miércoles, 2 de febrero de 2011

¿Lo puedo todo? ¿No puedo Nada?



“El azar reparte las cartas, pero uno las juega”
Arthur Schopenhauer


¿Lo podemos todo en la vida? ¿Podemos manifestar cualquier cosa que se nos ocurra?

¿No podemos nada? ¿Apenas nos cabe reaccionar como mejor nos salga a lo que se nos venga encima, y ver qué resulta?

Son preguntas que, ante todo, exigen una elevada dosis de responsabilidad en la tarea de elaborar posibles respuestas. Luego, una igualmente alta cuota de humildad, para reconocer que las respuestas que se dan son “posibles”. Responsabilidad y humildad porque, cuando alguien intenta esbozar de modo público esas respuestas, debe sopesar que, ante ellas, se hallan personas reales con sus anhelos y sus angustias. Si aliento a alguien a que haga lo que quiera porque puede hacerlo, o que se amolde a todo porque no puede otra cosa, no tengo que hacerme cargo de lo que el otro decida o no creer, pero sí de los dogmas que formulo.

Como no sintonizo con los dogmas, y creo que hacerse cargo es la primera y decisiva nota de una vida consciente, a la que aspiro, lo primero que asumo es mi propia ignorancia.

En ese sentido, creo que nuestra vida cuenta con tres aspectos o dimensiones.

El primero de ellos es el del “misterio”. Es la zona ante cuyas puertas se detiene nuestro conocimiento. No podemos penetrar en él por más empeño (o cualquier otra cualidad) que pongamos. No saber nos llena de angustia existencial, cósmica si se quiere, pero no hay solución satisfactoria. Es el campo de los interrogantes del estilo “¿de dónde viene o hacia dónde va la humanidad?, ¿vivimos una o más vidas?”, etc. Es el campo en el que se mueven las religiones (en su sentido original y auténtico de re-ligar al hombre con el universo), ciertos desarrollos espirituales, y las pseudo-racionalizaciones. Las pseudo-racionalizaciones consisten en aplicar, a interrogantes macrocósmicos, los parámetros de nuestro pensamiento microcósmico, que son extrapolados alegremente. Es dar, sin mayor fundamento, una explicación a las preguntas en función de cómo a mí me gustaría que fuesen las respuestas. Lo barnizo un poco, le pongo un moño para que luzca más atractivo, y me lanzo a predicar.
En este plano, desconocemos con certeza cómo opera la creación. Sólo disponemos de teorías, de hipótesis.

El segundo aspecto es el de lo “colectivo”. Somos seres que vivimos junto con muchos otros. Nos agrupamos en función de diversos motivos: proximidad geográfica, lazos de parentesco, intereses en común, tareas compartidas, etc. Aquí hallamos comunidades tan diversas como la que va desde reunirnos en torno a un hobby hasta sentirnos parte de la común especie humana (o aún trascenderla y sentirnos conectados con todos los seres vivos o, en un sentido aún más amplio, como integrantes del universo).
Aparece aquí la característica de la “voluntariedad”: aunque condicionada por múltiples factores, podemos ejercer nuestra libre voluntad para sentirnos o no miembros de cierto grupo. Lo que no es un detalle menor, porque nos incorporamos a colectividades con las que sintonizamos.
En este plano, creamos conjuntamente, esto es, co-creamos con otros. Elegimos la “identidad”, los modos de ser, del grupo de que se trate. Como es co-creación, no podemos modificarla de manera directa desde el nivel individual (cuando un sujeto puede cambiar por sí las reglas a las que se ajusta el grupo, no hay co-creación, sino creación en solitario y posterior adhesión de otros individuos; pensemos en el caso de una empresa monopólica en un cierto sector económico, por ejemplo). Pero si yo, como individuo, cambio, y otros individuos lo hacen, en la medida en que esos cambios apunten en la misma dirección y lleguen a alcanzar lo que se llama “masa crítica” (un número de individuos suficiente como para modificar la pauta grupal), cambiará lo colectivo.
Esto conlleva dos importantes consecuencias: “responsabilidad” (me hago cargo de lo que co-creo junto a quienes conforman mi comunidad) y “poder” (puedo co-crear para el cambio). Pensemos, por ejemplo, si responsabilidad y poder es lo que ejercemos o a lo que renunciamos, cuando criticamos a nuestros gobernantes como si ellos hubieran sido “puestos” en el lugar que ocupan por una divinidad o por un ser extraterrestre.

