domingo, 18 de septiembre de 2011

Discusiones




La única persona que escucha a ambas partes
en una discusión es el vecino de al lado”
Ruth Brown


Cuando discutimos, por lo común no nos escuchamos ni a nosotros mismos. Nos limitamos a dejarnos arrastrar por la ofuscación de nuestra respuesta automática, de nuestros hábitos repetidos, de nuestros mecanismos inconscientes que, interpretando a cierta situación como “peligrosa”, nos dicen que la forma de superar el peligro es “teniendo razón”.
Curiosamente, para “tener razón”, una de las cosas que menos usamos es nuestra capacidad de razonar.

¿Cuál es el “para qué”?
Discutir, en general, carece del menor sentido práctico. Si nos lo planteamos como un modo de obtener de alguien un cierto comportamiento, el más puro pragmatismo nos indica que no será discutiendo como aumentaremos nuestras chances de lograrlo.
Quizás esto sea una buena pista para volvernos conscientes de que, cuando discutimos, no lo hacemos para conseguir algo de ése con quien discutimos, sino tan sólo para afirmar nuestra posición.
Afirmar nuestra posición, “tener razón”, viene a ser algo así como decir “éste soy yo y no pasarás sobre mí”. Pero en toda discusión, que requiere de por lo menos dos, el otro está parado en una posición similar, por lo que no es sensato sostener que esa reafirmación está dirigida al otro, sino más bien a nosotros mismos.
Es obvio que una discusión no es un diálogo, ni siquiera un debate, en los cuales sí son posibles intercambios productivos. Una discusión es un “des-encuentro” de monólogos y de sorderas.

Yendo más allá de las apariencias
Si necesitamos decir de éste modo quiénes somos, incluso gritarlo, es porque el sentimiento básico desde el cual nos involucramos en una discusión es la inseguridad, la inestabilidad… el miedo.
Es el miedo que comienza a hablar dentro nuestro, pero como no nos escuchamos, nos quedamos con las emociones que sobrevienen: el fastidio, la irritación, la sensación de que no nos comprenden, el enojo, la ira…
Si sentimos la necesidad de expresar de este modo quiénes somos, es porque estamos inseguros acerca de quiénes somos. Si reposásemos en nuestro ser, si supiésemos quiénes somos, no nos sentiríamos jaqueados, amenazados, ante la menor contrariedad externa. Es el ego quien es extremadamente susceptible, no nuestro ser. Si supiésemos quiénes somos, y nos ejercitásemos en manifestarlo, podríamos persistir en la amabilidad.

Podríamos detenernos a observar las discusiones que solemos mantener. Más allá de su diversa apariencia, ¿no hay algunos temas en común que subyacen a todas ellas? Quizás sea el sentirnos víctimas, quizás que no nos tienen en cuenta, quizás que los demás son egoístas, etc. Cuando logramos hallar ese tema común, ese hilo conductor, damos un gran paso en dirección a nosotros mismos, porque ese tema no nos habla tanto de lo que los demás “nos hacen”, sino de cuál es el temor interior que nos mueve a reaccionar de esa manera estereotipada e insatisfactoria.

