miércoles, 26 de enero de 2011

Algunas sugerencias para vivir en el presente

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Como decíamos en el artículo inmediatamente anterior[1], el único tiempo del que disponemos es el presente. No podemos no estar en él. Sin embargo, a menudo lo que hacemos es desconectarnos de nuestro ahora, y “fugarnos” hacia el pasado, hacia el futuro. Obviamente, se trata de una ilusión, pero como resultado de ella dejamos de experimentar plenamente el momento en el que estamos.

Hoy quiero compartir algunas sugerencias que quizás puedan ser de utilidad para centrarnos en el ahora.


a) Enfocar nuestra atención al 100% en lo que estamos pensando, sintiendo, diciendo y haciendo, “ahora”, en este momento. Cuando comiences a intentarlo deliberadamente, verás que esto que parece tan obvio, en realidad no lo es. Y, sobre todo cuando comiences a practicarlo, que puede resultar “agotador”. Si te pasa eso, no renuncies. Es cuestión de persistencia, de práctica hasta que se vuelva un hábito. Cuando te enfoques en el presente, verás que casi todo el tiempo nos instalamos en el pasado o el futuro. Aunque el presente es lo único que realmente tenemos, es donde menos tiempo pasamos de manera consciente.

b) Revivir el pasado, pero sólo con la elección de que ello sea para crecer en el presente. Esto implica:
     1.- No culpar. Ni a otros ni a nosotros. Nosotros, y los demás, actuamos de acuerdo al nivel de conciencia que poseíamos en ese momento. Incluso los daños que se cometen intencionadamente son, en la mayoría de los casos (no en todos), elecciones equivocadas formuladas desde lo mejor que se supo hacer en ese nivel de conciencia, más que cuestiones de culpabilidad.
     2.- Asumir la responsabilidad. Implica hacerse cargo de la propia conducta, de uno mismo. Correrse del lugar de víctima o de irresponsable (“yo no sabía …”). Admitir las elecciones y decisiones que se hicieron. Reconocerse creador. Con lo cual abandonamos la impotencia, para reasumir poder, pues si pudimos lo que no fue lo mejor para nuestro propio ser, también podemos lo que sí lo sea.
     3.- Reparar lo que sea reparable. Si hemos cometido algún daño, enmendarlo en la medida en que aún sea posible. Aunque el hecho original sea inmodificable, si sus consecuencias aún viven y son modificables, decidir respecto a ellas es parte de nuestro “ahora”.
      4.- Enfocarnos en las sensaciones que, revividas, aumenten nuestra plenitud actual. Es decir, elegir “resentir” experiencias felices, satisfactorias. (No nos ocupamos hoy del resentir experiencias dolorosas para trascenderlas).
      5.- Aprender de las experiencias insatisfactorias. Extraer de ellas elementos que, hoy, nos permitan conducirnos de modo diferente a como lo hicimos.
      6.- Liberar esas experiencias insatisfactorias. Una vez que rescatamos lo que podemos aprender de ellas, “soltarlas”, dejarlas ir, no retenerlas para regodearnos en el dolor por el dolor mismo.
      7.- Aceptar. Es llegar al punto en que vemos que lo que sucedió fue del modo en que fue, y no de otro distinto. Aquí enterramos todos los potenciales respecto al pasado: si yo hubiera hecho, si no hubiera dicho, podría haber sido …
      8.- Perdonar. Es, en gran medida, la síntesis de todo lo anterior. Cuando renunciamos a la culpa, aceptamos responsabilidad, corregimos lo incorregible, nos enfocamos en lo positivo, aprendemos, soltamos y aceptamos, lo que emerge de todo eso es el perdón. Para nosotros, para los otros. El perdón es elegir la mirada amorosa, compasiva, comprensiva. Experimentamos empatía, desde nosotros mismos, con nuestro pasado.

