sábado, 30 de abril de 2011

Un pequeño cuento con niños


Comparto dos versiones de un cuento, aparentemente distintos en la forma, sumamente similares en el fondo.

Un pequeño cuento de cocina


Papas, huevos o café
Una hija se quejaba con su padre acerca de la marcha de su vida, y cómo todas las cosas le resultaban muy difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí, llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. En unos minutos, el agua de las tres ollas comenzó a hervir. En una colocó papas, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Permaneció junto a las ollas sin decir ni una palabra.

martes, 26 de abril de 2011

Naturalizar


En la publicación anterior, hablábamos sobre los problemas que nos causamos cuando “personalizamos”, esto es, cuando interpretamos como una agresión enfocada hacia nuestra persona cierto suceso o conducta de otro ser humano.
Como solemos ir de un extremo al otro, y rehuimos los puntos de equilibrio, existe un fenómeno aparentemente opuesto que también puede generarnos inconvenientes.
Hablamos hoy de “naturalizar”.

lunes, 25 de abril de 2011

Personalizar


“Le dije que el resi­duo que quedaba en mi estado de conciencia normal, era el recuerdo de que un puma, ya que lógicamente no podía aceptar la idea de que fuera un jaguar, nos había perseguido por una montaña. Agregué que siempre recor­dé que él me había preguntado cuando estábamos a salvo en la cima, si me sentía ofendido por el ataque del felino. Yo le había asegurado que era absurdo que me sintiera ofendido, y él me había contestado que debía hacer lo mismo con la gente. Si me atacaban debía protegerme o quitarme de en medio, pero sin sentirme moralmente ofendido o perjudicado”.
(Carlos Castaneda, “El conocimiento silencioso”)


En la cita del encabezado, el protagonista conversa con su maestro, Don Juan, y refiriéndose a la persecución que sufriera por un jaguar, recuerda una conversación previa en la cual sostuvo que era absurdo sentirse ofendido por ese hecho, y cómo su maestro le respondió que lo mismo debía hacer respecto a la gente.

viernes, 15 de abril de 2011

Un pequeño cuento de Alejandro Dolina


El arte de la impostura (En “Crónicas del Ángel Gris”)
El hombre de nuestros días vive tratando de causar buena impresión. Su principal desvelo es la aprobación ajena. Para lograrla existen diferentes métodos y estrategias.
Algunos ejercen la inteligencia, otros se deciden por la tenacidad o la belleza, otros cultivan la santidad o el coraje.
Sin embargo, por ser todas estas virtudes muy difíciles de cumplir, ciertos pícaros se limitan a fingirlas.

jueves, 14 de abril de 2011

Resolver problemas o generar paisajes distintos


Cuando experimentamos una situación como un problema, buscamos soluciones rápidas, urgentes, mágicas, para resolverla. Da igual que se trate de una relación insatisfactoria con otra persona, escasez de dinero, una enfermedad, etc.
Por supuesto, buscamos esas soluciones cuando los problemas ya están generados y, aún más, cuando el agua nos llega al cuello. De allí nuestra urgencia.

sábado, 9 de abril de 2011

Un pequeño cuento de Abelardo Castillo


Conejo
Y cualquiera que escandalizare a uno de estos
pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le
colgase al cuello una piedra de molino de asno, y
se le anegase en el profundo de la mar.
MATEO, XVIII: 6
No va a venir. Son mentiras lo de la enfermedad y que va a tardar unos meses; eso me lo dijo tía, pero yo sé que no va a venir. A vos te lo puedo decir porque vos entendés las cosas. Siempre entendiste las cosas. Al principio me parecía que eras como un tren o como los patines, un juguete, digo, y a lo mejor ni siquiera tan bueno como los patines, que un conejo de trapo al final es parecido a las muñecas, que son para las chicas. Pero vos no. Vos sos el mejor conejo del mundo, y mucho mejor que los patines. Y las muñecas tienen esos cachetes colorados, redondos. Caras de bobas, eso es lo que tienen.

miércoles, 6 de abril de 2011

Nuestra esperanza, nuestra promesa


“No me abandones cuando mas me necesitas.
Esta es la hora de tu mayor prueba.
Este es el momento de tu mayor oportunidad”
(Neale Donald Walsch)

Cuando emprendemos un nuevo rumbo, hay momentos en los que no sabemos en qué dirección seguir. Miremos hacia donde miremos, no vemos más que puertas cerradas. La calidad de nuestra mirada se vuelve oscura, y así es como parece lucir todo lo que miramos. El cansancio, la desazón, una profunda sensación de vacío, nos invaden. Es en estos momentos en que se vuelve muy fuerte la tentación de renunciar a lo que sea que estamos intentando hacer de modo diferente. Sentimos que, si nada funciona, quizás sea mejor regresar a lo ya conocido donde, al menos, nos sentíamos cómodos. Insatisfechos, pero habituados. E incluso esa insatisfacción no dolía tanto como nos pesa la que sentimos ahora.

sábado, 2 de abril de 2011

Un pequeño cuento de Marco Denevi


Catequésis
-El hombre -enseñó el Maestro- es un ser débil.
-Ser débil -propagó el apóstol- es ser un cómplice.
-Ser cómplice -sentenció el Gran Inquisidor- es ser un criminal.
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Otro pequeño cuento de Julio Cortázar


Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.