Desenmascarando hábitos nocivos
Repasemos nuestras últimas discusiones. ¿Qué las motivó? ¿Con quiénes las tuvimos? ¿Podríamos resumir lo esencial de nuestro punto de vista en ellas? ¿Y los puntos de vista de los otros involucrados? ¿Cómo terminaron las discusiones? ¿Qué obtuvimos de ellas? Si luego de la discusión nos distanciamos de la otra persona, ¿cómo volvimos a acercarnos?
Es muy probable que hoy, que estamos en calma, advirtamos que los motivos de nuestras discusiones fueron nimiedades. Que muchas de ellas las entablamos con personas de las que hoy ni siquiera recordamos sus rostros (un conflicto en el tránsito, un/a empleado/a desganado/a, alguien que se nos adelantó en una fila, etc.) o, por el contrario, con alguien que convive con nosotros. Que nuestro punto de vista se reduzca a que era una situación en la que “teníamos razón”, y de la perspectiva del otro a lo sumo recordaremos su empecinamiento en llevarnos la contra, cuando estaba totalmente equivocado/a. Que la discusión habrá terminado en nada, más allá de una sensación de enojo como saldo, con lo cual sólo obtuvimos pasar un mal momento. Y si fue con alguien de trato frecuente, seguramente habrá quedado una cierta distancia, una cierta incomodidad, de la cual, si regresamos, habrá sido por medio de una actitud amable y no a través de una nueva discusión.
Cuando discutir se vuelve un hábito, no estamos convirtiéndonos en justicieros que luchamos contra un mundo injusto que no nos comprende. Nos volvemos, más bien, una parodia de nosotros mismos, en seres incapaces de escucharnos y de escuchar a los demás, que vamos por la vida dinamitando cualquier puente que pueda unirnos con algo que no sea nuestro propio ego distorsionado.
Con seguridad casi todos conocemos alguno de esos casos en que una persona sostiene un encono con alguien a lo largo de décadas. Al punto en que quizás ya no recuerde por qué se desató el enojo, pero “sabe” que tiene que mantenerlo. En realidad no lo “sabe”, apenas lo “cree”, y en consecuencia actúa según el mandato de que “tiene” que perpetuarlo.
Sin llegar a ese extremo, sin necesidad de persistir en distanciamientos que duren lo que nuestras vidas, cuando nos habituamos a multiplicar nuestras discusiones estamos obrando desde la misma “inconsciencia”, desde el mismo no darnos cuenta que, ante cualquier situación, ante cualquier persona, tenemos la posibilidad de elegir distinto.

Al fin! De eso se trata
En esa última oración parece haber una pista importante para no vivir enredados en discusiones estériles.
No se trata de luchar contra nuestra tendencia a discutir, de resistir esos impulsos que, desmadrados, en cuestión de segundos pueden colocarnos, una vez más, en el centro de un terremoto emocional, azorados y diciendo: “¡Caramba!, ocurrió de nuevo…”
Se trata, más bien, de centrar nuestra atención en lo que sí elegimos. Recordemos que, donde enfocamos nuestra atención, concentramos nuestra experiencia vital. De ese modo, no es necesario luchar contra nada, sino que al comprometer nuestra vida en lo que sí decidimos manifestar como expresión de nuestro ser,  simplemente pasaremos por alto muchas de las oportunidades que, antes de decidir distinto, escogíamos como detonantes para enzarzarnos en una disputa.
Y sí, es muy probable que a lo largo del proceso volvamos a involucrarnos en discusiones sin sentido, a “explotar” por tonterías, a generar un intimidante paisaje de truenos y relámpagos a nuestro alrededor… Los viejos hábitos limitantes no se cambian, por lo común, de un instante al siguiente. En la medida en que no renunciemos a nuestra nueva decisión consciente, y persistamos en el camino, esos estallidos se producirán de manera más espaciada en el tiempo, y serán de menor intensidad.
Cuando uno de esos “tropiezos” ocurra, casi con seguridad volveremos a decirnos: “¡Caramba!, ocurrió de nuevo…”
Sin embargo, podremos levantarnos para seguir avanzando y, cada vez, partiendo de un lugar situado un paso más adelante que en la ocasión anterior.


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3 comentarios:

  1. Es un articulo muy interesante que se debe de leer y aprender uno de memoria para poder manejar mas acertadamente nuestras discuciones y de esa manera poder resolverlas sin herirnos y sin herir a la otra persona! son tacticas que debemos poner en practica!

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  2. Hola y gracias por tu comentario! Lamento no saber tu nombre. Es muy interesante lo que señalas en cuanto a poder manejar de otro modo las situaciones en las que a menudo desembocamos en discusiones. Creo que a medida que uno se va haciendo consciente y lo pone en práctica, le va resultando más efectivo que si se lo aprendiese de memoria, porque con este método quizás no salimos de lo automático, mientras que de la otra forma vamos grabando experiencias diferentes y podemos elegir distinto. Gracias!

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  3. Cuanto tiempo valioso se pierde en disciciones inúliles que no llevan a ninguna parte,en mi experiencia trato de colocarme en la posición del otro y ver la situación desde esa perspectiva pero cuando la discución se enfrasca lo que hago es alejarme y esperar a que se calmen los ánimos y se pueda hablar en vez de desear tener siempre la razón. Que dificil pero me siento mejor así!!!

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