miércoles, 19 de enero de 2011

Lo complicado, lo complejo, lo simple

(*)


Nos habituamos a complicarnos la vida. Complicarnos la vida es generarnos trabas que nos impidan vivirla en plenitud. Buscamos problemas, los creamos donde no los hay, nos quejamos, acusamos, criticamos, juzgamos, sostenemos pensamientos limitantes, experimentamos emociones tóxicas, pronunciamos palabras terminantes, definitivas, no hacemos nada para movernos del lugar en el que estamos. Todo “es” muy complicado.

Lo paradójico es que, para complicarnos la vida, solemos recurrir a grandes simplificaciones. Explicamos nuestras vidas desde una posición de víctimas a las que “nos suceden” cosas. Somos hojas al viento, marionetas del destino, juguetes del azar. Repartimos culpas. A nosotros, a los otros, a Dios, a la genética, a los gobernantes. Algo, alguien, justifica por qué somos como somos, por qué nos pasa lo que nos pasa. “Juancito es un desgraciado”, “Olga me tiene una envidia bárbara”, “Pedro es un egoísta”, “Marcela me engañó”, “los dirigentes roban” y así podríamos seguir al infinito.

Esto es coherente y correspondiente con el paradigma mecanicista que durante siglos dominó el conocimiento, pretendiendo explicar la realidad en función de un solo aspecto de ella. Hay “una” causa que produce un efecto. Acción y reacción. Pensemos, por dar un ejemplo, en la Medicina desde este enfoque: excluye al espíritu de su consideración, y al cuerpo lo fragmenta en innumerables parcelas (el híper-especialista de ojos no tiene la menor idea acerca de los pulmones o del hígado, para expresarlo gráficamente). Como se particulariza tanto, se pierde de vista el contexto en que se desenvuelve la particularidad (el ojo en el marco del cuerpo todo). Se simplifica, y como resultado de ello, se complica, pues al no prestar atención al contexto, se están ignorando también componentes tanto del “problema” como de las “soluciones”.

Desde hace algunas décadas, este paradigma se halla fuertemente cuestionado, y hoy, aunque no lleguen a ser aún de difusión masiva y generalizada, existen alternativas de peso como la Teoría General de los Sistemas de Ludwig VON BERTALANFFY, el Paradigma de la Complejidad de Edgar MORIN, la Teoría del Caos (cada vez que alguien habla del “efecto mariposa”, lo sepa o no, está moviéndose dentro de este ámbito), la Geometría Fractal, las Teorías de la Autopoiesis, de las Catástrofes, de la Autoorganización, etc. No es el caso ni el momento de entrar en detalle en estos puntos, pero basta retener la idea de que existen otros paradigmas que ya no merecen ser despectivamente llamados “alternativos”, pues cada vez cuentan con mayor resonancia.

Digamos sí, como más que breve resumen y para dejar claras ciertas ideas, que el paradigma de la Complejidad aspira a abordar el entramado de las diversas dimensiones sobre las que se organiza la realidad como un “todo”. A tal fin, el conocimiento científico, más que por la “interdisciplinariedad”, está guiado por la “transdisciplinariedad”, esto es, como describe el epistemólogo y físico Basarab NICOLESCU, aquello que se ubica “entre”, “a través” y “más allá” de las disciplinas particulares. La unidad del conocimiento no radica en la simplificación de la realidad, sino en la integración de la pluralidad de la realidad.

Lo más extraordinario es que cuando se vislumbra la complejidad, todo se vuelve más sencillo, podemos elegir relajarnos y desconectar nuestro GPS interno “buscador de complicaciones”. Cuando se roza la maravilla de que el todo está en cada parte, y cada parte en el todo, podemos ser conscientes de nuestra pequeñez y de nuestra grandiosidad. Es hacerse consciente de que aún cuando no logremos ver el “todo” a simple vista y de una sola mirada, cuando enfocamos nuestros ojos en una cualquiera de las partes, el todo está presente allí. Es hacerse conscientes de que en nuestra existencia hay una dimensión de misterio a la que no podemos acceder, una dimensión colectiva que creamos conjuntamente, y una dimensión individual en la que somos responsables directos. Es en esa perspectiva que puede transitarse la experiencia del “fluir” a la que se refiere Mihaly CSIKSZENTMIHALY, cuando uno está absorbido por una actividad de tal modo que pierde noción del tiempo y se halla inmerso en una sensación de disfrute y satisfacción.

Cuando uno se atreve a abandonar las simplificaciones que complican, para lanzarse a lo complejo, elige expresar la plenitud de su propio ser. Y el propio ser encuentra su mejor modo de realización en la sencillez. Lo simple, lo sencillo que se experimenta cuando uno transita el camino de la complejidad, es de una calidad absolutamente diferente a la simplicidad que se tiene originalmente, a la simplicidad que no aporta paz sino que nos hunde en el drama, en los conflictos. Es como si uno fuese escalando una montaña. El camino cuesta arriba es la representación de las complicaciones con que nos cargamos cotidianamente. Cuando accedemos a la perspectiva compleja, damos el salto a la cima de nuestra montaña personal. Y, desde ese mirador privilegiado, se nos abre la conmovedora contemplación de paisajes que ni siquiera habíamos imaginado cuando aún estábamos en la ladera. Uno puede entregarse, simplemente, a experimentar esa belleza, esa completitud.

