lunes, 7 de marzo de 2011

Amor incondicional


Oración de Egidio de Asís

“Si amas, serás amado;
Si veneras, serás venerado;
Si sirves, serás servido;
Si tratas bien a los demás, también tú serás bien tratado;
Sin embargo,
Dichoso el que ama sin ser amado;
Dichoso el que venera sin ser venerado;
Dichoso el que sirve sin ser servido;
Dichoso el que trata bien a todos
sin ser él bien tratado”.

Egidio de Asís (fallecido en 1262), compañero de San Francisco, nos legó esta bella oración que podemos disfrutar más allá de cualquier creencia religiosa que tengamos, y aún si no poseemos ninguna. Por cierto, no disfruta de la difusión que sí tiene la mundialmente conocida “Oración de San Francisco” u “Oración por la Paz” (que hoy ya se sabe con bastante certeza que no fue escrita por el Francisco histórico, aunque sí responde plenamente a su espíritu), pero prefigura los temas fundamentales en torno a los que aquella otra gira.
Digamos que, si reducimos esta Oración a su mínima formulación (y que resulta, al mismo tiempo, su máxima expresión), nos habla del “amor incondicional”.
Si pudiésemos centrar nuestra vida en la única guía de “amar al prójimo como a ti mismo”, no necesitaríamos escribir un solo renglón más sobre desarrollo personal, sobre la promoción de la coexistencia, sobre el fomento de la convivencia, sobre cómo relacionarnos de modo más saludable, y miles de etcéteras.
¿Si pudiésemos o si quisiésemos?
Como sea, obviamente no desarrollamos nuestras vidas por esos carriles, y así nos va como nos va, y luego hacemos correr ríos de tinta analizando por qué nos va así, y cómo hacer para que nos vaya de otro modo.
A menudo desdeñamos al amor, incluso con una condescendiente sonrisa de superioridad intelectual, como una cuestión de puro sentimentalismo alejada de toda manifestación real. La vida es dura y el mundo es más duro aún. Concedámosle cinco minutos a la ensoñación y a la bobería, pero luego regresemos a la lucha, pues si no nos imponemos a los demás, nos comerán crudos. Seamos realistas.
Y, sin embargo, esta Oración expresa sencilla y certeramente por dónde va la tarea de amar. El amor no es la ensoñación ni la bobería, sino un compromiso que nos pone un listón muy alto, que requiere una entrega descomunal respecto a lo que nos resulta cotidiano. El amor es darnos cuenta del potencial que poseemos, y luego ponerlo en acción, darlo al mundo, darlo sin pausa y sin medida. Dar no hasta quedar vacíos, pues si lo que damos es amor, la fuente es inagotable, y sólo nos vaciamos cuando damos algo distinto al amor. Dar no hasta que duela, pues el dolor es una experiencia ineludible pero que no surge del amor, aunque a menudo los confundamos.
El amor es y no es una infinita cantidad de perspectivas más de las que podríamos hablar y escribir inagotablemente. Pero es, sobre todo, y más sencillamente, una maravillosa experiencia transformadora que requiere ser transitada.
Y, como toda experiencia, lo que se precisa para ponerla en práctica es elegirla y comenzar a actuarla, aunque sea con el paso más pequeño que seamos capaces de dar hoy.

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4 comentarios:

  1. Me gustó mucho este artículo. La oración de Agidio de Asis es un resúmen práctico de como desarrollar el amor incondicional y encontrar la felicidad amando.Si damos ese amor sin buscar un retorno, cambiamos el mundo,haremos felices a quienes nos rodean. Y llega un día en el cual ese amor viene a nosotros, precisamente cuando mas lo necesitamos,es el momento de recibir, estamos cosechando ese amor desinteresado.Muchas gracias Pablo, hermosa tu página

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  2. El verdadero amor, no espera, nada solo se da, el que ama, solo puede ser consciente de lo que da, y no debe esperar nada, ya que muchas veces esto no sucederá, por que cada uno ama diferente, es parte de la frustración en muchas relaciones, esperamos que nos amen como nosotros amamos, pero en realidad eso no puede pasar por que cada uno tiene diferentes manera y formas de hacerlo, puede ser intenso y profundo y nosotros no lo percibimos. Pero si podemos estar seguros de lo que nosotros sentimos y damos, por eso solo hay que hacerlo, ama y date, entrega lo que tu estes dispuesto a dar, y no esperes, que si es honesto y el corazón no se equivoca a ti tambien te van a amar.

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  3. Hola Anónimo, lamento no poder llamarte por tu nombre pero agradezco tu visita, tus palabras y tu muy buen comentario. Coincido contigo, me pareció que esta oración era una excelente síntesis. Y también coincido en que ese dar debe ser incondicional, esto es, agotarse en sí mismo. En realidad, ya ahí mismo, en el momento de dar de esa manera, hay una maravillosa recompensa no buscada, que es la satisfacción que se experimenta al dar así. Que, además,más adelante, esa donación fructifique en otra posterior cosecha, es algo que suele suceder, y es un regalo extra. Gracias de nuevo! Pablo

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  4. Hola Ely, agradezco tu visita y el regalo de tus palabras. Sinceramente me encanta el manejo precioso que haces de ellas siempre. Haces que se luzcan. Totalmente de acuerdo con lo que dices, y tiene que ver con lo que decíamos en el otro comentario más arriba. El dar incondicional se agota allí, lo que sobrevenga luego podrá ser un regalo pero, en todo caso, uno extra. Pues si damos calculando el beneficio que obtendremos a futuro, en realidad es una inversión, y no una donación, y pasamos a habar de cosas distintas. El de las relaciones es todo un tema, a menudo construimos ideales de acuerdo a nuestras carencias, imaginamos al otro como el héroe o la heroína que vendrá a cubrirlas, y damos como medio para que nos devuelva y nos complete con eso que creemos nos falta. Como bien señalas, tarde o temprano ese modo de hacer las cosas estalla. Qué buen ejemplo el que has compartido, Ely, un motivo más para agradecerte. Cariños y hasta cada momento. Pablo

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