viernes, 4 de febrero de 2011

Un pequeño poema de Jacques Salomé



De sonrisa en sonrisa,
de silencio en silencio,
de caricia en caricia,
de dulzura en dulzura.


De la mirada al suspiro,
de la violencia a la espera,
de partida en partida,
y de herida en herida.
De la espera al error,
del rechazo a la búsqueda,
del recuerdo al olvido,
y de placer en placer.
Del llanto al descubrimiento,
de la risa al llanto,
de los recuerdos a las palabras,
y de beso en beso.
Vamos lentamente el uno hacia el otro.

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¿Hacia dónde, hacia qué, hacia quién vamos?
Día tras día nos movemos, o nos quedamos quietos, yendo o renunciando a ir hacia algo, hacia alguien.
En ocasiones nos inmovilizamos y nos limitamos a esperar. La ilusión del milagro externo.
En ocasiones nos movemos para seguir donde estamos. El engaño del movimiento aparente.
En ocasiones nos detenemos y, desde allí, comenzamos a avanzar. La verdad de la inmersión en nuestro ser.
En ocasiones nos movemos decidiendo conscientemente nuestros pasos. La maravilla de la manifestación de nuestro ser.
Encuentros. Desencuentros.
Con nosotros mismos. Con los otros.
El encuentro como puente elegido de mutuo crecimiento.
No es lo mismo el desencuentro que encontrarse y, luego, elegir distinto. El desencuentro es no encontrarse, no intentar encontrarse, renunciar a encontrarse. Es no elegir y, sin embargo, hacerlo: elegir, dormido, la renuncia al propio poder de elección. Huir. De algo, de alguien. Siempre de uno mismo. En toda fuga hay un engaño original: por lejos que escapemos, nunca dejamos de estar con quienes somos. Así es como reiteramos situaciones y personas, que vienen a recordarnos esa verdad una y otra vez, hasta que aprendamos.
El desencuentro es tropezar. Encontrarse es trascender.
Un encuentro a veces puede parecer accidental, inesperado, casual. Pero es sólo que uno no llega a ver cómo se entretejen nuestras búsquedas en el invisible entramado del universo.
El encuentro es suave; el ser renuncia a las prisas, a los empujones, a las demandas. Se regala a su propio ritmo. Sabe que ya es, y no necesita nada para estar completo. Simplemente se regocija siendo.
Podemos manifestar paz en nuestra vida, si sabemos que, cuando comenzamos a elegir despiertos en nuestro presente, el encuentro con nuestro ser es inevitable.
Vamos lentamente el uno hacia el otro”.


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