas horas viajando a pie y estaba realmente extenuado bajo un sol implacable. Exhausto y sin poder dar un paso más, se echo a descansar bajo un frondoso árbol.
El suelo estaba duro y el hombre pensó lo agradable que sería poder contar en esos momentos con una confortable cama.
Aunque el caminante no lo sabía, era ese un árbol mágico que hacía que se volviesen realidad los pensamientos de quienes se ubicaban bajo su copa.
Así, a los pocos segundos de que el hombre se la imaginase, apareció ante sí una mullida cama. El viajero se tendió en ella y estaba disfrutando mucho mientras descansaba, cuando se imaginó lo placentero que resultaría que hubiese allí una joven que le propinase un gratificante masaje en los pies. Al punto apareció la joven y comenzó a masajear sus pies.
Bien descansado, el hombre sintió hambre y se figuró lo grato que sería poder disfrutar de una sabrosa comida. Ricos manjares aparecieron ante él y pudo gozar de una suculenta comida.
¡Qué a gusto se encontraba! Una buena cama, una encantadora mujer dándole un relajante masaje, exquisitos alimentos con los saciar el hambre... ¿Qué más podía pedir?
De pronto lo asaltó un pensamiento: "Mira si viniera un tigre y me comiese".
En ese momento, de la nada surgió un tigre y lo devoró.
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Un árbol como el del relato no exista o, si existe, no lo encontramos. Así, nuestros pensamientos aislados no se vuelven realidad de manera instantánea. Esto es así tanto si tenemos pensamientos agradables como desagradables. Las listas de buenos deseos que concebimos cada fin de año son buena prueba de ello: deseamos adelgazar, dejar de fumar, dejar de beber, cambiar de trabajo, tener una relación de pareja satisfactoria, etc., y más o menos para el 10 de enero del año siguiente ya nos resignamos a que todo seguirá igual.
Como dice un conocido refrán, una golondrina no hace verano, y un pensamiento aislado es como esa solitaria golondrina.
Sin embargo, al margen de esa clase de pensamientos, que tenemos por miles cada día, también tenemos otros miles que se van estructurando unos con otros, formando esquemas, marcos de pensamiento, de razonamiento, de emocionalidad, de ver las cosas, que se configuran a lo largo del tiempo y constituyen suertes de matrices desde las cuales actuamos en “automático” y, de esta manera, sí moldean instantáneamente nuestra realidad. Pues ante cada suceso que experimentamos, o bien podemos estar presentes de manera consciente en el momento en que él ocurre, y decidir nuestra acción o reacción dándonos cuenta de lo que estamos haciendo, o bien podemos estar inconscientes de ese “ahora” y reaccionar, no ante lo que la situación nos genera en ese ahora, sino desde las memorias del pasado que ese suceso nos remueve. Por ejemplo, si nos cruzamos con un conocido que no nos saluda, podemos ser conscientes de que puede no habernos visto, que puede estar distraído y no haber advertido nuestra presencia, o podemos ser inconscientes de esas posibilidades e interpretar la experiencia desde nuestra “matriz” de sentirnos insignificantes, inexistentes para los demás, y así tomar este nuevo hecho como un desplante que certifica nuestra “invisibilidad” y nos hiere.
Esas “matrices” se van formando en función de la reiteración y de la intensidad emocional de nuestras experiencias. De manera que, como señalábamos con ocasión del cuento de la semana pasada[1], en la conformación de esa matriz, de ese “molde”, adquiere una importancia fundamental el enfoque con que vivamos, la elección del punto en el cual decidamos asentar nuestra actitud, nuestra “disposición hacia” lo que vivimos día a día.
 Por fortuna, el concepto de “plasticidad cerebral” nos ayuda a abrirnos a la posibilidad de que esos moldes no son definitivos, sino que pueden ser cambiados. Para ello, es necesario dejar de transitar por las huellas ya surcadas, dar nuevos pasos que abran caminos diferentes, y persistir en ellos para que configuren una nueva matriz.
Para ello, y como ocurre con todo en nuestra existencia, se requiere el previo compromiso personal adoptado a partir de la decisión de hacernos conscientes y responsables de nuestra propia vida.
El cambio personal puede surgir como un pensamiento aislado, pero fructificará en la medida en que vaya uniéndose con otros que vayan en la misma dirección, hasta conformar una “masa crítica” de ellos que hagan que aparezca la decisión de cambiar. A partir de ese punto, cuanto más hagamos converger todas las manifestaciones de nuestra vida (lo que pensamos, lo que sentimos, lo que decimos y lo que hacemos) para sostener esa decisión, mayores probabilidades tendremos de dejar de soñar con imaginarios árboles que materialicen pensamientos, y convertirnos en la causa generadora de cuanto de nosotros dependa en nuestra realidad.