c) Proyectar el futuro, con la decisión de crecer en dirección a él. Esto conlleva:
    1.- Aceptar que, en cierta medida, está fuera de nuestro alcance, por lo que, en esa misma medida, lo más saludable es despreocuparnos de él. Esa exacta medida es la que viene determinada por nuestra ignorancia respecto al momento exacto de nuestra muerte. Podemos sí hacer todo lo que esté a nuestro alcance: adoptar hábitos de vida saludables, alimentarnos conscientemente, realizar ejercicio físico, abandonar adicciones, etc. Más allá de eso, no tenemos más opción sensata que aceptar el misterio y, en todo caso, apalancarnos en esa incertidumbre para poner nuestro énfasis en lo que sí sabemos con certeza: que nuestro tiempo es el ahora.
    2.- Imaginarlo de un modo que fomente nuestro crecimiento actual. Imaginarnos viviendo una vida colmada de sentido, en la que nuestro ser se exprese en toda su plenitud. Cuanto más logremos enfocarnos en el sentido de nuestra vida, o al menos en nuestros propósitos, más lograremos despreocuparnos de los detalles, y estaremos abiertos a experimentar caminos quizás más amplios que los que podamos concebir minuciosamente.
    3.- Decidir moldearlo conscientemente. Esto conduce a que nuestras elecciones presentes estén guiadas por la brújula de lo que queremos realizar, manifestar, con nuestro propio ser. Es una brújula que incide decisivamente en nuestro hoy. Pues cuando escogemos manifestar nuestro ser, el norte está en comenzar a ser ahora, para seguir siendo en el futuro. Es comenzar a estar en paz, alegría, felicidad, amor, para continuar experimentando esos estados.
    4.- Vencer los miedos. Experimentamos miedo ante situaciones reales o imaginarias que estimamos como superiores a los recursos con que contamos para superarlas.
          La actitud más sensata y realista consiste, ante todo, en incrementar nuestros recursos. Si, por ejemplo, tenemos que dar un examen, se tratará de estudiar. Si tenemos que realizar una tarea, capacitarnos en las destrezas que ella requiere.
          Luego, aumentar nuestra confianza, nuestra fe en que disponemos de esos recursos y somos capaces de usarlos adecuadamente. Con los ejemplos dados, confiar en que estudiamos lo suficiente para el examen y que seremos capaces de manifestar esos conocimientos, que no tenemos por qué bloquearnos, que tenemos la capacidad de expresión adecuada, etc. O que con los saberes y herramientas que tenemos, podemos llevar a cabo la tarea de que se trate. Es importante que dispongamos de recursos antes de creer en ellos, porque si no estudio y confío en que voy a superar el examen, se trata más de una ilusión irreal que de confianza, y eso es tanto o más nocivo que el miedo, pues ciertos miedos pueden ser señal de prudencia, mientras las ilusiones sin respaldo suelen indicar irresponsabilidad, voluntarismo puro, autoengaño.
          En tercer lugar, una vez logrados los recursos y la fe en ella, se trata de disipar los miedos. Si estos son reales, por ejemplo la dificultad del examen o de la tarea a realizar, apoyándonos en el conocimiento de que los medios de que disponemos exceden el desafío que enfrentaremos. Si son imaginarios, siendo realistas: que contamos con recursos, que tenemos confianza en que podemos usarlos satisfactoriamente, y que esa situación que nos representamos puede o no presentarse. Si lo hace, contamos con qué enfrentarlos en su momento. Si no lo hace, ya hemos sido previsores preparándonos, pero sin cargarnos de preocupaciones en vano.
          En cuarto lugar, dirigiendo el enfoque de nuestra atención al momento presente, centrando lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos en lo que elegimos crear. Con lo cual retornamos al punto donde iniciamos esta nota, y cerramos así un "círculo virtuoso”, de crecimiento personal.

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2 comentarios:

  1. leí toda la entrada y me encantó. Vivir el presente a veces es difícil, pero supongo que también depende un poco de nosotros cómo vivirlo, en el fondo, las decisiones, los problemas, las alegrías, todo influye, no se puede pretender tener una vida perfecta, pero en el fondo, si de un momento a otro nos enteraramos que nos quedan solo unas pocas horas para morir, nos daríamos cuenta de todo lo hermoso que hubo y que nunca valoramos.

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  2. Hola Daniela! Muchas gracias portu visita y por dejar tu bonito comentario. Creo que más que "un poco", depende muchísimo de cómo vivimos el presente. Como mínimo, por la actitud con que vivimos, cada suceso es pasible de ser interpretado en múltiples sentidos, y somos nosotros quienes optamos por la interpretación que le damos. Más allá de eso, creo que según lo que ponemos de nosotros en el mundo exterior, así también es como nos va. Por supuesto que también hay dimensiones que se nos escapan, por completo como lo son los "misterios" (cosas para las que no tenemos explicación, más allá de pseudo-racionalizaciones que se intenten, como un niño con una enfermedad terminal, etc.), y en buena parte como son las creaciones colectivas (los gobiernos, el hambre, etc.), en los cuales podremos ir influyendo desde nuestro cambio y accionar individual, poco a poco. Comparto lo que decís en cuanto a lo hermoso que hay y que no valoramos, es así, en gran parte una cuestión de en qué decidimos poner el foco de nuestra atención. Nuevamente gracias, Daniela! Pablo

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