viernes, 28 de enero de 2011

Un pequeño cuento de Henri Nouwen


Ego y Espíritu

Dos bebés se encuentran en el útero, confinados en las paredes del seno materno, y mantienen una conversación. Para entendernos, a estos gemelos les llamaremos Ego y Espíritu.
Espíritu le dice a Ego:
-Sé que esto va a resultarte difícil de aceptar, pero yo creo de verdad en que hay vida después del nacimiento.


Ego responde:
 
-No seas ridículo. Mira a tu alrededor. Esto es lo único que hay. ¿Por qué siempre tienes que estar pensando en que hay algo más aparte de esta realidad? Acepta tu destino en la vida. Olvídate de todas esas tonterías de vida después del nacimiento.
Espíritu calla durante un rato, pero su voz interior no le permite permanecer en silencio durante más tiempo.
-Ego, no te enfades, pero tengo algo más que decir. También creo que hay una madre.
-¡Una madre! -exclama Ego con una carcajada-. ¿Cómo puedes ser tan absurdo? Nunca has visto una madre. ¿Por qué no puedes aceptar que esto es lo único que hay? La idea de una madre es descabellada. Aquí no hay nadie más que tú y yo. Ésta es tu realidad. Ahora cógete a ese cordón. Vete a tu rincón y deja de ser tan tonto. Créeme, no hay ninguna madre.
Espíritu deja, con renuencia, la conversación, pero la inquietud puede con él al cabo de poco.
-Ego -implora-, por favor, escucha, no rechaces mi idea. De alguna forma, pienso que esas constantes presiones que sentimos los dos, esos movimientos que a veces nos hacen sentir tan incómodos, esa continua recolocación y ese estrechamiento del entorno que parece producirse a medida que crecemos, nos prepara para un lugar de luz deslumbrante, y lo experimentaremos muy pronto.
-Ahora sé que estás completamente loco -replica Ego-. Lo único que has conocido es la oscuridad. Nunca has visto luz. ¿Cómo puedes llegar a tener semejante idea? Esos movimientos y presiones que sientes son tu realidad. Eres un ser individual e independiente. Éste es tu viaje. Oscuridad, presiones y una sensación de estrechamiento a tu alrededor constituyen la totalidad de la vida. Tendrás que luchar contra eso mientras vivas. Ahora, aférrate a tu cordón y, por favor, estate quieto.
Espíritu se relaja durante un rato, pero al fin no puede contenerse por más tiempo.
-Ego, tengo una sola cosa más que decir, y luego no volveré a molestarte.
-Adelante -responde Ego, impaciente-.
-Creo que todas estas presiones y toda esta incomodidad no sólo van a llevarlos a una nueva luz celestial, sino que cuando eso suceda vamos a encontrarnos con la madre cara a cara, y conocer un éxtasis que superará todo lo que hemos experimentado hasta ahora.
-Estás realmente loco. Ahora sí que estoy convencido.

  - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
¿Pasa un solo día sin que mantengamos este tipo de diálogo con nosotros mismos?
Torturantes diálogos internos entre nuestro corazón y nuestra razón, entre lo que se quiere y lo que se debe, entre lo que soñamos y los límites que percibimos como reales.
Son torturantes porque, casi siempre, ya sabemos quién gana.
Son torturantes porque, cuando gana quien ya sabemos que gana, nos sentimos mal.
Suena curioso que repitamos escenas que, de antemano, ya sabemos cómo terminarán, cómo nos sentiremos luego. ¿Nos complacemos en el dolor, en la insatisfacción, en la monotonía, en la impotencia? Suena curioso.
No tanto. Si logramos sacar una mirada compasiva hacia nosotros mismos, no resulta tan curioso. ¿Sabemos hacer algo distinto? ¿Creemos que podemos hacer algo diferente? Podemos, pero si no sabemos, si no creemos, de hecho no podemos.
Entrenados a funcionar en automático con hábitos que nos conducen a la tristeza, a la amargura, al rencor, cambiar el rumbo exige una alta dosis de elección consciente.
Es difícil salir del pozo cuando se está en el fondo de él. Pero también es difícil permanecer allí.
Hay gente que nos dice que hay otra posibilidad de vivir más allá de nuestro pozo. No les creamos. Te lo digo en serio. No les creamos. Si lo hacemos, quizás nos conformemos con seguir en el pozo mientras soñamos con lo que nos contaron, envidiando lo que ellos dicen que viven. En vez de creer en la experiencia de otro, que nos resulta tan lejana, tan ajena, comparada con la oscuridad húmeda que pasamos día a día aquí en el fondo, probemos de corrernos un poquito de lugar. Ya sé, donde estamos encontramos un hueco justo para nuestro cuerpo, hasta nuestros pesares entran aquí. Con todo, hagamos la prueba. Quizás, moviéndonos unos pocos centímetros hoy, veamos que, allá arriba, se ve un reflejo que parece ser la luz del sol. Aún lejana, ajena, pero comienza a ser más real para nuestra mirada. Existe. Y, tal vez, ese destello hasta ilumine alguna parte del pozo por donde podamos creer que, quizás, sin certezas pero admitiendo la posibilidad, se pueda ir subiendo. Tal vez, sólo tal vez, a medida que vayamos subiendo descubramos nuevos caminos que simplifiquen nuestro ascenso, aparezca algo que pueda ayudarnos, quizás una rama en la que apoyarnos, una soga, una mano. Tal vez, con cada paso, la claridad sea mayor y veamos que ni siquiera estamos solos. Tal vez, un día, hasta salgamos y nos maravillemos con un paisaje inimaginado. Ese del que otros nos hablaron e hicimos bien en no creerles. Porque nos negamos a quedarnos sólo en el sueño, y decidimos ponernos en marcha hacia esto que, en este día feliz, experimentamos como realidad.
Quizás, tiempo después, hasta nos cueste creer que alguna vez vivimos en un pozo. Ese día, será como en el cuento, pero al revés. Cuando nuestro ego, nuestros miedos, nuestras creencias limitantes, pretendan convencernos de las bondades de regresar al pozo, podremos elegir responderles:
-Estás realmente loco. Ahora sí que estoy convencido.

9 comentarios:

  1. Gracias por tus instructivos cuentos, me ha encantado, y hoy nos has regalado dos.
    Cuando empiezas a salir de ese pozo......... ¿Qué bien te sientesssss?.
    = )

    ResponderEliminar
  2. Gracias Marisa! Es que debía uno :-)))
    Sí que se siente bien, ¿verdad?

    ResponderEliminar
  3. Qué lindo cuento, y qué real...
    Desde ya soy tu seguidora.
    Besotes de buena semana,

    ResponderEliminar
  4. Gracias Pablo! Sigamos en el camino, seguro encontramos luz...
    Abrazo muy fuerte de luz, Mirta

    ResponderEliminar
  5. Gracias ross, gracias Luz. Agradezco sus visitas, sus comentarios. Me alegra que les haya gustado el cuento. Enorme abrazo! Pablo

    ResponderEliminar
  6. Pablo, excelente contenido en tu blog. Gracias por compartir.
    Felipe

    ResponderEliminar
  7. Gracias por tus palabras, Felipe! Muy amable.
    Pablo

    ResponderEliminar