Un tercer plano, es el “individual”. Es la dimensión de la propia vida. En la medida en que esta se desarrolla en el seno de comunidades y, a su vez, existe una dimensión “misteriosa”, hay entre los tres aspectos una interrelación dinámica y constante. En el contexto de esa interrelación, siempre tenemos la posibilidad de elegir cómo jugamos las cartas de que disponemos (cómo vivimos nuestra vida).
En el cómo vivimos nuestra vida, nuestra decisión, nuestra elección, juega un rol fundamental. El grueso de nuestra existencia, aquello por lo que sentimos que ésta es o no satisfactoria, no transcurre por la vías de lo misterioso ni de lo colectivo. Radica más bien en nosotros mismos, en lo que elegimos “poner” en el mundo: Recuerdo una vez más a Viktor FRANKL, quien refiriendo experiencias de vida en el marco de campos de concentración en la 2da. Guerra Mundial, destaca ejemplos que prueban que, aún entonces, existe un margen de libertad para elegir la actitud[1]. El prisionero que, allí, daba a otro el último pedazo de pan que tenía, o su consuelo, le estaba haciendo un fantástico corte de manga a los “condicionamientos”. Podría ser un hombre surcado por el peor de los dolores, pero no un hombre “roto”.
¿Es legítimo que nos demos por vencidos porque “algo” no nos sale tal como deseamos? Lo es, porque se trata de un sentimiento humano y, como tal, merecedor de nuestra propia mirada amorosa y compasiva. Pero también es legítimo, y más productivo en términos de satisfacción existencial, que nos sacudamos la autoconmiseración fácil y pongamos manos a la obra en aquello que reclame la consagración de nuestro ser: una vida plena de entereza, coraje, solidaridad, gratitud, paciencia, confianza, generosidad, persistencia, paz, amor.

Así, retornando a las preguntas que nos planteamos al comienzo, mi humilde y tentativa respuesta es que no cabe ni la actitud caprichosa de “lo puedo todo” (sólo al pasar, recordemos que el “narcisismo” es un trastorno de personalidad ya muy bien estudiado, y nocivo para quien lo padece y quienes lo rodean), ni la fatalista de “no puedo nada”.
En el terreno que media entre el delirio y la resignación, podemos. Y mucho. Como que casi todo en nuestra vida entre en él.
Entre un extremo y otro, cabalga la “esperanza” (que no es “espera”, sino confianza en el amor puesta en marcha).

Desde ya te agradezco tu visita, tu atención. Si querés compartir tu comentario conmigo y con otros visitantes, podés usar el espacio que hay aquí abajo. Si esto te gustó y querés compartirlo vía Facebook, Twitter, etc., también aquí abajo encontrarás los botones para hacerlo. Si querés regalarme el placer de tu compañía en mi página en Facebook, en el lateral derecho encontrarás la opción para unirte. Gracias! Pablo


[1] Ver su “El hombre en busca de sentido”

7 comentarios:

  1. El blog “Taller Literario Kapasulino” http://www.literariokapasulino.blogspot.com/, organiza un encuentro bloguero en Villa Constitución, Santa Fe, Argentina; para intercambiar ideas y compartir experiencias, para acercarnos y conocernos.
    La convocatoria es para todas las personas que quieran acercarse y compartir un momento ameno.
    Los esperamos el Jueves 17 de febrero, a las 21hs. en el bar María Castaña ubicado en Eva Perón (ex Corrientes) y San Martín. Villa Constitución – Santa Fe.

    Por cualquier duda comunicarse en: literariokapasulino@gmail.com

    Pueden invitar amigos de otros blogs para seguir compartiendo experiencias.

    ResponderEliminar
  2. Hola Pablo! :-D

    Toda una reflexión la que nos has regalado en este estupendo artículo.

    Nos gustó mucho la frase que incluiste de "Arthur Schopenhauer". Si uno se detiene a revisarlo, cuando estamos compartiendo alguno de estos juegos de estrategia con cartas, si alguien mira desde afuera (y tenemos cierto manejo del juego ;-)) parecería que supiéramos justo lo que va a suceder, como que controlamos el azar, pero realmente es que sabemos operar o jugar con los recursos que vamos descubriendo.

    También pensamos que es más productivo sacudirnos la autoconmiseración fácil, esta autoconmiseración puede llevarnos al facilismo de la "víctima" y buscando lo fácil estaríamos alejando las oportunidades de desarrollo y crecimiento en nuestra vida.

    Un gran abrazo amigo, que estés superbién! :-)

    Dayana y Freddy

    ResponderEliminar
  3. Hola Dayana, hola Freddy. Una gran alegría recibir su visita y que hayan dejado su reflexión. Qué buena analogía la que hacen al hablar del juego de cartas, me parece perfectamente ilustrativa.
    También coincido en lo que apunta respecto a la "victimización", cuando nos deslizamos a ese rol, elegimos la impotencia de dejar de elegir y, en buena medida, de vivir nuestra vida.
    Muchas gracias, hasta cada momento Dayana y Freddy!
    Pablo

    ResponderEliminar
  4. esta asturiana te da las gracias por tu bellisima reflexion y sin esperar ser molestia se queda de tu seguidora, un besin y feliz fin de semana.

    ResponderEliminar
  5. Hola Ozna, muchas gracias por tu visita y por tus palabras. ¿Molestia? ... Agradezco inmensamente tu compañía! :-) Celebro que te haya gustado pasar por aquí. Cariños, Pablo

    ResponderEliminar
  6. Por favor, mirar el blog "Logoterapia. Encontrar sentido a la vida" en http://logoterapiagalicia.blogspot.com

    ResponderEliminar
  7. Hola José, mucha gracias por la visita y por la sugerencia de tu blog, parece ciertamente interesante. Lo que no he encontrado es la opcion de suscribirse por correo electronico o seguir en Google, de manera de poder estar al tanto de los contenidos que vayas incorporando.
    Otro lugar altamente recomendable al respecto es el espacio creado por María Teresa Lemus de Vanek: http://www.logoforo.com
    Pablo

    ResponderEliminar