No nos compliquemos simplificando. Seamos complejos para simplificar.

Seamos simples para ser.


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(*) Espiral de Durero

6 comentarios:

  1. Gracias! Pablo... se, que uno escribe para uno,para desahogar su propia alma... intento por estos días entender como ¨fluir¨ en mi propio espacio e intento comprender la verdad del concepto de totalidad... y ahora mismo veo una incoherencia al escribir ¨mi propio espacio¨ eso seria como si cada uno fuera una cuña que sostiene al todo. cada cual en un punto... separados. Eso me lleva a ¨buscar¨ ¨mi¨misión, ¨mi¨ parte en el todo. De tu post, me llevo la sensación de que no hay tal ¨mi¨parte, hay que comprender el todo en cada parte... veo que me complico, jaja- Existe el paradigma de que caminar hacia arriba es muy pesado, subir la montaña requiere esfuerzo que se premia al alcanzar la cuspide... desde niño, experimento gran alegría de escalar y llegar a la cuspide para ver la siguiente montaña.

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  2. Acabo de leer esto, y me he acordado de ti.

    Vacíate y estarás lleno.
    Utiliza la Luz para mirar dentro de ti.
    Un viaje de mil millas empieza con un paso.
    Lao Tsé

    gracias, como siempre muy acertado, = )

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  3. Hola Javier, gracias por tu compañía y la profundidad de tus palabras. No sé si uno escribe para desahogar su alma, si bien es un buen recurso en ese sentido. Pero cuando se escribe sabiendo que eso va a ser leído por otros, hay algo más. Tal vez el deseo de establecer un nexo o, quizás, como dijo en algún momento García Márquez, "escribo para que me quieran". Quizás no haya que detenerse demasiado en las razones, sino simplemente hacerlo cuando se siente que es lo que hay que hacer.
    No creo que sea incoherente hablar de "espacios propios" y, a la vez, de "todo". Me gusta mucho la metáfora que habla de una única fuente de luz, pero nuestras vidas son los faros que la esparcen, y como tales, podemos tener cristales de diferentes colores. Todos tenemos un aspecto común y un aspecto absolutamente distinto, que es lo que cada uno hace con esa materia prima compartida. Somos gotas de un océano, como tales somos tanto gotas como océano; somos hebras de una red y por tanto somos hilos y la propia red. Por eso, también, no hay contradicción sino integración entre "parte" y "todo". Hay quienes sostienen que hoy vivimos, por ejemplo, una tercera etapa en materia de modelos, y se refieren a una primera que centró su atención en lo particular, una segunda que sería la holística de centrarse en el todo, y ahora estaríamos en la "hologramática", que atiende al todo y a lo particular, precisamente porque todo el holograma está contenido en cada parte.
    Qué bueno que tengas ese espíritu de escalar con alegría y estar dispuesto para la siguiente montaña. Espero que también disfrutes el tiempo de estar en la cima.
    Un gran abrazo y gracias una vez más. Pablo.

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  4. Gracias, un gran abrazo para ti Pablo. No habia leido tu comentario. Bueno, intento como planteas en el post de hoy (24/01)que aun no leo completo, vivir ese presente... mirarlo como una custide donde podes mirar hacia abajo y hacia arriba, no importa el punto de escalada en que te encuentres, hoy es nuevo, el presente, podría ser el ultimo o el empiezo del mañana.

    En veces, me ocupo mucho de buscar pero ultimamente, me siento satisfecho en cada día, he logrado desapegarme de necesidades materiales, siendo que disfruto las que poseo y recibo con gratitud las que llegan. Este espacio me abrio la puerta a personas como vos, con quien dialogar, actualmente y no lo habia notado en el espacio donde me muevo, no es bien recibido ello... pero siento tranquilidad porque puedo encontrar la soledad necesaria, sin el juicio permanente.

    Un gran abrazo y gracias por permitirme entrar en tu espacio. javier

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  5. Gracias por tu siempre presente compañía, Javier! Creo que no tenemos opción a vivir como no sea en el presente. Podemos escaparnos al pasado o al futuro, pero cuando lo hacemos, estamos dejando de vivir para apenas "durar", ausentes de nuestro hoy. Comparto tu idea de que desde el presente podemos mirar hacia abajo y hacia arriba, me parece una visión acertada esa de que es el lugar donde realmente estamos y desde allí podemos mirar en otras direcciones, sin dejar de estar allí.
    Sí, es muy probable que cuando uno cambia, cambian también sus relaciones; o se relaciona de distinta manera con las relaciones que ya tiene o, si ya no nos reflejan, pasamos a otras. Pero siempre es bueno estar en relación con otros, nacemos en un contexto de coexistencia, si esa no fuese la idea apareceríamos en islas desiertas. Espero que, también en tu lugar físico, puedas experimentar el placer de la compañía.
    Por cierto, ya me anoté para seguirte antes de que hayas estrenado tu blog, jajaja. Éxitos con él, Javier!
    Abrazo enorme.
    Pablo

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