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10 comentarios:

  1. EXELENTE, COMO TODO LO QUE TU COMPARTES SIEMPRE. BUENA VIDA!!!!

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  2. hermoso cuento!!!me encanto!!gracias !!!

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  3. Vilma Angulo Lucena27 de junio de 2011, 22:38

    El cambio personal,el estar concientes de nuestra vida, de lo que sentimos, de lo que pensamos, de lo que hacemos, de lo que decimos, lo vamos a ir logrando en la medida que vayamos transitando por los caminos de la vida, recogiendo lo mejor que ésta nos da y éste camino en tu compañia es exelente un abrazo desde Venezuela!!!!

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  4. gracias por tus cuentos, muy buenos
    te invito a pasar por mi blog y seguirme http://ninalisy.blogspot.com/

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  5. Muchas gracias Carmen, Nina and Lisy, Anónimo/a, celebro que les gustase. Muchas gracias Vilma, por tus cariñosas y siempre bienvenidas palabras, coincido en tu apreciación, estar conscientes es una tarea de dedicación continua y completa. Un gran abrazo! Pablo

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  6. Me ha encantado tu blog y sobretodo esta entrada, muchas gracias! Felicidades por crear este blog (: Si tienes tiempo pasate por el mío a lo mejor te gusta. Adiós!

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  7. Gracias Jesús, me alegro que hayas disfrutado tu paso por aquí. Lo que no he podido encontrar ha sido tu blog, cuando cliqueo sobre tu nombre me dice que no puede verse el perfil, así que si quieres compartir tu dirección en un nuevo comentario, será un gusto para mí y seguramente para otras personas. Pablo

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  8. Pablo eres genial, cuantas veces me ha sucedido el ejemplo que colocaste en esta historia? y cuánto daño me ha generado? Me encantó el mensaje y es muy oportuno en mi
    vida. Recibe todas las bendiciones de mi parte y
    que sé que del Padre ya las tienes. Me gustaría poder conversar contigo si me lo permites.

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  9. Hola Anónimo, gracias por tu visita y por el comentario, me alegra que te haya gustado la historia que, como lo dice el título, es un cuento hindú, y no mío. Gracias por tus bendiciones, las retribuyo. Y cuando quieras comunicarte conmigo está muy bien, podés escribirme a enelcamino_@hotmail.com. A veces demoro, pero no dejo mensajes sin responder :D
    Pablo

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  10. Muy interesante el blog, lindos cuentos que se pueden usar como disparadores...
    Aquí te mando uno que está en esa línea (darse cuenta para poder aceptar y crecer)... Saludos,y gracias por compartir.
    GS.
    Había un viudo que vivía con sus dos hijas curiosas e inteligentes. Las niñas siempre hacían muchas preguntas. A algunas de ellas, él sabía responder, a otras no...

    Como pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó las niñas de vacaciones con un sabio que vivía en lo alto de una colina.

    El sabio siempre respondía a todas las preguntas sin ni siquiera dudar.

    Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que él no sabría responder.
    Entonces, una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para engañar al sabio.


    -¿Qué vas a hacer?-preguntó la hermana.


    -Voy a esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta-


    -Si él dijese que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la aplastaré.


    Y así, cualquiera que sea su respuesta, ¡será una respuesta equivocada!-


    Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando.


    - Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio, ¿está viva o muerta?-


    Muy calmadamente el sabio sonrió y respondió:


    -Depende de ti... Ella está en tus manos.

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